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El ministro de Ambiente, Juan Gabriel Uribe, tiene la llave para ampliar este parque natural que sería clave para prevenir la destrucción de la selva.

MEDIO AMBIENTE

A solo una firma para proteger la Amazonía

La caída del Código Minero terminó siendo la mejor noticia para la apuesta ambiental más ambiciosa que ha tenido Colombia. Si el ministro Juan Gabriel Uribe se la juega, el país tendría en la Amazonía uno de los parques naturales más grandes del mundo. 

11 de mayo de 2013

En la pasada cumbre de desarrollo sostenible de Río de Janeiro el presidente Santos se comprometió a hacer un gran aporte a esa causa global. Aseguró que “los colombianos somos custodios de buena parte del patrimonio mundial de agua y de bosques que garantizan el bienestar de la humanidad“. 

Y agregó que por esa responsabilidad su gobierno tenía un ambicioso plan para evitar la destrucción de la selva amazónica, que consistía en la creación de una de las zonas protegidas más grandes del mundo. Santos presentó allí como un hecho la ampliación del área del parque del Chiribiquete de 1,5 a 3 millones de hectáreas, un área comparable a la de Holanda. Pero ha pasado un año y esa promesa no se ha concretado. Y aunque varios países europeos ya anunciaron su apoyo al proyecto, el gobierno no se la ha jugado todavía por hacerlo realidad. ¿Por qué? 

Todo parecía indicar que con el Chiribiquete el país iba a lograr pronto una hazaña ambiental. Rápidamente, liderados por el entonces ministro de Ambiente, Frank Pearl, y la directora de Parques Nacionales, Julia Miranda, la propuesta ganó adeptos. 

Los gobiernos de Gran Bretaña, Alemania y Noruega prometieron donar recursos que podrían ascender a 300 millones de dólares en diez años, un aporte muy grande si se tiene en cuenta que el presupuesto de Parques Naturales es de 50.000 millones anuales (25 millones de dólares). Las comunidades indígenas, por su parte, dieron su aprobación en una consulta previa y hasta la Agencia Nacional de Hidrocarburos, en un hecho sin precedentes, renunció a ofertar bloques petroleros allí. 

Para poder ampliar el parque, sin embargo, se exigía un concepto técnico no vinculante del Ministerio de Minas. Es decir, un informe de esa entidad con el potencial geológico de recursos no renovables. Los mineros no lo hicieron, no solo por su escepticismo por las causas ambientales, sino porque les implicaba un enorme esfuerzo. Como se trata de una selva virgen, el 90 por ciento sin contacto humano, es difícil levantar esa información. Se necesita que un grupo de geólogos se interne en la jungla inhóspita durante meses en búsqueda del potencial minero. 

Todo cambió con la decisión de la Corte Constitucional que tumbó el Código de Minas. Desde el 11 de mayo, comienza a regir en el país el Código de 2001, que no exigía el concepto de ese ministerio. Por eso ahora, los ojos de los ambientalistas y los cooperantes están puestos sobre el ministro de Ambiente, Juan Gabriel Uribe. Como ya están cumplidos todos los demás requisitos, para que este parque sea realidad solo se necesita su firma.

El Parque del Chiribiquete, desconocido para la mayoría de colombianos, es un tesoro en materia de biodiversidad e historia del país. Es la puerta de entrada a la selva amazónica y la comunidad internacional ha apoyado su protección, pues sobre este se ciernen muchas amenazas. Según la organización Conservación Internacional, que acompaña el proceso de ampliación, el lugar alberga miles de especies que solo se encuentran en Colombia, pero además es la cuna de los asentamientos humanos más antiguos de América.

Fue el hogar de los karijonas, una tribu extinta, que dejó pinturas rupestres que tienen más de 20.000 años. Si su protección se concreta, el parque podría ser la única salida para que esa enorme selva sobreviva miles de años más.