Home

Nación

Artículo

SIENTO QUE ME VOY A MORIR

Santiago Medina, el protagonista central del proceso 8.000, sufre de una grave enfermedad. Estas son sus reflexiones ante la situación que enfrenta.

19 de octubre de 1998

Desde hace más de seis meses los colombianos no saben nada de Santiago Medina, el hombre que destapó el proceso 8.000. Incluso para los periodistas el ex tesorero de la campaña Samper Presidente dejó de ser fuente obligada. Medina fue olvidado porque muchos pensaron que había tomado la decisión de resignarse a cumplir sus últimos 10 meses de detención domiciliaria y pasar al ostracismo. Sin embargo la realidad es bien distinta.
SEMANA encontró a un Santiago Medina agobiado por una penosa enfermedad que lo mantiene atado a una máquina de diálisis. Sus dos riñones hoy son prácticamente inservibles. En los últimos tres meses perdió más de 20 kilos de peso y su semblante refleja los estragos de su delicado estado de salud. El protagonista central del proceso 8.000 decidió romper su silencio y contar su drama. SEMANA lo entrevistó.
SEMANA: Todo el proceso empezó por una declaración que le dio Andrés Talero a la Fiscalía en la cual contaba que usted le había confesado todo lo que ocurrió en la campaña de Samper en una comida privada. ¿Cuál era su relación con Andrés Talero y por qué cree que hizo eso?
Santiago Medina: Éramos muy amigos. Trabajamos juntos en el Nuevo Liberalismo y después en la revista Aló cuando él era gerente y yo director de una de sus publicaciones. La historia es muy larga. Lo único que le puedo asegurar es que por patriotismo no fue.
SEMANA: ¿Cuándo se sintió cogido?
S.M.: Hubo dos etapas. La primera fue cuando me llamó Miguel Rodríguez a mi casa 10 horas antes de las elecciones. Me dijo que había unos casetes rondando y mandó el mensaje de que nosotros no nos conocíamos y que él no sabía nada. En ese momento me pegué un susto pero pensé que eso podría salir bien. La tranquilidad se me acabó dos días después de las elecciones. Se apareció una periodista del London Times en la sede de la campaña. Como Samper y Botero no estaban terminé atendiéndola yo. Me quedé frío cuando ella me preguntó si era cierto que había entrado una plata del cartel de Cali y me contó que había unos casetes que tenían todas las conversaciones. En ese momento me sentí cogido.
SEMANA: ¿Y entonces qué hizo?
S.M.: Mi primera reacción fue esconder toda la documentación y tratar de tapar el tema. Pero desde entonces para mí todo ha sido un infierno. En ese momento pensé que la mejor alternativa era salir del país. Pero esa idea se me derrumbó cuando a las tres horas se me apareció Botero.
SEMANA: ¿Qué le dijo Botero?
S.M.: Me dijo que de todos los que estábamos en esto el único que no tenía cargos era yo y que tenía que haber un sacrificado. Que ellos tenían todo el poder y se comprometían a sacarme de ese lío. Ahí me di cuenta que estaba perdido.
SEMANA: ¿Después qué vino?
S.M.: Toda clase de carameleo de parte de Botero y Samper. Reuniones secretas y mil promesas que nunca cumplieron.
SEMANA: ¿Usted les creyó?
S.M.: Yo creo que no, pero en ese momento y en esa situación uno quiere creer cualquier cosa.
SEMANA: Pero el resultado fue que usted terminó preso...
S.M.: Sí, pero ellos estaban advertidos. Yo les dije que mi silencio llegaba hasta cuando pisara la primera grada de la Fiscalía.
SEMANA: Pero su primera declaración en la Fiscalía fue totalmente mentirosa. ¿Por que?
