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El teniente del Ejército Jhon Edison Giraldo es uno de los 11 acusados del secuestro de la monja, el cura y la anciana, quienes fueron retenidas por el oficial y sus cómplices en esta finca cerca a Girardota, Antioquia

JUDICIAL

Sor-presa

Comenzó el juicio por el insólito caso en el que una religiosa, un sacerdote y una anciana de 88 años fueron secuestrados por un grupo de militares

21 de junio de 2008

El jueves pasado comenzó en Medellín el juicio por uno de los casos de secuestro más sorprendentes que se conozcan en la historia de ese delito en el país. Ese día, en la sala de audiencia del juzgado primero especializado de la capital antioqueña, cinco militares eran juzgados por participar en el secuestro de un cura, una monja y una anciana de 88 años de edad. Lo más irónico es que el principal sindicado, uno de los militares, era un integrante del Gaula del Ejército, un grupo dedicado a combatir el delito por el cual están siendo señalados. El caso ocurrió hace un año, pero ha llamado la atención por el carácter de las víctimas y el de los victimarios.

En la mañana del 31 de mayo de 2007 varias personas llamaron a la línea de emergencia del Gaula de la Policía de Medellín. Informaron que desde hacía varios días habían notado movimientos sospechosos alrededor de una finca cerca al municipio de Giradota, norte de Medellín, y temían que se podía tratar de un secuestro. Pasado el mediodía, una nueva llamada alertó a los policías: según el informante, un grupo de hombres con armas largas, algunos vestidos con uniformes camuflados, había entrado de forma violenta a la finca. Pensando que se podía tratar de un secuestro de la guerrilla, un grupo de patrulleros se dirigió hacia el lugar.

Siguiendo los procedimientos de rutina, los miembros del Gaula empezaron a vigilar la finca desde una distancia prudente, y vieron a tres hombres de civil en las afueras de la casa. A las 4:15 de la tarde vieron llegar una camioneta con vidrios polarizados de la cual descendieron tres personas con uniformes camuflados y fusiles e ingresaron a la vivienda. Unos minutos más tarde, otros cinco hombres se les unieron. Para los policías era evidente que algo irregular estaba ocurriendo, por lo que poco antes de las 6 de la tarde derribaron las puertas y entraron al lugar.

Lo que encontraron fue desconcertante. Los hombres con camuflado eran nada más y nada menos que militares activos adscritos a la IV brigada con sede en Medellín. En una de las habitaciones del lugar, los policías encontraron amarrados con cinta de enmascarar a una anciana de 88 años, un sacerdote, una monja y otras tres personas. La historia que contaron al ser liberadas resultó sorprendente.

La monja había ido a visitar a la anciana residente en la casa. Al llegar se encontró con uno de los militares, quien gentilmente la invitó a seguir. Pero al entrar descubrió que la octogenaria estaba amarrada, y de inmediato corrió con igual suerte. Pocos minutos después llegó el párroco a visitar como de costumbre a la mujer y también fue recibido con una desagradable sorpresa. Y a medida que pasó el tiempo, otras tres personas resultaron amarradas como la religiosa, el cura y su anfitriona.

Cuando los policías arrestaron a los militares, estos llevaban escasas cinco horas desde cuando retuvieron a su primera víctima. Por supuesto, la Fiscalía los acusó de secuestro. "Tenían planeado secuestrar a la anciana, pero el asunto se les fue complicando porque no contaban con que ella es una de las personas más populares del pueblo, y que iban a llegar la monja, el sacerdote y los otros tres civiles. Cuando vieron que todo se había enredado, optaron por llamar refuerzos, los otros civiles capturados, y habían decido secuestrarlos a todos y pedir rescate, incluso por los religiosos. Todo se les dañó porque la Policía les llegó muy pronto", explicó a SEMANA uno de los investigadores de la Fiscalía.

En las dos audiencias del juicio que se desarrollaron la semana pasada los acusados argumentaron que no pretendieron secuestrar a esas personas y que sólo iban a robarlos. Lo malo para ellos es que no sólo fueron descubiertos en flagrancia por la Policía, sino que la Fiscalía tiene todos los argumentos para demostrar que lo que hicieron con la anciana, el cura y la monja no es otra cosa que un secuestro que, por fortuna, fracasó. En esta semana se conocerá el veredicto del juez en este insólito y vergonzoso caso.