Home

Nación

Artículo

PORTADA

"Soy una papa caliente"

Alvaro Leyva habla con SEMANA desde la cárcel en España.

28 de octubre de 2002

El pasado 23 de octubre a la una de la tarde Alvaro Leyva Durán llegó a una biblioteca pública del centro de Madrid, España. Leyva, ex ministro y ex constituyente conservador de 60 años, asilado en Costa Rica desde 1998, había salido temporalmente a España desde hacía más de tres meses. Se exilió luego de que la Fiscalía colombiana le dictara orden de captura en un proceso en su contra por presunto enriquecimiento ilícito.

Leyva presentó sus documentos ante el funcionario de la biblioteca y se dispuso a ingresar cuando a un policía que estaba en la entrada le llamó la atención el pasaporte del político. Este lo identificaba como refugiado político internacional. El policía le dijo que entrara mientras averiguaba sobre este documento. Después de 10 minutos el policía entró al recinto y lo llamó. Afuera lo esperaba un jefe de policía que ya lo conocía pues lo había detenido hace un año en otra visita que había hecho el ex constituyente a España, pero entonces lo había dejado ir. No esta vez.

"Acompáñenos a la comisaría por favor", le dijo. Lo que siguió ya lo conoce el país. Leyva fue puesto a disposición de un juez que resolvió detenerlo mientras consulta la condición de refugiado del colombiano y decide si abre o no un juicio para deportarlo a Colombia, donde lo solicitan las autoridades. Desde su lugar de reclusión Leyva respondió las preguntas de SEMANA. Esto fue lo que dijo.

SEMANA: ¿Desde cuándo está usted en España y qué estaba haciendo?

Alvaro Leyva: Llevo varias semanas en Madrid atendiendo asuntos de índole personal.

SEMANA: ¿Es verdad que alguien lo había delatado y lo estaban siguiendo las autoridades españolas?

A.L.: Probablemente sí me estaban siguiendo porque no es normal que en una biblioteca estudien pasaportes.

SEMANA: Tenemos información de buenas fuentes que dicen que en estos días se reunió con parientes de políticos secuestrados y Olga Marín buscando salidas para el acuerdo humanitario. ¿Las confirma? ¿Ha seguido usted en sus gestiones de paz?

A.L.: Yo vine a España a atender asuntos de índole personal, pero es de conocimiento público que desde hace años dedico mi tiempo a buscar soluciones pacíficas a la guerra en Colombia. Esto necesariamente implica la búsqueda de acuerdos humanitarios.

SEMANA: Se ha dicho que usted estaba pensando radicarse en Madrid y dejar Costa Rica. ¿Es verdad?

A.L.: Yo profeso un inmenso cariño por ambos países. En Costa Rica tengo mis amigos que me han acogido y protegido. En España me siento muy bien. Viviría feliz en cualquiera de ellos.

SEMANA: En otras palabras, usted se estaba trasladando a vivir a Madrid.

A.L.: No. En otra palabras, lo que quiero es compartir mi tiempo entre los dos países.

SEMANA: Usted y su abogado afirman que tiene un pasaporte de refugiado político expedido por las Naciones Unidas. Sin embargo cuando se le pregunta a ese organismo, aclara que no expide pasaportes. ¿Cuál es la situación real?

A.L.: El pasaporte no lo expiden directamente las Naciones Unidas, lo expiden los Estados signatarios con base en el artículo 28 de la Convención de Ginebra sobre refugiados, uno de los cuales es Costa Rica. Ese país me otorgó la condición de refugiado, me expidió el pasaporte y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) es la que da el aval y nos protege en el mundo entero.

SEMANA: En Colombia no se entiende muy bien quién lo persigue a usted políticamente. Han gobernado tres presidentes desde que comenzó su caso y todos están en orillas políticas diferentes. Si a usted lo perseguía Samper no es posible que lo persiga Pastrana y si lo perseguía Pastrana no es posible que lo persiga Uribe. ¿De quién se refugió?