S.M.: A ustedes se les olvida que el fiscal era De Greiff, que mi abogado era Amézquita y que además tenía la presión del Ministro de Defensa y del Presidente de la República.
SEMANA: ¿Entonces qué lo hizo decir la verdad?
S.M.: Dos cosas. La primera, rabia. Cuando estaba en los calabozos del DAS vi por televisión a Samper diciendo que todo había sido a sus espaldas. Eso me produjo indignación y me notificó que nos había soltado. La segunda, que ya el Fiscal no era el papá de la mejor amiga de Samper sino una persona a quien yo conocía de tiempo atrás.
SEMANA: ¿Qué vino después?
S.M.: La época más difícil de mi vida. Estuve 127 días en La Modelo y de la cárcel todo el mundo habla pero nadie se imagina cómo es.
SEMANA: A usted lo condenaron a 94 meses y a una multa de 5.000 millones. de pesos. ¿Qué opina?
S.M.: A mí me dieron unas rebajas tanto en el tiempo como en la multa por colaboración eficaz con la justicia. Y lo cierto es que la mía fue la única que fue colaboración con la justicia y yo fui el único que terminó diciendo la verdad. Con respecto a la condena, a nadie le gusta que lo condenen y tengo claro que por lo que hice merecía un castigo.
SEMANA: En resumen, ¿usted qué fue lo que hizo?
S.M.: A mí me trataron de pintar como un infiltrado del cartel que le sacó plata a los Rodríguez sin que el candidato supiera y que benefició una campaña para que Samper fuera presidente y Botero ministro de Defensa. La verdad es que yo fui un idiota útil de todo este paseo. Me comí el cuento del poder, me dejé llevar por la emoción y no medí la gravedad de lo que estábamos haciendo. Pero ni los Rodríguez son ingenuos ni la plata era para mí.
SEMANA: Pero usted tiene que reconocer que en todo este tiempo no ha podido dar una sola prueba de que Samper sabía.
S.M.: Mire, a uno le pueden robar y que uno no se dé cuenta. Lo que no pueden es enriquecerlo sin que uno no lo sepa.
SEMANA: ¿Usted qué piensa hoy de Fernando Botero?
S.M.: Mire, se lo resumo en un dicho. Uno puede engañar a toda la gente una parte del tiempo. O puede engañar todo el tiempo a una parte de la gente. Lo que uno no puede hacer es engañar todo el tiempo a todo el mundo. Eso fue lo que le pasó a Botero. Él es muy hábil y el mejor manipulador que conozco en mi vida. Pero cuando las cosas se construyen a base de mentiras todo se derrumba.
SEMANA: ¿Y de Samper qué piensa?
S.M.: Yo estuve obsesionado con el tema de Samper mucho tiempo. Durante tres años mi objetivo en la vida era demostrar que sí sabía. Hice todo, tal vez demasiado. Hoy en día lo veo con lástima y tengo problemas mucho más graves de qué preocuparme como para ponerme a pensar en Samper.
SEMANA: ¿Como qué problemas?
S.M.: No es fácil decirlo, mucho menos aceptarlo, pero la verdad es que yo siento que me estoy muriendo.
SEMANA: ¿Muriendo de qué?
S.M.: No volvamos esto un parte médico pero he perdido prácticamente los dos riñones. Tengo uno funcionando al 3 y el otro al 5 por ciento. Mi vida dependerá de una máquina. Tengo los glóbulos rojos, las defensas muy bajas y todo se me complica.
SEMANA: Entonces la cosa es grave.
S.M.: Mire, en los últimos tres meses he tenido que hospitalizarme de urgencias cuatro veces. He perdido 22 kilos y estoy lleno de huecos en el cuerpo para poderme conectar a todos los aparatos que me tienen vivo.
SEMANA: ¿Aparatos para qué?
S.M.: Tuve que hacerme diálisis peritoneal cuatro veces al día y ahora hemodiálisis día de por medio.

