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SEPTIEMBRE NEGRO

La anunciada ofensiva guerrillera alcanza altos niveles de crueldad y devela graves deficiencias tácticas en el Ejército y la Policía.

4 de octubre de 1993


EN SEPTIEMBRE DE 1972, UN COMANDO terrorista palestino se hizo tristemente célebre al cumplir una sangrienta operación contra deportistas israelíes, durante la celebración de las Olimpíadas en la ciudad alemana de Munich. El comando fue conocido como "Septiembre Negro" por el mes en que se dieron los hechos.
Ese es el mismo nombre con que la Coordinadora Guerrillera bautizó la ofensiva que inició la semana pasada contra el Ejército y la Policía en diferentes regiones del país.
La comparación con los terroristas palestinos de las Olimpíadas del 72 no se limita al nombre de las operaciones. Se extiende al nivel de crueldad alcanzado en las emboscadas de Usme en Cundina marca y Santa Rosa de Osos en Antioquia, en las que murieron más de 26 uniformados entre soldados, policías, suboficiales y oficiales. En ambas acciones aparte del ataque sorpresivo, los guerrilleros actuaron con un alto grado de sevicia que los llevó a rematar uno a uno a los heridos con tiros en la frente. "Aún llevaban el horror pintado en el rostro, y gritaron y lloraron mientras me relataban lo sucedido", le dijo a SEMANA un oficial de contraguerrilla que dialogó el viernes en la mañana con dos de los tres sobrevivientes de la emboscada del jueves al amanecer, en el sitio denominado El Roble, cerca de Santa Rosa de Osos, 80 kilómetros al norte de Medellín.
Los testimonios de la emboscada del jueves poco o nada se diferenciaron de los del agente Fredy Peñaranda (ver rccuadro), un cucuteño de 20 años que se salvó milagrosamente del ataque del sábado 28 en cercanías de Usme, al sur de Bogotá. Los guerrilleros no lograron cncontrarlo porque permaneció oculto tras los matorrales de la cañada quc corre al lado de la carretera. "Mi capitán y mis compañeros - relató el agente Peña randa - quedaron tirados en el piso después de iniciarse el ataque, y los guerrilleros se les acercaron y los remataron uno por uno".

OFENSIVA ANUNCIADA
De un septiembre negro se venía hablando desde julio. El director del DAS, Fernando Brito, había advertido, en declaraciones a los medios de comunicación, que la información recogida por la agencia a su cargo indicaba que las Farc y el ELN estaban preparando una ofensiva de grandes proporciones para septiembre. En su momento, algunos altos mandos militares recogieron las declaraciones de Brito y aseguraron que la tropa se estaba preparando para eventuales acciones durante este mes. Por ello, cuando se dieron las emboscadas la semana pasada, la reacción de la opinión pública no sólo fue de ira e indignación en contra de la guerrilla, sino de crítica a la Fuerza Pública.
El propio ministro de Defensa, Rafael Pardo, se anticipó a los cuestionamientos, y ordenó investigaciones internas para establecer por qué no se había seguido al pie de la letra. el proceder previsto para el transporle de uniformados (ver recuadro) Como quien dice que, por cuenta de ese incumplimiento de las normas, no se hizo realidad el aforismo según el cual "soldado avisado no muere en guerra ".
Por lo pronto y mientras se conocen los resultados de las indagaciones ordenadas por el Ministro, la verdad es que la imagen de las Fuerzas Armadas se ha visto afectada, aunque en términos generales, columnistas y dirigentes políticos y gremiales expresaron su solidaridad con los uniformados.

