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Durante el Consejo Comunal celebrado en Urrao, Antioquia, el presidente Álvaro Uribe dijo que “no sueñen que van a mantenerse en la impunidad, porque están en el extranjero, esos bandidos del ELN o de las Farc, caerán. Bajo mi responsabilidad los seguimos buscando en cualquier parte” .

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Semana de pasión

En un espacio de apenas cuatro días, Juan Manuel Santos logró ser atacado, insultado, rectificado, ratificado y elogiado.

7 de marzo de 2009

El pasado 4 de marzo en la mañana, en los círculos políticos de la capital, sólo se hablaba de una cosa: la inminente renuncia de Juan Manuel Santos del Ministerio de Defensa. Que su temeridad, que tanto réditos le había dado en sus 32 meses al frente del Ministerio de Defensa, le había costado el puesto. Que el Ministro de la Operación Jaque y la incursión militar contra 'Raúl Reyes' en Ecuador, se había excedido. Que saldría de la Casa de Nariño por la puerta de atrás y con su futura candidatura presidencial como adalid del uribismo hecho trizas.

Parecía el episodio culminante de una racha de metidas de pata en las cuales Santos había salido chamuscado. En enero le había comentado a Raimundo y todo el mundo que Uribe ya no buscaría la segunda reelección, hasta el punto que el diario El Colombiano, bastión del uribismo, le creyó el cuento y lo publicó en primera página como la chiva del año. No era cierto. El mismo Uribe convenció al diario de rectificar la información en un editorial. Luego, Santos osó recomendar el cierre del DAS durante su visita a Estados Unidos, lo que generó una rectificación inmediata del Palacio de Nariño. Mientras tanto, en la arena política Andrés Felipe Arias, 'Uribito', había lanzado exitosamente su precandidatura, con amplio despliegue en los medios, bajo el rótulo de ser la segunda generación de la seguridad democrática.

Ese miércoles de la semana pasada, el presidente Uribe había citado a Juan Manuel con el fin de hablar de la estrambótica solicitud pública de la cúpula militar para que se convocara de urgencia el Consejo de Seguridad y Defensa. La carta había sido divulgada la noche anterior por el noticiero CM& y fue interpretada como una maniobra de Juan Manuel para arrinconar al primer mandatario, quien lo había regañado en un comunicado por sus declaraciones donde amparaba el derecho a "la legítima defensa". Si se aplicara al pie de la letra el refrán donde manda capitán no manda marinero, la reunión sería una formalidad de aceptación de una renuncia.

Cuál sería la sorpresa de tirios y troyanos cuando, al término del encuentro, Uribe le pidió a Santos "que prolongue su estadía al frente de esta cartera y avance en su exitosa tarea de devolverles la seguridad a los colombianos". Con el respaldo del Presidente bajo su brazo, Juan Manuel recibió otra buena noticia: según la última encuesta de Invamer-Gallup, Santos le ganaría a Arias y a Germán Vargas Lleras en una hipotética consulta uribista. Y en la primera vuelta, de participar todos los candidatos, lograría un empate técnico en la punta con ex ministro de Agricultura. Parafraseando a Mark Twain, "los rumores de su muerte política habían sido fuertemente exagerados".

Esos pronósticos de mal agüero habían cogido ímpetu tras su sorpresiva declaración del domingo primero de marzo. Ese día dijo que "golpear a terroristas que sistemáticamente están atentando contra la población de un país, así estos no se encuentren dentro de su territorio, es un acto de legítima defensa". En realidad no era una posición nueva; al fin y al cabo fue la explicación que utilizó el gobierno colombiano en su momento para justificar el ataque contra el campamento de 'Reyes' en territorio ecuatoriano.

Pero también es cierto que esa defensa cuajó poco en el vecindario, donde existe una sensibilidad a flor de piel ante al tema de las Farc y las fronteras. Más aún ese domingo cuando se cumplía el primer aniversario del ataque al campamento de 'Reyes', de celebración en Colombia pero de luto en Ecuador. No había que ser Einstein para ser consciente de que el gobierno ecuatoriano estaría más pendiente que nunca de las señales que enviara el de Bogotá. Si Rafael Correa despotrica contra Colombia cada fin de semana sin provocación, era de esperarse que reaccionara con vehemencia al escuchar al Ministro de Defensa no sólo justificar la violación de la soberanía ecuatoriana, sino insinuar que podía volver a ocurrir. "Señor Santos, no se meta con Ecuador, no cometa ese terrible error" -dijo indignado Correa-, quien describió al ministro como "aspirante a emperadorcito".

También se generó una protesta ecuatoriana ante la OEA por la divulgación el lunes por RCN Radio de una lista de 11 comandantes guerrilleros que, según la inteligencia militar colombiana, estarían refugiados en Venezuela y Ecuador. Entre ellos estarían dos miembros del Secretariado de las Farc -'Iván Márquez' y 'Timochenko'- y varios integrantes del estado mayor. Esa noticia, sumada a la declaración de Santos, despertó también la ira del gobierno venezolano. Un diputado de la Asamblea Nacional no dudó en llamar al ministro "perverso" y la Cancillería de Caracas describió el accionar del Ministro como "una agresión a la relación de convivencia y respeto que deben tener nuestros países".

La subida de temperatura en las fronteras sur y oriental de Colombia causó consternación en la Presidencia y en la Cancillería. Una crisis diplomática no estaba en los planes de nadie. Así, el martes se emitió un comunicado en el cual se reiteró que los únicos autorizados para hablar de la política exterior eran Uribe y el canciller Jaime Bermúdez. Aunque no era la primera vez que a Santos lo rectificaban en temas de Venezuela, el Ministro de Defensa decidió no quedarse quieto. Pensó que el comunicado transmitía un mensaje equivocado a la comunidad internacional y a la tropa. Más aún teniendo en cuenta que el mismo Presidente el sábado anterior había dicho en un consejo comunal en Urrao, Antioquia "que no sueñen que van a mantenerse en la impunidad, porque están en el extranjero, esos bandidos del ELN o de las Farc. Caerán. Bajo mi responsabilidad los seguimos buscando en cualquier parte (…). Que esos bandidos vayan encontrando, buscando escondidijos extraterrestres, porque en este planeta los encontramos. Tenemos toda la voluntad".

El martes en la tarde, en una reunión con la cúpula militar, el Ministro y los generales decidieron pedirle al Presidente que convocara al Consejo de Seguridad y Defensa para definir una política de Estado sobre este tema. Esa solicitud, que debía ser secreta, fue filtrada a los medios esa noche. Y el miércoles en la mañana era el tema del día. Finalmente, no se convocó al Consejo -Uribe no quiso meterle más candela al fuego- y el asunto se redujo a un encuentro del Ministro y los generales con el canciller Bermúdez para hablar sobre la frontera el jueves 5 de marzo. Santos se había salido con la suya.