A.L.: El único que me ha perseguido es Samper, quien gobernaba cuando empezó el asunto. Su fiscal Gómez Méndez es un samperista que buscaba meterle conservadores al proceso 8.000, que no tenía sino liberales. Como yo era pastranista era una presa jugosa para quien quisiera enlodar la campaña de Pastrana y así dejar la impresión de que también nosotros recibíamos plata de los carteles.

SEMANA: Pero si eso es así, cuando subió al poder Pastrana sus problemas debieron haberse terminado pues los que lo perseguían fueron derrotados.

A.L.: Sí, pero Gómez Méndez siguió siendo fiscal y puso en marcha un proceso judicial que requiere mucho tiempo para poderse rectificar. Fíjese que mi proceso lo pasan de una jurisdicción a otra sin que nadie se atreva a condenarme o a absolverme. Me he vuelto una papa caliente.

SEMANA: Pero el proceso que puso a marchar Gómez Méndez se basa en un cheque de un narcotraficante a usted. Y ese cheque era real y fue pagado.

A.L.: Su pregunta es cierta pero le falta algo. Jairo Aparicio Lenis, el hombre que me giró el cheque, no era un narco. Era el segundo explotador de carbón más grande de Colombia, a quien le vendí unas volquetas y quien años después de hacer el negocio conmigo acabó siendo también lavador de dólares. En el mundo de la minería todo el mundo conocía a Aparicio y nadie pensaba que tuviera negocios raros.

SEMANA: Sí, pero el cheque de 49 millones de pesos por el que lo acusaron no tuvo nada que ver con el negocio de las volquetas, que fue un año antes. La Fiscalía nunca le ha encontrado explicación a ese pago.

A.L.: Pongamos las cosas en orden cronológico. Orlando Guzmán, antiguo vicepresidente de Ecopetrol, me envió una carta presentándome a Jairo Aparicio como posible comprador de volquetas marca Belaz de la antigua Unión Soviética.

Yo que hacía negocios con los países de la Cortina de Hierro, importé 30 volquetas que le vendí a Aparicio Lenis. Este negocio está totalmente documentado y la propia Fiscalía lo reconoce como real. Hasta donde sé, fueron hasta Bielorrusia a verificar la veracidad de esta transacción.

SEMANA: ¿Entonces por qué lo enredaron?

A.L.: Me enredaron porque un año después de ese negocio Aparicio me giró un cheque por 49 millones de pesos por repuestos y gestiones de posventa. Lo paradójico es que la Fiscalía reconoce que la venta de las volquetas, en la que se movió casi un millón y medio de dólares, fue un negocio licito, pero cree que los 49 millones fueron un regalo que me hicieron a mí.

SEMANA: ¿Y no había papeles para demostrar que no era un regalo?

A.L.: Claro que los hay, claro que los presenté, pero la Fiscalía de Gómez Méndez dijo que había vacíos. Ese es todo el debate sobre mi caso y llevo cinco años en esto.

Quiero recalcar que yo era un ciudadano particular que hacía negocios con un empresario conocido. También que ya se aceptó que el negocio de las volquetas fue real. Por eso a mí no me pueden equiparar con políticos que financiaban sus campañas con recursos de los Rodríguez Orejuela, sabiendo que eran narcotraficantes y recibiendo la plata en efectivo para no dejar huellas.

SEMANA: Pero Jairo Aparicio en su versión inicial afirmó que ese dinero era de Pacho Herrera y que usted lo sabía.

A.L.: No. En su versión inicial afirmó totalmente lo contrario. Fue en su segunda versión en la que se retractó y me incriminó diciendo que él me había prestado esa plata y que él a su vez la había recibido de Pacho Herrera. En su primera versión afirmó que yo era inocente. En la segunda afirmó que yo era culpable. Pero luego hubo una tercera, en la cual se retractaba de la segunda, diciendo que la Fiscalía le había ofrecido beneficios a él y a su familia si me inculpaba. Pero que como no le cumplieron había decidido decir la verdad.

