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Hay cuatro tipos de uribistas. Los adoradores, los seguidores, los críticos. Y, por último, los indiferentes-cómodos.

Al paredón con María Isabel

Sea macho y dígame: ¿cómo quedarán las elecciones del domingo?

El encuestador Napoleón Franco le contesta a María Isabel Rueda.

20 de mayo de 2006

M.I.R.: Se atrevería, faltando ocho días, a decirme ¿cómo van a quedar las elecciones?

N.F.: No va a haber segunda vuelta. El Presidente va a sacar entre el 55 por ciento y el 60 por ciento de la votación.

M.I.R.: Muy lejos de pasar raspando…

N.F.: Pasa sobrado. La sorpresa es que hay un sentimiento de movilidad alrededor de Carlos Gaviria, que no creo que represente solamente sus ideas o su partido, sino un voto útil para protestar contra Uribe. Se ha armado una congregación a su alrededor, de quienes quieren decir que el Presidente no les gusta. Si lo dicen a través de Serpa, quedan de serpistas. Pero si lo dicen a través de Gaviria, que es el candidato nuevo, y un académico, aunque no necesariamente compartan sus ideas o sean del Polo, ese voto sí les parece que comunica que están en contra de Uribe. Por eso, los votos de Carlos Gaviria no se podrá decir que los sacó únicamente el Polo.

M.I.R.: ¿Usted puede decir con seguridad que Gaviria le va a ganar a Serpa?

N.F.: Gaviria va a sacar entre el 17 por ciento y 21 por ciento. Podría estar en la franja de los dos millones de votos.

M.I.R.: Si saca más del 21 por ciento, sería la locura…

N.F.: Pues imagínese, sería la primera vez que la izquierda colombiana saca una votación semejante. Gaviria le va a ganar a Serpa… por lo menos hasta hoy domingo (Risas). Es que la ley de garantías dio un reversazo en materia de encuestas. Antes teníamos libertad de publicarlas hasta la noche antes de las elecciones. Pero ahora sólo hasta una semana antes. Tendría sentido si todas las otras variables que intervienen en el comportamiento electoral fueran controladas. Que no hubiera publicidad, ni debates… Pero ahora está restringida la información de las encuestas y, por ejemplo, no la de la publicidad, que se hace para persuadir. Si una semana antes no podemos seguir midiendo, puede pasar cualquier cosa. Entramos en un túnel negro.

M.I.R.: ¿Qué le pasó a Mockus?

N.F.: Hice para SEMANA el ejercicio de convertir a los candidatos en animales, de acuerdo con las percepciones de la gente. El caso de Mockus me pareció muy simpático, porque tiene una altísima asociación con un mico. Primero porque la gente lo percibe haciendo monerías, y segundo, porque es un mamífero muy parecido al hombre, pero no puede hablar. Mockus habla y no lo entienden, a pesar de su talento.

M.I.R.: Sin duda, es un hombre muy brillante pero incomprendido. ¿Lo que va a suceder en estas elecciones cambia estructuralmente el sistema político colombiano, o el cambio va a ser apenas coyuntural?

N.F.: Es estructural, sin duda. Están pasando cosas nunca antes sucedidas.

M.I.R.: ¿Vamos a seguir oyendo nombres como el del Partido de la U o Cambio Radical durante muchos años más en Colombia?

N.F.: La gente hace una diferenciación clarísima que es transicional. Diferencia entre partidos y movimientos. Movimiento es el que va detrás de una persona. El Polo apenas empieza a ser reconocido como un partido. O sea que en Colombia van a existir en adelante tres partidos, más el independiente o el 'no partido', en el que hoy se autoclasifican quienes tienen interés en la política pero no pertenecen a nada.

M.I.R.: ¿Y cuáles son esos cuatro partidos?

N.F.: La verdad es que son cinco. Los tres que conocemos, más el 'no partido' y el partido de los indiferentes, al que pertenece el 20 por ciento de los colombianos, que tendrá otras necesidades, otros intereses, pero la política, para nada. Se distribuye en todos los estratos y en todas las edades, e incluye tanto a hombres como a mujeres.

M.I.R.: ¿Es cierto que Álvaro Uribe llegó a estar a la baja en las encuestas?

N.F.: La línea de Uribe en las encuestas ha sido absolutamente consistente, prácticamente idéntica desde septiembre de 2005: 56 por ciento, 57, 56, 57 por ciento...

M.I.R.: O sea que eso de que Uribe venía bajando resultó paja…

N.F.: Uribe nunca ha bajado, pero tampoco ha subido. Eso es gravísimo, porque ya no es efecto teflón, sino teflón-teflón. Nada de lo que pase ni le agrega, ni le quita. Por ejemplo, el Alcalde de Bogotá, si la embarra, baja, pero si acierta, sube. En cambio, Uribe, me da la sensación de que ha creado en la gente la idea de que es mejor papá malo que no tener papá. Como no existen más opciones dentro de la mentalidad de la gente, y el colombiano no es suicida, si está agarrado de una cuerda, como Tarzán, no la suelta hasta tener otra agarrada. Seis de cada 10 colombianos van a votar por Uribe.

M.I.R.: ¿Es cierto que el país votará polarizado en las elecciones?

