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Segundo 'round'

La aparición de la marihuana líquida amenaza con dar inicio a una nueva bonanza marimbera.

30 de agosto de 1993


CUANDO EN SEPTIEMBRE del año pasado la Policía Antinarcóticos descubrió un camión cargado con tonelada y media de marihuana prensada, las autoridades creyeron que se había producido uno de los mayores decomisos de hierba de los últimos años. Pero lo sorpresa no fue tanto el haber encontrado un gran cargamento de una sustancia cuya producción se había convertido en marginal durante los últimos años y que el boons de la coca había relegado a un segundo plano. Lo sorprendente del episodio fue que las autoridades encontraron dentro del cargamento varios galones que contenían un líquido espeso, aceitoso y verdoso. En ese momento los policías creyeron la versión del conductor del camión, quien afirmó que se trataba de aceite de cocina.
Sólo unos días después se supo la verdad. El denso líquido no era, ni mucho mcnos, aceite de cocina. Se trataba de una nueva presentación de la tradicional marimba: marihuana líquida. Y es precisamente esta nueva presentación la que tiene en estado de alerta a las autoridades, pues a ella se debe, en buena parte, la nueva bonanza marimbera. Hay razones para creer que lo que se aproxima es un nuevo boom. Las cifras hablan por sí solas: en lo que va corrido del año la Policía Antinarcóticos ha decomisado 435 toneladas de yerba, cifra que duplica los decomisos de todo el año 92 y que, de seguir así, cuadruplicaría las incautaciones del año anterior.
La situación es preocupante. Con la marihuana líquida los marimberos solucionaron los problemas de volumen y de transporte que habían hecho del tráfico de esta hierba un negocio muy riesgoso y poco rentable. El volumen de los cargamentos los convertía en un blanco fácil para las autoridades y a ello se sumaba su bajo precio por kilo en los mercados internacionales. Cosa distinta ocurre con la hierba líquida, que se camufla y transporta mucho más fácilmente que la hierba prensada. Al igual que la cocaína, su escaso volúmen y su gran concentración la han convertido en un negocio menos riesgoso y mucho más rentable.
Para producir un litro de marihuana líquida se requiere un sencillo proceso de destilación y cerca de media tonelada de hierba. Y aunque la relación pueda parecer desproporcionada, a juzgar por la creciente demanda, para los usuarios la transformación ha valido la pena. El aceite de marihuana tiene casi 10 veces más elementos sicoactivos que el tradicional "cacho". La medida del THC, el elemento responsable del viaje, es para la marihuana de uno a cinco por ciento, para el hachís del 20 por ciento y para la marihuana líquida del 40 por ciento. Por ello, los adictos han cambiado sus hábitos de consumo: ahora basta una pincelada de aceite en un cigarrillo de tabaco común y corriente o un par de gotas en una taza de té, para obtener los mismos efectos de cinco tradicionales cigarrillos de marihuana.
Mayores efectos y menor volumen son la combinación clave para que el negocio de la marihuana líquida resulte de alta rentabilidad. De acuerdo con recientes estudios, un kilo de aceite de marihuana vale en Colombia dos millones y medio de pesos. Puesto en Estados Unidos, su precio alcanza los 12 mil dólares. Tal y como van las cosas, la marihuana líquida no tendrá nada que envidiarle, en cuanto a precios, a la cocaína, cuyo valor por kilo alcanza los 20 mil dólares en Nueva York.

PALABRAS MAYORES
Con el surgimiento de este nuevo mercado, y con la reducción de las áreas que comenzaron a ser cultivadas de modo extenso a mediados de los 70 en los Estados Unidos, no es de sorprenderse que las zonas sembradas de marihuana en el país se hayan multiplicado velozmente. De acuerdo con las cifras de la Policía Antinarcóticos hoy en día se cultivan en Colombia cerca de seis mil héctareas de hierba. Esta cifra aún no alcanza los niveles de la era dorada de la marihuana cuando los cultivos abarcaban cerca de 25 mil hectáreas, pero inquieta bastante por la forma como está creciendo.
Lo que resulta alentador es que los tiempos han cambiado y hoy las autoridades cuentan con la experiencia adquirida en los años de erradicación de la hierba en los años 80, y con nuevas tecnologías para impedir su propagación. "Todavía estamos a tiempo para evitar que este problema se nos salga de las manos. Antinarcóticos tiene detectados, con coordenadas y datos exactos, los lugares de cultivo", dijo a SEMANA el coronel Teodoro Campo, jefe de la División Antinarcóticos de la Policía Nacional.
El Ministerio de Justicia también se encuentra involucrado en el diseño de la estrategia por seguir. Un sofisticado programa de fotografía satelital permitirá seguir, paso a paso, la evolución de las zonas donde hay cultivos de marihuana, amapola y hoja de coca. Cada 25 días el satélite enviará una detallada radiografía de las áreas vulnerables. Gracias al análisis de estas fotografías se podrá determinar con exactitud el avance de la deforestación (en el caso de la amapola) y los cambios significativos en los territorios cultivados (en el caso de otras plantas). Con esta información no habrá que esperar que el daño este hecho y que los cultivos se extiendan. Las autoridades podrán actuar con precisión e inmediatez en las áreas afectadas.
"Este sistema de detección de cultivos ilícitos no es nuevo. Desde hace varios años se emplea en países como Afganistán y Tailandia donde se ha logrado controlar el crecimiento de los cultivos de amapola", señaló a SEMANA el ministro de Justicia, Andrés González.
Pero la tecnología satelital no será la única herramienta que tendrán las autoridades para frenar una nueva bonanza de la marihuana. Varios sistemas de apoyo están siendo evaluados por la Comisión Nacional de Estupefacientes. Uno de los más opcionados es la fumigación aérea de las zonas cultivadas. A pesar de la controversia que se ha creado en torno al uso del glifosato para erradicación de cultivos ilícitos, no só]o este sistema fue probado con gran éxito el pasado sino que hoy por hoy más de 12 mil hectáreas de amapola han sido erradicadas con esta técnica.
Uno de los grandes argumentos de los detractores del uso del glifosato tiene que ver con sus consecuencias sobre el ecosistema. Sin embargo, como lo afirman las autoridades, los estudios realizados hasta el momento han demostrado que se trata de una sustancia relativamente inofensiva para el hombre y la fauna. En cuanto a la vegetación, si los parámetros de fumigación y de concentración del producto se siguen al pie de la letra, sus impactos ecológicos son prácticcamente nulos. A ojos de los expertos, lo que ha sucedido con el glifosato es quee se ha convertido en el caballito de la batalla política. "Es increíble que algunos ecologistas la emprendan contra la fumigación con glifosato, cuando está claro que si algo ha hecho daño al ecosistema por cuenta de la deforestación, es el avance de los colonos que cultivan marihuana, coca y amapola", dijo a SEMANA un asesor del Gobierno en estas materias.
No obstante, la última palabra la tiene el Consejo Nacional de Estupefacientes. En sus manos ha quedado la decisión de dar vía libre a la fumigación aérea. Si el pronunciamiento del Consejo es el de vetar el uso del herbicida, es muy posible que, al mismo tiempo, se esté despojando a las autoridades de una de las herramientas más eficaces para hacerle frente a la multiplicación de los cultivos de marihuana, ahora que se anuncia una nueva bonanza y, con ella, un nuevo frente en esta guerra interminable contra las drogas.