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Segunda pista

Con la creación de una zona de despeje en el sur de Bolívar el gobierno se la juega a fondo para buscar la paz con los elenos.

29 de mayo de 2000

Y ahora, ¿quE sigue? Es la pregunta que flota en el ambiente luego de que el gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) dieran el primer paso para que este grupo subversivo se siente en la mesa de negociaciones. No fue un camino fácil. Casi año y medio duró el tire y afloje entre las partes. Pero el humo blanco se empezó a divisar el lunes de la semana pasada cuando el presidente Andrés Pastrana anunció el despeje de dos municipios en el sur de Bolívar (Cantagallo y San Pablo) y un tercero en Antioquia (Yondó), para crear una ‘zona de encuentro’ donde el ELN podrá realizar su convención nacional e iniciar el proceso de negociaciones. Durante los 15 meses de forcejeos parecía que gobierno y los elenos no se pondrían de acuerdo sobre los municipios del sur de Bolívar donde se llevaría a cabo el despeje para que el ELN tuviera su ‘zona de encuentro’. En ese período el gobierno cambió en tres oportunidades de interlocutor mientras el ELN lo hizo en dos ocasiones. A esto se sumó el secuestro del avión Fokker de Avianca con 50 pasajeros a bordo y, un mes después, el secuestro de 70 feligreses de la iglesia La María, localizada en un exclusivo sector de Cali. A esta acción le siguió un rosario de operaciones que incluso llegó a poner en serios aprietos la infraestructura eléctrica del país. Los elenos volaron más de 70 torres de energía y, como si eso fuera poco, decidieron bloquear por varias semanas la vía Medellín-Bogotá, donde crearon el caos y el pánico entre la población civil. Por otro lado, los grupos paramilitares de Carlos Castaño desataron una guerra abierta y frontal contra el ELN y una ofensiva política para que los pobladores del sur de Bolívar se movilizaran contra la zona que el gobierno pretendía despejar para llevar a cabo la convención nacional de ese grupo subversivo. Para calmar los ánimos el gobierno no tuvo otra salida que la de firmar una serie de acuerdos con los habitantes de esa región del país en los que les garantizaba que sólo se haría el despeje siempre y cuando la población estuviera de acuerdo. Pero el ELN continuó exigiendo el despeje de cinco cabeceras municipales en el sur de Bolívar como condición sine qua non para iniciar el proceso. Las poblaciones que exigía ese grupo guerrillero estaban encabezadas por Simití y San Pablo, e incluían Santa Rosa, Cantagallo y San Pedro. Por su parte el gobierno insistía en que había que buscar otras zonas del país donde pudiera realizarse el despeje sin causar mayores traumatismos y de paso calmar los ánimos caldeados por parte de los habitantes del sur de Bolívar y de los grupos paramilitares. En este punto de las conversaciones el gobierno había entregado al embajador en Cuba, Julio Londoño Paredes, la responsabilidad de la negociación. El ELN, por su parte, había designado a Pablo Beltrán, el tercer hombre al mando, que se instaló en Caracas para adelantar la ronda de acercamientos con el gobierno. Los negociadores se reunieron en más de una oportunidad en Cuba, donde el gobierno de Fidel Castro jugó un papel protagónico para tratar de desempantanar el proceso. En ese pulso entre el gobierno y los elenos hubo una tercera fuerza que jugó un papel relevante. El procurador general de la Nación, Jaime Bernal Cuéllar, adelantó una serie de conversaciones secretas con los miembros del ELN para tratar de buscar una salida al camino cerrado que en ese momento había entre el gobierno y el grupo insurgente. La insistencia del Procurador, pieza clave en las conversaciones de Maguncia, Alemania, en julio de 1998, fue vital para desenredar el proceso que tuvo su primer resultado el pasado lunes cuando se anunció la zona de despeje para el ELN. Lo que sigue Una vez salvado el obstáculo sobre el lugar donde los elenos podrán realizar su convención nacional y la ronda de conversaciones con el gobierno, se avecina un largo y tortuoso proceso para decidir las reglas de juego que tendrá esa zona de convivencia para los elenos. “Hay que trabajar en la carpintería de ese acuerdo. Todavía falta mucho y hay que ir despacio para que las cosas no regresen de nuevo a una etapa muerta”, señaló a SEMANA Antonio García, segundo comandante del ELN. Y la verdad es que este primer paso entre gobierno y elenos todavía está lejos de consolidarse. Hay muchas cosas en juego. Por un lado están los paramilitares, que han fijado una posición muy crítica sobre el tema del despeje en el sur de Bolívar. Carlos Castaño no ha ahorrado un calificativo para criticar la decisión del presidente Pastrana. “El gobierno está dejando desprotegida y a merced de la guerrilla a buena parte de los habitantes del norte del país, un pueblo que solo exige su derecho constitucional a la seguridad de las Fuerzas Armadas del Estado”. Y a renglón seguido agregó: “Los habitantes de esas regiones protestaron pacíficamente para exigir sus derechos, el gobierno hizo acuerdos con ellos y los ha traicionado”. Castaño ha interpretado ese despeje como una bofetada a su lucha contra la subversión y más aún cuando él consideraba que había desterrado a los elenos del sur de Bolívar y los hizo replegar en la serranía de San Lucas. “El despeje para el ELN es un barranco más que se cae al río”, señaló a SEMANA el jefe de las autodefensas. Otro de los interrogantes que sigue flotando en el aire después del anuncio del despeje de los tres municipios tiene que ver con la responsabilidad y manejo del área de influencia donde estarán ubicados los hombres del ELN. Esa preocupación radica especialmente en que San Pablo está tan sólo a 20 minutos de Barrancabermeja. Y el río Magdalena es una autopista abierta para que los elenos tengan en su mira al puerto petrolero del país. El presidente Pastrana fue claro en manifestar que el río no es parte de los acuerdos del despeje y por lo tanto el ELN debe cumplir con ese compromiso. Pero la tentación es muy grande, más aún cuando la lucha de los elenos ha estado siempre cimentada en la política petrolera nacional. Todos esos interrogantes harán parte de las conversaciones que podrían iniciarse en Alemania, donde los elenos tienen prevista una reunión con sus comandantes a bordo y tendrán como invitados a los negociadores del gobierno y a representantes de la sociedad civil. Para el gobierno se trata de un éxito innegable. La iniciación del proceso de paz con el ELN le permite al presidente Pastrana tener dos pistas simultáneas en materia de búsqueda de paz y fin del conflicto armado. Es decir, por primera vez en su mandato no tendrá todos los huevos en la misma canasta porque ahora habrá una de recambio.