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ENTREVISTA

"Si viene el juez Garzón, yo lo voy a vigilar"

El procurador Alejandro Ordóñez, bastante más delgado y con más canas, habló entre otras cosas de su intención al pedir investigar a los miembros del M-19 que participaron en la toma del Palacio e insinuó que no descarta buscar reelegirse.

En Plata Blanca con María Jimena Duzán
5 de febrero de 2011

MARÍA JIMENA DUZÁN: Le voy a preguntar por una decisión que usted tomó esta semana y que ha recibido muchas críticas: la de pedir que se investigue a los miembros del M-19 que participaron en la toma del Palacio de Justicia. ¿No estará usted desconociendo una amnistía que se pactó con ese grupo y el Estado colombiano?

ALEJANDRO ORDÓÑEZ: Antes de responderle, déjeme decirle que yo soy políticamente incorrecto. Gozo con la incorrección. Sin embargo, quiero decirle que a mí me están criticando por un tema que en realidad no es novedoso, ni siquiera original. En noviembre del año pasado, la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá asumió esa posición y yo lo que hice fue sumarme a lo que esa sala dijo en ese momento. El Tribunal concluyó que a la luz del nuevo Estatuto de Roma se debería investigar a los miembros del M-19.

M.J.D.: Pero, le repito, por esa vía se puede terminar desconociendo unos acuerdos que se pactaron y que están amparados por la ley.

A.O.: Sí, pero vuelvo y le digo: no es un asunto mío, sino del Estatuto de Roma y de un nuevo orden internacional en materia jurídica que no estaba vigente en el momento en que se firmaron los acuerdos. Según ese nuevo marco, ni las amnistías ni los indultos operan para delitos de lesa humanidad.

M.J.D.: ¿A usted le parece bien que el país acabe con la amnistía que se pactó con el M-19?

A.O.: Sería una tontería revivir ese episodio. Pero, le repito, yo lo único que hice fue plegarme a lo que dijo la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá. Pero claro, con todo este tema ya mis detractores están diciendo: "Mire, mire, esta es otra prueba del carácter reaccionario del procurador".

M.J.D.: ¡Pobrecito! ...Pero no les falta razón. Por un lado, usted ha pedido la investigación de los guerrilleros del M-19 que participaron en la toma del Palacio, pero por el otro lado ha pedido la absolución de los generales acusados de desaparición forzada.

A.O.: Pero es que son dos cosas distintas. Lo de los militares se ha hecho de acuerdo con las pruebas que tenemos en la Procuraduría y responde a casos puntuales. Eso sí le digo: si esos oficiales llegan a ser encontrados culpables del delito de desaparición forzada, la Procuraduría actuará en concordancia con la justicia. Pero, insisto: si usted investiga, la posición mía no es muy distinta a la que tiene la Fiscalía.

M.J.D.: ¡Pero la Fiscalía condenó al coronel Plazas mientras usted pide su absolución!

A.O.: La invito a que estudie lo que dice la Fiscalía y verá que lo que digo es cierto. Me da la impresión de que están convirtiendo este tema en un problema ideológico, cuando es un tema de tecnicismo judicial. Ahora, si me lo pregunta, yo sí creo que tanto a los guerrilleros del M-19 como a los militares se les debería haber dado una amnistía. Sin embargo, en ese momento la institucionalidad lloró solo por un ojo. Y, como he dicho, la institucionalidad debe llorar por los dos ojos.

M.J.D.: Si es un acto eminentemente jurídico el que usted está haciendo al pedir que se investigue al M-19 por la toma del Palacio, a sabiendas de que hay una amnistía que se pactó con ellos, ¿por qué entre las duras críticas que usted le ha hecho a la posible llegada del juez Garzón como asesor del gobierno Santos está la de que él se metió a revivir el horror que se padeció bajo el franquismo? ¿No está usted cuestionando a Garzón por lo mismo que usted está haciendo en Colombia?

A.O.: Primero, lo de abrir el tema del franquismo no lo digo yo, lo dice el ordenamiento jurídico actual en España. Al juez Baltasar Garzón no solo lo critiqué por eso que usted me dice. Lo critiqué porque no me parece que una persona que tiene tres investigaciones disciplinarias, una de ellas por prevaricato, pueda venir a Colombia a asesorarnos en materia de derechos humanos.

M.J.D.: Pero, al menos, admítame que lo que más le molesta de Garzón no son sus investigaciones disciplinarias, sino su ideología.

A.O.: Pues, para serle sincero, sí. Le confieso que políticamente él no me gusta. Pero entienda también que yo expresé razones de carácter judicial al criticar la posible venida de Garzón a Colombia. Además, su llegada desplazaría a la Procuraduría, que es la institución garante de los derechos fundamentales. Sería un irrespeto con la institución que presido que tengan que venir asesores extranjeros a meterse en el tema de los derechos humanos, cuando para eso estoy yo.

M.J.D.: ¿Le comentó al presidente Santos sus reparos a la posible venida del juez Garzón?

