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Un país que ve morir a sus periodistas, tarda años en recuperar el daño. No sólo es un atentado contra la libertad de prensa, sino contra la democracia

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Silencio o plomo

La Fundación Guillermo Cano publicó la historia de los últimos 20 años del 'periodismo bajo presión'. La libertad de prensa no está garantizada.

5 de mayo de 2007

El premio Nobel de Economía Amartya Sen llegó a la conclusión de que la única forma de combatir el hambre en el mundo es con información pública. Esa sencilla respuesta a uno de los problemas más serios de la humanidad es la misma solución que se plantea como el salvavidas de las democracias en riesgo. Así de simple: más información, más prensa libre y más verdad.

Pero ni el hambre ha cesado ni la democracia se ha salvado de quienes la atacan. La información entonces no surte efecto o el remedio se está aplicando mal. En Colombia la democracia resiste las embestidas de enemigos cada vez más complejos y poderosos, al mismo tiempo que más de 136 periodistas han sido asesinados en los últimos 20 años.

Para enaltecer el recuerdo de Guillermo Cano, el director asesinado de El Espectador hace 20 años, la fundación que lleva su nombre encargó a Ignacio Gómez, periodista de larga trayectoria en el periodismo investigativo, y a Germán Rey, analista de medios de comunicación, escribir su mirada sobre el oficio, el país y la libertad de prensa durante estas dos décadas. El resultado es un cuaderno de "Apuntes a dos décadas de periodismo bajo presión".

La lectura de ambos trabajos es impactante. No porque la crónica y la cronología de Gómez o el análisis de Rey revelen hechos desconocidos, sino porque parece que el pasado no abandona la realidad. Hoy las cosas se ven iguales o peores. Tanto para el ejercicio del periodismo, como para la impunidad en los asesinatos, para los medios de comunicación como empresas, para la democracia y para la verdad?"El momento en que matan a Guillermo Cano es muy parecido al momento actual. Especialmente por la forma que empiezan a darse los homicidios ahora con la para politica", dice Ignacio al recordar que en este nuevo capítulo que vive el país de narcotráfico y paramilitarismo ya han caído asesinados comunicadores. Se refiere especialmente a Rafael Enrique Prins, asesinado en Magangué el 19 de febrero de 2005, días después de que publicó en su periódico El Apocalipsis que los dineros de la salud de su pueblo eran desviados. Más tarde, la empresaria de juegos de azar Enilce López, alias la 'Gata', fue capturada por apropiación de fondos en Magangué. Hasta ahora no hay vinculados a la investigación. Y menciona también a Orlando Sierra, el director de el diario La Patria de Manizales, como el primero de esta etapa.

El costo de la pérdida de periodistas no es sólo una cuenta de cobro contra la libertad de prensa y para un país que necesita de información para mantenerse a flote. ¿Cuántos años se toma recuperar la materia gris de 100 periodistas? ¿Cuántos dejaron de escribir por el miedo, cuántos estudiantes no se convirtieron en periodistas por el riesgo? En el documento de la Fundación Guillermo Cano, la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) publica una cronología que da cuenta de casi 300 hechos contra periodistas, entre atentados, asesinatos, amenazas y casos explícitos de censura sucedidos en estos 20 años.

"Si bien hay una crisis universal de medios de comunicación, mientras en el resto del mundo los periódicos se van a a morir de inanición, aquí se van a acabar porque no quedarán periodistas para escribirlos", dice Gómez en su habitual tono incisivo, y remata con una dura advertencia que escribe al cierre de su crónica: "El mensaje para la prensa no puede volver a ser el mismo: Silencio o plomo".