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Saqueo heroico

Casi todo el Museo de la Inquisición ha sido robado. Sería uno de los peores desastres culturales de la historia.

27 de junio de 2004

Durante los últimos dos años uno de los museos más emblemáticos de Cartagena, el Palacio de la Inquisición, permaneció cerrado al público mientras era sometido a un profundo proceso de restauración. En abril pasado, cuando se abrieron de nuevo las puertas, la decepción y el desconcierto del público no pudo ser más grande. Al recorrer las salas del museo sólo hay decenas de vitrinas vacías con los carteles "Este espacio está reservado para exhibir restos arqueológicos de algunas obras de restauración de edificios de los siglos XVI y XVII". Ante su ausencia, centenares de objetos de incalculable valor histórico y patrimonial fueron reemplazados por maquetas o carteles que narran la historia de estos.

La sala Republicana, donde deberían estar exhibidos, entre muchos otros objetos, el bastón de mando de Rafael Núñez, la ruana que utilizó el Libertador Simón Bolívar, una valiosa colección de monedas del siglo XIV, una escultura de San Juan de Dios que data del siglo XVIII o el púlpito de Santa Clara del siglo XVII, parece un recinto fantasmagórico: no hay casi nada. Lo único que queda son dos pinturas -una de Rafael Núñez y otra del general Juan José Nieto-, tres fusiles y una vieja caja fuerte de hierro. En las otras alas del museo la situación no es menos dramática. Al igual que ocurrió con la ruana de Bolívar o el bastón de Núñez, cerca del 90 por ciento de los aproximadamente 2.500 objetos que había en el museo desaparecieron sin que nadie dé razón de su paradero.

Creado en 1924, el museo podía tener una de las más completas colecciones de arte religioso, monedas y objetos personales de figuras ilustres de la vida colonial y republicana del país. Desde 1940, la responsabilidad de salvaguardar el patrimonio cultural del museo recaía en manos de la Academia de Historia de Cartagena. Sin embargo, hace pocos meses esta responsabilidad cambió de manos y le fue entregada a una nueva entidad conformada por el Instituto de Patrimonio Cultural, la Alcaldía y la Promotora de Turismo de Cartagena, que llegaron con la misión de darle un nuevo aire al viejo museo. Sin embargo, cuando intentaron hacer el inventario se encontraron con la desagradable sorpresa de hallar prácticamente saqueado el lugar. "Es muy difícil que se recupere lo perdido", afirma el nuevo director del museo, Moisés Álvarez, quien reconoce que muchas de los objetos sustraídos durante años terminaron sin ninguna explicación en colecciones privadas o en reconocidos anticuarios de la ciudad. "Es normal que en cualquier museo del mundo se pierdan algunas obras", dice Vicente Martínez Emiliani, presidente de la Academia de Historia que durante medio siglo se encargó del museo. Según Martínez, los escasos ingresos que dejaba la taquilla del museo nunca fueron suficientes para brindar la seguridad requerida, lo que facilitó un permanente robo de objetos. "Aunque mucha gente cree que los museos son una mina de oro, la realidad es que no es así. El aporte de las entradas no alcanza", afirma. Aunque Martínez asegura que la Academia de Historia siempre instauró ante las autoridades las denuncias respectivas cuando se daban cuenta de los objetos robados, en realidad no hay siquiera indicios sobre los autores intelectuales o materiales. De alrededor de 2.000 piezas perdidas durante varios años de saqueo sólo se ha podido recuperar una de las obras, un arcángel San Rafael que data del siglo XIX.

Aunque la nueva administración guarda la esperanza de recuperar algunas de las piezas extraídas, lo ocurrido en el Palacio de la Inquisición puede ser uno de los peores desastres culturales de la historia.