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| Foto: Jorge Restrepo

POLÍTICA

¿Santos versus Santos?

Pacho Santos les ha cogido ventaja a sus rivales por la candidatura uribista. ¿Cuáles son las perspectivas de su aspiración?

27 de abril de 2013

Los uribistas tienen en Francisco Santos algo que no saben si es un problema o una solución. Cada vez que se hace una encuesta entre los denominados siete enanitos del uribismo, invariablemente gana él, y por bastante. A esto se suma que el exvicepresidente se está moviendo mucho.


En medios de comunicación, en Twitter y sobre todo con polémicas vallas ha sido la noticia política en las últimas semanas. Aunque no todos los titulares han sido favorables, Pacho es de los que creen que lo importante en política es que hablen de uno, bien o mal, pero que hablen. En esto tal vez no le falta razón, pues de sus rivales por la candidatura del Centro Democrático no se habla mucho y trabajan sus candidaturas tanto o más que él en medio de la indiferencia nacional.

Si las cosas siguen así el primo del presidente Santos siempre será el puntero en las encuestas. Por lo tanto si ese es el mecanismo para definir quién enarbolará la bandera de la seguridad democrática en las próximas elecciones, los otros aspirantes no tienen muchas esperanzas. Como Pacho fue ocho años vicepresidente de la República y casi dos años director nacional de RCN Radio, donde manejó más de 140 emisoras a nivel nacional, su base de reconocimiento es difícil de superar para sus contendores uribistas. 

Para sus rivales un sondeo en las etapas preliminares de una campaña refleja más el reconocimiento de la persona que la intención de voto. Por eso los otros aspirantes quieren que el expresidente utilice otros mecanismos de selección o que escoja a dedo. Uribe no enfrenta solo este problema sino el hecho de que ninguno del abanico se ve viable. 

Para sus rivales y muchos de sus copartidarios Pacho Santos tiene más carisma que profundidad intelectual. Su personalidad espontánea, desabrochada, cálida, imprudente e irresponsable lo acerca más al pueblo que la frialdad mesurada y académica de un Óscar Iván Zuluaga o cualquier otro de los alfiles furibistas. Estos por lo general son más competentes que Pacho y mucho menos carismáticos. Para el expresidente Uribe esto representa una verdadera “encrucijada en el alma”, para utilizar su famosa expresión. 

Se rumora que su antiguo vicepresidente no es su favorito y aunque la relación entre ambos es muy cordial, el espectáculo de un Santos contra otro Santos en una elección presidencial tiene algo de tufillo elitista. El exvicepresidente, con sentido del humor, aclara que el mano a mano no sería “Santos contra Santos” sino “Santos contra Pacho”. Y sus allegados aseguran que en medio del escepticismo político que reina hoy en el país, el Pacho sencillo y cercano le podría ganar al Santos estadista y distante.

Aunque muchos colombianos creen que el presidente está enredado, casi nadie cree que su reemplazo en la eventualidad de una derrota en la reelección sería Pacho Santos. Este, para conquistar a esos no creyentes, está elaborando un programa de gobierno taquillero, pero poco realizable. Su principal caballo de batalla es el federalismo, tema que les llega al corazón a los mandatarios locales que sueñan con más autonomía. 

La mayoría de la opinión pública es indiferente al concepto y no lo considera prioritario. Sin embargo, el hecho de fondo es que el federalismo no es viable. Implicaría desvertebrar el país actual y crear uno completamente diferente, cosa que no pudo ni Bolívar. Si la semana pasada demostró que la propuesta del presidente de recortar un periodo presidencial desembocó en una controversia jurídica y política inmanejable, la idea del primo de refundar la patria no cabe en la cabeza. 

Otros puntos de la agenda pachista son una reforma a la Justicia real y una política industrial para combatir los efectos de la revaluación. Estos son temas que tienen en la actualidad todos los candidatos y en los cuales el primo del presidente no tiene mayor credibilidad que sus contendores.

Pero si no es el de mayor credibilidad, definitivamente es el más notorio y el más audaz. Sus vallas, poniendo cara a cara a Iván Márquez con Pablo Escobar, con la frase “adivine quién ha matado a más policías” fueron objeto de una controversia que acabó sirviéndole a Santos. 

Según sondeos internos de la campaña de Pacho cerca del 70 por ciento de los encuestados manifestaron que les había gustado. La estrategia de Pacho es ser más uribista que Uribe y más antisantista que Uribe y dada la nostalgia nacional por la seguridad democrática el mensaje no cae al vacío. La frase que repite una y otra vez es: “Si soy presidente de Colombia, Álvaro Uribe será mi consejero de cabecera”.

Por esto mismo Pacho ha resultado ser un buen vocero de la agenda uribista de criticar sin tregua y sin contemplaciones todo lo que haga el actual presidente, particularmente el proceso de paz. Lo que llama la atención de esta actitud visceral antijuanmanuelista es que él y el jefe de Estado no solo son primos hermanos sino primos hermanos dobles. 

Los papás, Enrique y Hernando Santos Castillo, eran hermanos y las mamás, Elena y Clemencia Calderón, también. Las relaciones entre los dos están totalmente rotas y se dice que cuando el presidente estuvo hospitalizado por su cáncer de próstata, Pacho trató de ir a visitarlo pero no lo recibieron. 

Curiosamente el hoy aspirante a la Presidencia siempre fue considerado el más popular y en cierta forma el payaso de los 11 primos que conforman la tribu de las dos ramas Santos Calderón. El primer mandatario todavía lo ve en esa dimensión y su candidatura no lo desvela.

Pero en política en algunas ocasiones las payasadas producen más votos que la seriedad. Chávez tenía bastante de eso y estuvo a punto de ser embalsamado. En Italia un payaso de verdad, Beppe Grillo, acaba de derrotar a Silvio Berlusconi, que es otro payaso. 

Y en Colombia, Mockus, bajándose los pantalones y montando en elefante, llegó a ser alcalde de Bogotá y casi presidente. Francisco Santos puede no ser del nivel de estos, pero como es un hombre impredecible e irresponsable está haciendo ruido, generando titulares, ofendiendo a uno que otro, y metiéndole chispa a la campaña.