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SIGANME LOS BUENOS

E.U. hace saber que Samper no pasó la prueba. ¿La pasará Colombia? El siguiente es un análisis del politólogo Fernando Cepeda.

12 de agosto de 1996

La Casa Blanca focalizó en nadie menos que en Ernesto Samper Pizano, el Presidente de Colombia, su profundo desagrado con lo que está ocurriendo en las relaciones Estados Unidos-Colombia, en cuanto a la política de cooperación en la lucha contra las drogas. Haciendo eco del famoso lema de la campaña de Bill Clinton, parecería que en algún escritorio influyente en la Casa Blanca hay un aviso que dice: Es Samper, stupid! En consecuencia, lo ha declarado 'persona non grata', lo ha descertificado, le ha cerrado las puertas, lo ha descalificado. A Ernesto Samper y no a Colombia, y no a los colombianos. Es algo nuevo: una diplomacia personalizada. El problema no es Colombia, ni todos los colombianos. El problema son las drogas ilícitas y quienes están asociados de alguna manera a ellas. Esta línea de pensamiento se había insinuado ya en dos documentos: el discurso del presidente Clinton con ocasión del cincuentenario de las Naciones Unidas, cuando reclamó ante más de 100 jefes de Estado que el éxito de la captura del cartel de Cali era una hazaña de su gobierno con la colaboración de autoridades colombianas (no delpresidente Samper, así él sea jefe del gobierno); y en el informe al Congreso, en el cual el presidente Clinton planteó la descertificación de Colombia. Allí se dijo prácticamente lo mismo que expresó el vocero de la Casa Blanca al anunciar, el jueves pasado, que la visa del presidente Samper estaba cancelada. Por primera vez en esos documentos se hacía una separación entre buenos y malos: entre el general Rosso José Serrano y el Presidente, entre el Fiscal y el gobierno, entre la Policía y el Ejército. Pero la descertificación se refiere a países y no a personas. Así, pues, pasados casi cinco meses desde el primero de marzo, se hizo absoluta claridad: el problema es con Samper, con un sector mayoritario del Congreso, con un sector de la rama judicial y con otros funcionarios. Por eso, hasta ahora, la descertificación no ha dado lugar a sanciones económicas diferentes de las obligatorias. Las discrecionales no se han aplicado. Así las cosas, Estados Unidos percibe dos Colombias: una integrada por un sector asociado a las drogas y otra que no está contaminada y lucha _unos más que otros_ contra las drogas. Por eso el gobierno de Estados Unidos ha iniciado una serie de sanciones personales, que ya alcanzan al propio Presidente de la República. Vendrán más. Pero ¡ojo! No hay sanciones económicas porque el problema, todavía, no es con el pueblo de Colombia. Por ahora no existirían razones válidas para aplicar un castigo a Colombia, a su pueblo, a sus empresarios. El embajador Frechette pasó los días inmediatamente anteriores a la sanción contra el presidente Samper, conversando y sonriendo con ministros y dirigentes empresariales. Es más, firmó dos o tres convenios de cooperación respaldados con donaciones norteamericanas para la lucha contra las drogas. ¿Contradictorio? ¿Acaso una trampa? ¿Hipocresía? ¿Doble juego? No, de ninguna manera. Se quería dejar bien en claro en unos pocos días de qué se trataba: hay cooperación con Colombia, no hay cooperación con el presidente Samper. Es más, en la asamblea de Acoplásticos el embajador se quejó, una vez más, de que en Colombia no hay interés para negociar acuerdos en materia de inversiones extranjeras y de comercio!!! Inclusive, durante esta semana tan simbólica, se acordó que algunos ministros viajarían a Washington. Ellos eran bienvenidos. El presidente Samper no era, ni será bienvenido. Así Estados Unidos envía un mensaje: somos amigos de Colombia, no somos amigos de su Presidente ni de algunos de sus colaboradores. ¿Por qué ahora?¿Por qué no antes del trámite de la denuncia del Fiscal contra el Presidente en el Congreso? Voy a adivinar. Porque el gobierno de Estados Unidos estaba a la espera de que el Congreso se pronunciara apropiadamente...No ocurrió así. Luego dejó pasar un mes para que el presidente Samper se pronunciara apropiadamente. Le puso una prueba: extradite. El rechazo inmediato _sigo adivinando_lo confirmó en sus peores temores: el presidente Samper tiene un compromiso con el cartel de Cali como resultado de la financiación de su campaña. Samper no es un hombre libre. Entonces, en Washington concluyen que hay asociación, hay complicidad y hay protección del presidente Samper con respecto al cartel de Cali. Luego, dentro de esa lógica, el presidente Samper debe ser sancionado. ¿Y Colombia debe ser sancionada también? Sigo adivinando. Esperemos _dirán_ hasta la próxima descertificación. Ahora la prueba es para los colombianos. Si aceptan semejante estado de cosas, habría que concluir que como sociedad son cómplices y protegen o toleran una situación que es considerada por Estados Unidos como inadmisible. Entonces, sí, habría sanciones para Colombia como país. El próximo primero de marzo tendríamos descertificación pero ahora, con sanciones económicas aplicadas por un gobierno reelegido o elegido en noviembre, o sea, con mandato fresco. Por eso es que la declaración del vocero del Departamento de Estado Dice: "Confiamos en que el pueblo colombiano continuará en la búsqueda de una solución que sea consistente con las tradiciones democráticas colombianas". ¡Para un buen entendedor...! En esencia, lo que Estados Unidos está diciendo es: síganme los buenos... o si no...