Home

Nación

Artículo

SE PIFIARON

Los resultados de la primera vuelta pusieron en tela de juicio a los encuestadores. ¿Por qué fallaron las encuestas? Análisis de SEMANA.

29 de junio de 1998

Lo primero que se les ocurrió a los colombianos al conocer el resultado de la primera vuelta la noche del domingo fue preguntarse qué había pasado con las encuestas. Todo parecía indicar que los mejores encuestadores del país se habían equivocado. El empate entre Serpa y Pastrana que se dio en las urnas fue totalmente inesperado. La última encuesta, publicada por el noticiero NTC el sábado en la noche y realizada por Napoleón Franco & Cía., anunciaba un empate pero entre Noemí Sanín y Horacio Serpa. Por otra parte esos mismos sondeos habían hecho creer a la mayoría de los electores que Pastrana ganaría la primera vuelta con algunos puntos de ventaja. Ni Pastrana ganó la primera vuelta ni Noemí empató con Serpa. ¿Qué fue lo que pasó?La verdad es que a pesar de no haber acertado completamente con los resultados de la votación las encuestas no se equivocaron tanto como parece a simple vista. Aunque los encuestadores no lograron predecir con exactitud el número de votos que tendría cada candidato sí lograron reflejar las tendencias que se venían presentando. Estas eran una caída en la intención de voto de Pastrana y un crecimiento en la de Noemí, frente a una relativa estabilidad entre los simpatizantes de Horacio Serpa. La diferencia entre las encuestas y el resultado final se explica en parte por la evolución de la opinión con posterioridad al sondeo. Debido a que una encuesta nacional se demora varios días en campo y otros más en tabulación y organización de datos, ésta refleja por lo general la actitud de la opinión varios días antes de que los datos sean divulgados por los medios. En otras palabras, la mayoría de las encuestas publicadas en la semana pasada realmente reflejaban la opinión de los colombianos durante la antepasada. Esto en situaciones normales no afecta el resultado ya que por lo general las preferencias electorales no cambian mucho en la última semana. Pero ese no fue el caso en esta elección. En los últimos quince días Noemí pasó de ser una candidata con poca fuerza a convertirse en un fenómeno político sin precedentes para una candidatura independiente en Colombia. Se transformó de la noche a la mañana en una verdadera alternativa para pasar a la segunda vuelta. Esta fluctuación en la opinión _alimentada en parte por las mismas encuestas_, terminó confundiendo el panorama electoral en la recta final de la campaña. Por primera vez en muchos años los colombianos acudieron a las urnas sin la más mínima idea de lo que iba a pasar realmente y sin saber quiénes iban a llegar efectivamente a la segunda vuelta. Era muy difícil que las encuestas se anticiparan a cambios tan vertiginosos en la opinión, y por eso se equivocaron. Pero si bien los cambios de opinión de la última semana explican buena parte del error en las encuestas, no parecen ser la única causa. Todos los encuestadores cayeron en el error de subestimar el caudal electoral de Horacio Serpa. Esto, según los expertos, podría indicar que hay un porcentaje de votos de maquinaria con los que cuenta el Partido Liberal que no pueden medirse en un cuestionario. A pesar de ser tan solo tres o cuatro puntos, en una elección tan cerrada como la del domingo pasado hacen una diferencia enorme.Lo cierto del caso es que las inconsistencias parecen haber debilitado la credibilidad de los sondeos de opinión en Colombia. Algunas personas incluso se han apresurado desde ya a desestimar los sondeos que se hagan antes de la segunda vuelta. Esta posición resulta, sin embargo, bastante facilista y un tanto equivocada. Si bien hubo inconsistencias en las encuestas, todo buen investigador sabe que no hay mejor forma de pulir una metodología que enfrentarla a una elección. En otras palabras, las dos vueltas son un excelente mecanismo para perfeccionar las encuestas mismas. Una vez conocido el resultado de la primera vuelta los investigadores están en capacidad de estudiar el comportamiento electoral y hacer los ajustes a la muestra de tal forma que los próximos sondeos sean mucho más certeros. Como dijo a SEMANA Jorge Londoño, de Gallup, "el que no le pegue a la segunda vuelta teniendo los resultados de la primera es que no sabe el oficio".Por otra parte, y a pesar de las posibles fallas en los sondeos de opinión, lo que no se puede negar es que hoy en día ocupan un lugar preponderante dentro de la cultura política del país. Todavía no se ha inventado un mecanismo más certero para orientar a la opinión sobre la fuerza y la viabilidad de los diferentes candidatos ni un mejor sistema para orientar a estos últimos en el manejo de las campañas. Hasta sus peores críticos están obligados a consultarlas, como de hecho lo harán en las tres semanas que faltan de campaña para saber si los votos de Noemí terminarán en las toldas pastranistas o en las serpistas. Las encuestas, que para algunos son un mal necesario y para otros una especie de oráculo de fin de siglo, llegaron, sin duda, para quedarse.