N.F.: Las asociaciones, como las polarizaciones, provienen de un miedo. Hay gente que tiene temores, incluso entre los mismos uribistas. Hay cuatro tipos de uribistas. Los adoradores, los seguidores, los críticos -donde colocaría a los economistas y a los empresarios, que no lo adoran, pero piensan que es lo mejor que se tiene para sacar la situación adelante-. Y, por último, los indiferentes-cómodos. Eso deja un primer grupo que debe ser el 60 por ciento del electorado, que es uribista; uno de entre 20 a 25 por ciento de antiuribistas convencidos, y al resto no le interesa para nada la política. El segundo grupo no tenía alrededor de quién fusionarse. A Serpa, si bien representa todo ese espíritu liberal, le están cobrando muchísimo su paso por la embajada. Lo de Samper lo llevará a cuestas para siempre, pero precisamente por eso producía en la gente la sensación de lealtad. Pero, con la embajada, esa sensación se borró, y quedó en cambio la idea de que fue desleal incluso con él mismo. Sin duda lo hizo por su familia, pero la gente lo leyó distinto y no se lo perdona.

M.I.R.: Finalmente, ¿qué disparó a Gaviria?

N.F.: Tiene dos orígenes: el apoyo de liberales que piensan que es más pragmático expresar su antiuribismo a través de Gaviria, que a través de Serpa. Pero, además, Uribe lo facilitó metiéndose a pelear con Gaviria, lo puso de tiro al blanco y lo convirtió en su contradictor. Esa es la explicación de que Gaviria hubiera subido en las encuestas 10 puntos en un solo mes. Y eso sí que se ha notado en las dos zonas de Colombia que están sufriendo la máxima adversidad. La Costa Pacífica y, en consecuencia, Valle, Chocó y Nariño, y la Caribe. A pesar de que esta es tan, tan liberal, allí la movilidad de Serpa hacia Gaviria ha sido notable. Por último, influye mucho el hecho de que el gobierno de un alcalde del Polo en Bogotá le ha quitado a mucha gente el miedo a la izquierda.

M.I.R.: ¿Cuál será el punto más frágil del presidente Uribe en su segundo período de gobierno?

N.F.: Le contesto esa pregunta con el síndrome del padrino. Cuando alguien elige un padrino para sus hijos, lo hace como un gesto de agradecimiento. O porque le dio un empleo, o porque le ayudó en el parto… La favorabilidad de Uribe es un gesto de agradecimiento. Pero el padrinazgo, inmediatamente que se sale de la iglesia, se vuelve una obligación. El padrino tiene que pagar la fiesta, dar el mejor regalo, 'bajarse' con las acciones o pagar el colegio… Después del agradecimiento viene una demanda que no es ni malvada sino casi natural. A Uribe le van a exigir muchísimo. Estimo que tendrá un año de gracia y que después vendrá una espiral de demandas y de necesidades insatisfechas…

M.I.R.: Así gobierne bien, se la van a cobrar…

N.F.: Claro, porque se generó una espiral de demandas y necesidades insatisfechas inacabable. El monitoreo y la evaluación constante de gestión van a ser implacables. Y no sólo de sus adversarios, sino de todo el mundo.

M.I.R.: ¿Cómo marcaban en sus encuestas, por ejemplo, las rabietas de Uribe?

N.F.: Como todo. Siempre divide opiniones, pero es de una estabilidad de 'puente colgante'. Si estamos todos colgados de ahí, que ni se nos ocurra moverlo.

M.I.R.: En una palabra, ¿cómo explicaría el éxito de Álvaro Uribe?

N.F.: Por el contraste con sus antecesores, y, evidentemente, por su explícita manifestación de que tiene un interés por la gente y quiere hacer el trabajo.

M.I.R.: Indudablemente supo transmitir ese mensaje… Dígame el nombre de seis colombianos que, según sus encuestas, van a ser los jugadores en los próximos cuatro años, hacia la meta de 2010…

N.F.: Lucho Garzón; alguno de los jóvenes liberales, Rafael Pardo o Rodrigo Rivera; alguno de los dos uribistas, o Juan Manuel Santos o Germán Vargas (y yo diría que es más por el lado de este último…); algún populista, y algún académico emergente.

M.I.R.: ¿Tuvo razón el ex presidente Gaviria al decir que las encuestas para elecciones de Congreso fallaron?

N.F.: Absolutamente, y lo sabíamos. Hay dos maldiciones para un encuestador: las elecciones para gobernadores y las parlamentarias. Para superar esta falla, voy a dedicarme a detectar a líderes no convencionales.

M.I.R.: Por último, ¿qué siente cuando oye a algún político al que le va mal en las encuestas, decir que no cree en ellas? ¿Le da risa, rabia, o le parece natural?

N.F.: La gente sí cree en las encuestas, incluso en las mal hechas. El no creer es un problema de conveniencia. Le cuento una anécdota: el presidente de la tarjeta Visa me puso una cita en su oficina y de entrada me dijo: "Napoleón, yo no creo en las encuestas porque a mí nunca me han encuestado. ¿Por qué?". Y yo le contesté: "¡Por la misma razón por la que yo no me he ganado jamás ninguna de sus rifas!".