EL MOVIL
Pero más allá de la discusión sobre los errores de tipo táctico cometidos por los convoyes en las dos emboscadas, son muchas las dudas que se presentan en torno a las motivaciones de la guerrilla para desatar la ofensiva de septiembre negro. ¿Acaso la Coordinadora busca reanudar los diálogos? Es difícil imagi narlo, pues lo cierto es que sigue siendo más bien negativo el ambiente para nuevas negociaciones, después de lo sucedido en Caracas y Tlaxcala en 1991 y 1992.
Fue tan escasa la seriedad de los negociadores de la guerrilla en esas dos rondas de conversaciones, que hasta el entonces consejero de paz, Horacio Serpa, uno de los mayores partidarios del diálogo en el liberalismo, se mostró desilusionado y fustigó la táctica guerrillera de dilatar indefinidamente las negociaciones. Por eso mismo no tiene mucho sentido pensar que los guerrilleros tengan por objetivo reanudar el diálogo a corto plazo.
La explicación hay que buscarla en otra parte. Para encontrarla, debe tenerse en cuenta que en lo que va corrido de 1993 a la guerrilla le ha ido especialmente mal. Hasta mediados del año, unos 180 militares y policías habían caído en enfrentamientos con los frentes guerrilleros, mientras más de 600 alzados en armas habían muerto en dichas acciones. La relación de más de tres a uno -tres guerrilleros muertos por cada militar o policía caído-, es mucho más favorable para la Fuerza Pública que la de dos a uno del año pasado, o la de casi uno a uno de 1991, uno de los peores años que hayan vivido las Fuerzas Armadas en las últimas décadas. El descenso en el accionar guerrillero se evidencia también en el hecho de que el pasado mes de julio fue el de menor actividad ofensiva de la Coordinadora en cerca de 10 años: apenas cuatro contactos armados y una emboscada a la Fuerza Pública.
Todo ello fue lo que llevó al presidente César Gaviria a mostrarse relativamente triunfalista en su discurso del 20 de julio ante el Congreso.
Y eso quizá fue un error, pues hoy en día, incluso entre los funcionarios gubernamentales que se ocupan de estos asuntos, existe la convicción de que si bien el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas promovido por esta administración les ha devuelto buena parte de la iniciativa perdida anteriormente, la reducción en la actividad guerrillera experimentada durante el primer semestre del año puede haber respondido también a un repliegue de tipo táctico destinado justamente a preparar la ofensiva de septiembre. Y en ese sentido es posible que el Gobierno haya cantado victoria antes de tiempo.
La razón fundamental para replegarse durante varios meses y luego desatar una ofensiva concentrando un importante número de acciones en un solo mes, es que solo así la guerrilla logra impresionar a la opinión pública. Así sucedió en los primeros meses de 1991 y en noviembre de 1992, cuando la actividad guerrillera llevó al presidente Gaviria a declarar el estado de conmoción interior.
¿Qué persigue la guerrilla al querer impresionar a la opinión? Varios objetivos. El primero, recordar a los colombianos que sigue teniendo una gran capacidad de perturbación. El segundo, desencadenar un debate entre los distintos sectores de los partidos políticos y de la opinión, en momentos en que se inicia la campaña electoral, sobre si los procedimientos utilizados por el gobierno de Gaviria para combatir a la subversion son o no los correctos.
Del mismo modo que la guerrilla tomó hace pocas semanas, en la Vlll conferencia de las Farc, la dccisión de combatir la ley antisecuestro a punta dc nuevos secuestros, también puede haber tomado la de acumular en pocos días una serie de emboscadas y ataques contra los uniformados, para poner a tambalear toda la política de fortalecimiento operativo y financiero de las Fuerzas Armadas, así como las demás medidas de conmoción interior que le han brindado nuevos instrumentos a la Fuerza Pública y a la propia Fiscalía General de la Nación para procesar a los subversi vos detenidos.
Finalmente, estas acciones pueden significar una notificación a los numerosos dirigentes políticos que comenzarán en breve a recorrer el país en el marco de la campaña política, de que tengan cuidado con lo que dicen e, incluso, de que no se desplacen a determinadas zonas.
Y entre tanto, ¿qué se puede hacer? No mucho. Por lo pronto, no es seguro que no se produzcan nuevos ataques. No hay que olvidar que la guerrilla siempre cuenta con la ventaja que otorga el elemento sorpresa de que hablaran Mao Tse-tung y el Che Guevara hace algunas décadas. No es difícil para los guerrilleros concentrar efectivos en una zona y esperar pacientementc a que pase la tropa para emboscarla.
Quizá lo único a lo que se puede aspirar mientras se desarrolla la ofensiva del anunciado septiembre negro, es que, por más que es prácticamente insalvable que caigan más soldados y policías,no lo es que cuando caigan sea porque era inevitable y no porque cometieron un error fatal. O incluso, que a diferencia de lo sucedido la semana pasada, no sean las fuerzas oficiales las únicas que registren importantes bajas y que septiembre también sea un mes negro para la guerrilla.
Testimonio de un sobreviviente
EL SIGUIENTE ES EL TESTIMONIO del agente Fredy Peñaranda, único sobreviviente de la masacre de 12 policías en Usme el sábado 28 de agosto, brindado a los medios de comunicación la semana pasada.
' Mi capitán Páez nos dijo ese día que lleváramos toda la munición y que fuéramos preparados, pues nos dirigíamos a una zona de orden público. Al llegar, hicimos un reconocimiento de Usme y sus alrededores y de ahí salimos hacia un sitio cerca de Nazareth, a donde iría el gerente de la Energía.
Cuando pasamos por el sitio donde hace algunos meses atacaron a un juez y a quienes lo acompañaban, yo le recordé a los compañeros que había que estar "pilas" porque era un área peligro sa. Antes de llegar al puente, nos bajamos e hicimos un reconocimiento del lugar. Volvimos al camión y avanzamos. Lo primero que escuché fue una ráfaga de M-60 y luego las granadas.
Una bomba echó el camión al lado de la vía. Me tiré del camión y me fui disparando, pero al salir de la carretera se me cayó el fusil. En ese momento, ya muchos habían caído y ellos comenzaron a rematar a quienes estaban heridos. Los vi desde la quebrada, escondido en la maleza. Trataron de buscarme. Gritaban que había uno vivo . Pasaron casi a mi lado, y por un momento pensé que me iban a matar a mí también. Recuperé mi fusil pero ya estaba sin munición. Pude ver que eran como 90 o hasta más en coger para el monte.
Dejé que pasaran unos minutos y traté de correr, pero mis piernas no me respondían. Finalmente me eché la bendición, y corrí hasta el puesto".