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"Sólo se hace la paz si se entienden las motivaciones de la guerra"

SEMANA entrevistó al senador Rafael Pardo sobre la historia de la guerra en Colombia, tema de su último libro.

21 de noviembre de 2004

El senador Rafael Pardo Rueda lanzará esta semana su libro La historia de las guerras, una exhaustiva investigación de las guerras en Colombia desde la conquista hasta el día de hoy. Su experiencia como ministro de Defensa, negociador de los acuerdos de paz con las guerrillas en los 90 y ahora coautor de una ley de verdad, justicia y reparación que podría permitir que el proceso con las autodefensas condujera al desmonte del paramilitarismo le imprimen al libro -una verdadera enciclopedia sobre el azote colombiano- todo un sentido de realidad. Lo escribió durante los últimos dos años entre las 5:30 y las 8 de la mañana. Una verdadera proeza dado que tiene 738 páginas. SEMANA lo entrevistó sobre la guerra.



SEMANA: ¿Ha sido necesaria la guerra para construir la Nación?

Rafael Pardo Rueda: En el siglo XIX hubo una guerra en cada década, todas alrededor de los partidos Liberal y Conservador. La identidad nacional se construyó en el siglo XIX alrededor de los partidos porque no había medios de comunicación, ni carreteras. Lo único que vinculaba a un señor en Nariño con uno en la Costa era su afiliación partidista. Los partidos hicieron la guerra pero a la vez formaron la identidad nacional a partir de la guerra.

SEMANA: ¿Cuáles han sido los principales motores de la guerra en Colombia?

R.P.R.: La política. En 1876 la guerra tuvo una motivación religiosa porque el gobierno radical nacionalizó la educación y eso enfrentó a la Iglesia. Todas las demás han tenido motivos políticos e ideológicos. Lo atípico es la violencia de los años 50 porque es difícil calificarla como una guerra: no había casi operaciones militares, ni una dirección unificada, ni liderazgos políticos y militares compartidos. Hubo violencia de liberales y comunistas contra el gobierno, pero la dirección del Partido Liberal no estaba vinculada. Y en ese caso, el motivo siguió siendo la política.

SEMANA: ¿Quiénes han sido los hombres más insensatos en las guerras de Colombia?

R.P.R.: El general Melo. Era jefe del Ejército en Cundinamarca en 1854 cuando decidió dar un golpe militar para favorecer al partido de Obando. Pero Obando nunca se comprometió con el golpe. Todo el mundo formó ejércitos, sitiaron a Bogotá y tumbaron a Melo en ocho meses. Fue el único golpe militar del siglo XIX. En Colombia está validada la guerra pero no los golpes militares.

SEMANA: ¿Y los mejores guerreros?

R.P.R.: Mosquera y Obando estuvieron en todas las guerras desde la Independencia. Hacían guerra y política indistintamente.

SEMANA: ¿Hubo en los últimos 40 años un momento histórico donde se perdió la oportunidad de ponerle punto final a la guerra?

R.P.R.: Después de la Constitución del 91. Ahí había circunstancias internacionales e internas para descalificar la guerra: había caído el bloque soviético y había una nueva Constitución incluyente. Pero las Farc tuvieron serios problemas de liderazgo y no pudieron hacer la paz.

SEMANA: ¿Los procesos de paz han conducido más a ponerles fin a las guerras o a prolongarlas?

R.P.R.: En general han servido para hacer la paz. Aunque en muchas guerras civiles hubo acuerdos que no se respetaron y otros procesos que no concluyeron con éxito.

SEMANA: ¿Estos acuerdos han sido más fruto de una negociación o de una victoria militar?

R.P.R.: De una victoria militar, pero el acuerdo pone el punto final. Los liberales fueron derrotados en todas las batallas de la Guerra de los Mil Días, a excepción de la primera, pero después duraron dos años en guerra y sólo un acuerdo de paz le puso fin.

SEMANA: ¿Cuál es la diferencia entre la guerra actual y las del pasado?

R.P.R.: La guerra actual es una transformación de la guerra revolucionaria con elementos nuevos. Tiene una financiación global, es decir que no se alimenta de lo que produce el país. Por eso se puede hacer a una escala grande sin que la economía local la sostenga. La otra diferencia es que para mantener la financiación se necesita un ejercicio permanente de la violencia. Es imposible pensar en ceses de fuego unilaterales porque necesitan ejercer la violencia para financiarse. Por eso los paramilitares no han logrado cumplir con el cese de hostilidades. Antes la guerra tenía una escala diferente. Se podía pararlas porque dependía de fuentes de financiación pequeñas.

SEMANA: ¿Es esa la principal diferencia con las del pasado?

R.P.R.: El otro elemento es la descentralización de la guerra. El que asume el poder hoy es el que más plata consigue. La unidad de mando está muy fracturada. El que las Farc sólo puedan cambiar de política cuando se reúnen todos los comandantes lo demuestra. Lo otro es el efecto de la televisión en la guerra. La guerra es en parte acción militar y en parte lo que la gente perciba. Hechos que no tienen significado militar como la toma de un peaje en el Cauca por las Farc adquieren relevancia gracias a la televisión.

El último factor es que como las finanzas son una exigencia, el control de territorios es determinante. El control de la población tiene que ser homogéneo. Por esa necesidad de controlar regiones enteras para tener cultivos de coca, a mediados de los 90 se genera el desplazamiento.

SEMANA: ¿Y la sevicia para matar ha sido una constante?

R.P.R.: La guerra de la Independencia fue brutal, no había prisioneros. Pero creo que la sevicia no es un rasgo especial de las guerras colombianas. No creo que seamos los más atroces del mundo.

SEMANA: ¿Cree que existe una guerra en Colombia o comparte la tesis del presidente Uribe de que se trata más bien de una amenaza terrorista?

R.P.R.: El terrorismo es parte de la guerra y hay una amenaza terrorista. Pero parte de una motivación de guerra por el poder.

SEMANA: ¿Hay una guerra civil?

R.P.R.: No, porque en las guerras civiles hay sectores importantes de la población civil enfrentados. Esta es una guerra revolucionaria por el poder degradada.

SEMANA: ¿Somos los colombianos violentos?

R.P.R.: Sí, porque la guerra se reproduce. Deja heridos, deja odios y valida la guerra. Ir a las armas no exige mucha reflexión en Colombia.

SEMANA: ¿Paga en Colombia empuñar las armas?

R.P.R.: En el siglo XX no es una buena decisión pero tampoco tiene barreras de entrada: no hay sanciones jurídicas efectivas ni morales. Han visto a sus padres y a sus tíos irse a la guerra.

SEMANA: ¿A quiénes han beneficiado las guerras?

R.P.R.: A los partidos políticos durante el siglo XIX porque violencia y política eran una sola cosa. Hoy no tiene utilidad la guerra para los que la declaran contra el Estado.

SEMANA: ¿Y el Establecimiento ha sido víctima o culpable de las guerras?

R.P.R.: Las dos cosas. Es responsable en cuanto no ha sido capaz de terminar la guerra, pero no ha sido propiciador de la guerra. El discurso de las Farc es contraevidente.

SEMANA: ¿Cree que habrá paz algún día en Colombia?

R.P.R.: Sí. Creo que las motivaciones políticas para la guerra son muy débiles hoy. No hay una causa internacional como la de la Guerra Fría y no hay una causa nacional de bloqueos democráticos. La guerra subsiste por inercia y por la financiación.

SEMANA: ¿Cuál es la principal lección que le quedó después de terminar el libro?

R.P.R.: Sólo se hace la paz si se entienden las motivaciones de la guerra.