SEMANA: ¿Y cuál es el diagnóstico de los médicos?
S.M.: No es muy optimista. Es pesimista. Si el peritoneo no me funciona para dialisarme en mi casa, la última solución es un transplante de riñón.
SEMANA: ¿Y por qué no se lo hace?
S.M.: He tenido muchas complicaciones. Mi cuerpo ha rechazado las diálisis y me han tenido que hacer varias intervenciones quirúrgicas. Además tengo un tipo de sangre complicado: soy AB positivo. Ninguno de mis familiares sirve como donante.
SEMANA: ¿Entonces cuál es la salida?
S.M.: No la tengo clara. Y no la veo fácil.
SEMANA: ¿Ha habido alguna mejoría?
S.M.: No. Además el estado de salud va de la mano con el estado de ánimo. Y mi situación es muy triste.
SEMANA: ¿Por qué?
S.M.: Porque siento que me voy a morir preso.
SEMANA: Pero esto no es La Modelo. Usted vive en una mansión con piscina. Eso no es estar preso de verdad.
S.M.: Eso es fácil decirlo. Usted puede estar en una jaula de oro pero estar privado de la libertad es la peor sensación del mundo.
SEMANA: Usted está siendo investigado ahora por presunto enriquecimiento ilícito personal. En otras palabras, de haberse robado la plata de la campaña. ¿Qué opina de esa investigación?
S.M.: Que la deben hacer. Si yo fuera el Fiscal haría lo mismo. Este episodio ha sido muy traumático para el país y no deben quedar cabos sueltos. Yo estoy tranquilo y seguro de que he estado demostrando que aunque participé en la entrada de la plata del cartel de Cali a la campaña no me quedé con un solo peso.
SEMANA: Pero entre la primera y la segunda vueltas usted cambió pesos por más de 400.000 dólares y eso está respaldado con el testimonio de sus ex conductores.
S.M.: Eso no es cierto. Y la Fiscalía ha hecho todas las pesquisas del caso y ya debe tenerlo claro.
SEMANA: Usted estuvo dedicado a conspirar, ¿ahora a qué se dedica?
S.M.: A sobrevivir.
SEMANA: ¿En este proceso quién lo ha acompañado, quiénes han sido sus mejores amigos?
S.M.: Los que conocí por el poder y por lo que llaman aquí la alta sociedad desaparecieron al otro día. Los únicos amigos son los de la infancia y la familia, especialmente Edgar Hernández, que me ha acompañado durante todo este tiempo.
SEMANA: Usted estuvo metido en el poder político, en el de los medios de comunicación, en el de las familias más poderosas, ¿cómo se siente ahora?
S.M.: Mire, cuando uno se está muriendo no piensa en banalidades sino en cómo va a hacer para levantarse al día siguiente.
SEMANA: ¿La posición de quién ha admirado durante todo este proceso?
S.M.: La de nadie. Esto ha estado lleno de hipocresía.
SEMANA: ¿Qué opina de Alfonso Valdivieso?
S.M.: Es un oportunista. También me puso conejo.
SEMANA: ¿Por qué?
S.M.: Me ofreció cosas que nunca cumplió. Pero yo no quiero hablar contra nadie. El ya pagó el costo de haberse creído el cuento del poder.
SEMANA: ¿Y del presidente Pastrana?
S.M.: Es increíble, hace cuatro años era nuestro enemigo en la campaña. En las pasadas elecciones saber que perdió Serpa me dio razón para seguir viviendo.
SEMANA: ¿Usted conocía a los Rodríguez Orejuela antes de la campaña?
S.M.: No, y además no tendría ningún problema en reconocerlo. Yo le decoré la casa a varios narcotraficantes pero ellos no estaban dentro de mis clientes.
SEMANA: ¿A cuáles narcotraficantes?
S.M.: A varios. Entre ellos a José Santacruz y Víctor Patiño, a quien conocí en la campaña.
SEMANA: ¿Y no veía ningún problema en trabajar para narcotraficantes?
S.M.: En ese momento no. Pensaba era en hacer plata. Hoy me arrepiento mucho. Toda la sociedad fue complaciente con el narcotráfico y no nos dimos cuenta del extremo a que nos llevó.
SEMANA: Usted en este proceso ha sufrido mucho, ¿también aprendió mucho?
S.M.: Tal vez lo que compensa todo esto son las lecciones tan grandes que he tenido que aprender. Yo era un consentido de la vida, ese fue un golpe muy duro y hoy soy otra persona. Mis valores cambiaron por completo, admiro a la gente por razones totalmente diferentes y aprendí a gozar de las cosas pequeñas. A este nivel solo se llega a punta de golpes. Y aunque no me crean hay momentos hasta en los que me he divertido.
SEMANA: ¿Divertido?
S.M.: Sí. Hubo una carta que le mandé al director de El Tiempo que me divirtió mucho escribirla. Y la entrevista con Bayly que salió a pesar de todas las obstrucciones por parte del gobierno Samper me produjo un fresco. Pero todas esas batallas uno se da cuenta que fueron innecesarias.
SEMANA: ¿Por qué?
S.M.: Yo he sufrido mucho. Y así, sea quien sea, no me parece bien hacerle daño a nadie.
SEMANA: ¿De qué se arrepiente?
S.M.: De casi todo. Y solo le pido a la vida tener la oportunidad de morirme tranquilo y libre.
SEMANA: ¿Qué le gustaría?
S.M.: Ver el mar.
SEMANA: En este proceso usted se decepcionó de mucha gente. ¿Quién lo sorprendió positivamente?
S.M.: Es lo más irónico. Me decepcionaron los Samper, los Botero, los Turbay.... Y encontré cosas buenas en Francisco Galán, en 'Popeye' y en 'El Alacrán'.
SEMANA: ¿Qué quiere pedir?
S.M.: Perdón a mi familia y a mis amigos por lo que han tenido que sufrir. Mi libertad y salud.