A.O.: Sí, se los comenté personalmente, pero creo que la pelea la tengo perdida, a pesar de que entiendo y respeto sus razones. Me da la impresión de que su llegada es inevitable. Lo que sí le puedo decir es que estaré muy vigilante a los desbordamientos que él pueda cometer. Todo esto lo voy a hacer siendo muy respetuoso de la independencia y de la autonomía.

M.J.D.: Hmmmm… Me huele a que si Garzón viene a Colombia usted se le va a convertir en la piedra en el zapato.

A.O.: Si él se porta bien, no tendrá problemas conmigo. Pero si empieza a hacer un uso mediático de su función judicial que tanto lo caracteriza, es apenas lógico que tengamos ese temor. ¡Él tiene una agenda política! Eso no es un secreto.

M.J.D.: ¿Y cuál es la agenda política de Garzón, según usted?

A.O.: Dejemos así, que ya bastante problemas tengo.

M.J.D.: ¿Pero acaso usted no la tiene también?

A.O.: Reto a mis detractores, que yo mismo he llamado 'mis asesores de imagen', a que analicen mis fallos a ver si encuentran uno solo que no haya sido hecho sobre bases jurídicas.

M.J.D.: Pero no me puede negar que en el tema de la despenalización del aborto, usted y su Procuraduría se han convertido en el adalid de la objeción de conciencia, con lo cual han dejado esta ley en letra muerta. Cada vez son más las instituciones médicas que se niegan a practicar ese tipo de abortos. Fue usted el que acabó con la clínica de Medellín...

A.O.: Pero es que ese tema es extrajurídico. Los apologistas del aborto, que vienen aquí con sus matachos a pararse enfrente de la Procuraduría a gritarme "Monseñor procurador", no analizan debidamente el tema. Ocurre que la sociedad colombiana ha aprendido a sostenerse sobre unos principios y valores que le dan una identidad cultural. Lo que no se dan cuenta estos apologistas del aborto es que estos principios y valores son cristianos. Y que los directores de las clínicas y los maestros de escuela son cristianos. Pero, claro, mis 'asesores de imagen' piensan que la ley del aborto no se aplica por culpa del procurador. ¡Si es que me han tachado hasta de inquisidor!

M.J.D.: Por esa vía nunca se va a aplicar la despenalización del aborto.

A.O.: Es que es un problema sociológico más que jurídico. Puede haber mil sentencias, pero eso no quiere decir que vaya a cambiar esos valores que hacen parte de la cultura colombiana. Ahí hay un problema de colonialismo cultural.

M.J.D.: Ese término se lo he leído en varios de sus libros. En uno de ellos usted insiste en que la doctrina de los derechos humanos es parte de ese colonialismo cultural que se creó en la posguerra, producto del comunismo internacional y del surgimiento de las ONG. Teniendo en cuenta que usted es el garante de los derechos fundamentales de los colombianos, esos escritos causan cierto escozor.

A.O.: Hay una cosa que quiero decirle: a mí, ustedes, los librepensadores, me critican más por lo que pienso que por lo que he hecho. Recuerdo una frase de un amigo que dice que uno es como es y a veces peor. Pero a mí no me pueden criticar por lo que yo piense, por lo que yo diga en clase o por lo que yo haya escrito en los libros. Esa es una libertad que yo tengo que no me la pueden coartar. Entonces, les pido a los librepensadores, a los relativistas, que sean coherentes. A mí no me pueden decir que yo he perseguido a nadie por sus ideas. Ahora, claro que tengo dogmas. Soy un hombre de principios y valores cristianos. Sí. Claro que voy a misa. Sí. Pero nada de eso me inhabilita constitucionalmente para ser un buen funcionario. Eso, por el contrario, es una garantía. Yo tengo limitaciones en el terreno ético.

M.J.D.: En eso estoy de acuerdo. Usted ha tenido actuaciones que han sorprendido hasta a sus críticos más duros. Ha destituido a congresistas, alcaldes, gobernadores. ¿No se arrepiente de haber metido en ese grupo a Piedad Córdoba?

A.O.: Mire, es que las pruebas eran tan contundentes que no había qué hacer. Lo siento por Piedad Córdoba. Además, la Corte me acaba de dar la razón porque le negó una tutela. Mire, yo lo que pretendo es hacer una Procuraduría que le devuelva la confianza en los organismos de control, que haga pedagogía. Y la estoy haciendo.

M.J.D.: Por qué me da la impresión de que cuando usted se refiere a los librepensadores hay un cierto sarcasmo…

A.O.: Es que los que así se llaman a veces son los más sectarios. Macartizan a todo el que no piense como ellos. Yo he sido víctimas de ellos.

M.J.D.: Por último, me quedé con la espinita de saber quiénes son esos detractores que usted llama 'sus asesores de imagen'...

A.O.: No me haga dar nombres, que son todos amigos suyos. Lo único que le digo es que yo gozo con mis detractores. Ya hasta Ramiro Bejarano se cansó de mandarme derechos de petición.

M.J.D.: Espero que usted no vaya a cometer el error de su antecesor y le dé por reelegirse…

A.O.: Cada día trae su afán. Los dos años que llevo me han sacado muchas canas. Me he adelgazado como seis kilos.

M.J.D.: Por la manera como contestó, no me queda duda de que no descarta buscar que lo reelijan...