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Víctor Chiribí es el padre de la bebé de dos años que murió por una bala perdida.

POLÉMICA

"Solo faltó que le hubieran ofrecido disculpas"

Así se refiere el padre de la niña que murió el pasado fin de semana por una bala perdida, a la decisión de un juez de dejar en libertad al presunto autor del disparo. La razón: fue esposado siendo menor de edad.

28 de agosto de 2012

“Estoy extrañado e indignado con la justicia colombiana. Cómo va a ser que el agente (de Policía) que lo esposó por un tiempo prudencial el juez consideró que al joven se le violaron los derechos. Y a mi hija, ¿no le violaron ningún derecho?”.
 
Así resumió Víctor Chiribí la situación judicial tras la que un joven de 17 años, sindicado de haber matado a su bebé de dos años, quedó en libertad porque el uniformado le puso las esposas, situación que no es debida cuando se trata de un menor de edad, como en este caso.
 
Es de recordar que los hechos que motivaron la aprehensión del adolescentes vienen del fin de semana anterior. Sucedió en el barrio La Estrella, localidad de Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá, donde en medio de una balacera la hija de Chiribí falleció por una bala perdida.
 
La reacción de las autoridades fue detener al presunto autor del disparo a quien se le halló la pistola. De allí que se le haya esposado, ya que a juicio de los patrulleros podía representar un peligro no solo para los residentes del sector, sino para los mismos policías.
 
Pero de esa supuesta violación a los derechos del capturado se valió la abogada de alias ‘El taquillero’, como se conoce al adolescente, para que a su defendido le dieran la libertad, la cual fue avalada por un juez quien, por cuestiones de legislación, tuvo que regirse por la norma.
 
Para la senadora Gilma Jiménez, el hecho motiva a repensar la normatividad que hay para los adolescentes infractores. “Sin duda, la Policía no estaba frente a un arcángel inocente, eso es lo complicado”, dijo la congresista al tiempo que agregó que “ojalá cuando emitan la nueva orden de captura lo encuentren”.
 
Por eso la angustia de Chiribí, quien solo atina a decir, en tono desesperanzador, que “lo único que faltó es que al muchacho le hubieran ofrecido disculpas públicamente y a mí que me hubieran dicho que por qué había sacado la niña a la calle. Ahora me toca correr cada vez que lo vea”.