SEMANA: Entonces lo que usted está diciendo es que la Fiscalía, sabiendo que usted era inocente, le hizo un montaje sobornando con beneficios jurídicos a un testigo.

A.L.: Eso no lo digo yo. Eso lo confiesa el director de Fiscalías regionales de Bogotá, Antonio José Serrano, en una conversación que le grabó clandestinamente Jonás Borrero, el abogado de Jairo Aparicio Lenis, quien posteriormente fue asesinado.

SEMANA: ¿Nos podría aclarar esto un poco más?

A.L.: Claro. Cuando Jairo Aparicio, el hombre que me compró las volquetas y quien posteriormente me acusó, quiso poder demostrar que me había incriminado por presión de la Fiscalía, mandó a su abogado con una grabadora escondida en el bolsillo para que soltara la lengua el fiscal con el que había negociado mi cabeza. Ese fiscal soltó la lengua y la grabación existe, es hoy parte del proceso y nadie ha puesto en tela de juicio su autenticidad.

SEMANA: ¿Y si todo es tan claro por qué no lo han exonerado?

A.L.: Por razones políticas. Es claro que a mí no me persiguió el gobierno de Pastrana ni me persigue el de Alvaro Uribe. Pero por el asilo mi caso se volvió famoso y cualquier fallo será interpretado como político.

SEMANA: ¿Esa es la razón por la cual usted no enfrenta la justicia colombiana y por la que pidió asilo?

A.L.: Yo siempre he enfrentado la justicia colombiana. Allá están mis abogados, mi familia ha puesto la cara y el proceso sigue. A lo que no le he jalado es a un carcelazo, siendo inocente, mientras no se defina el asunto. Las cosas no pueden ser más claras. Por eso en Costa Rica apenas estudiaron mi caso me dieron el asilo político.

SEMANA: A usted su caso le parece claro pero pocas veces se ha visto un caso tan confuso. Hay testigos que se retractan, grabaciones obtenidas clandestinamente, asilo político y, según usted, hasta muertos.

A.L.: A mí y a Costa Rica nos parece totalmente claro. Pero si a usted le parece confuso me estaría también dando la razón. A uno no lo pueden mandar a la cárcel por episodios en los cuales no se tiene claridad. Eso es así de sencillo.

SEMANA: ¿Y ahora que está preso en España qué va a pasar?

A.L.: Esta no es la primera vez que me detienen sino la cuarta, pues la Fiscalía de Alfonso Gómez Méndez expidió una orden de captura internacional. Las otras tres veces me tuvieron que dejar en libertad, como espero que suceda pronto en esta ocasión.

SEMANA: ¿Cuáles fueron las otra tres veces y por qué lo soltaron?

A.L.: La primera fue apenas llegué a Costa Rica a pedir asilo y duró casi un mes. Me soltaron al considerar que había mérito en mi solicitud de asilo. La segunda al llegar a San José de un viaje a Europa. Me retuvieron unas horas hasta que el funcionario comprobó mi condición de asilado. La tercera en Madrid y me retuvieron durante todo un día. Esta es mi cuarta oportunidad en la que me detienen y tan pronto se verifique mi historia espero recuperar mi libertad.

SEMANA: ¿Qué instancia jurídica define su caso?

A.L.: Un juez que pidió a Costa Rica certificar todo lo que les he dicho en esta entrevista. Cuando le lleguen los documentos los evaluará y tomará una decisión.

SEMANA: ¿Cuánto tiempo lo pueden tener preso?

A.L.: Cuarenta días, a menos que quieran iniciarme un proceso de extradición, caso en el cual se puede extender el período.

SEMANA: ¿Qué posibilidades hay de que lo extraditen a Colombia?

A.L.: Si se ciñen al derecho, ninguna. Colombia puede por formalismo pedir mi extradición por el proceso judicial y eso no tendría nada de raro. Pero ese acto burocrático se enfrenta a las siguientes realidades jurídicas. 1) La convención de Ginebra sobre refugiados prohíbe que me devuelvan a Colombia, 2) La legislación española prohíbe extraditar a los refugiados y, como si esto fuera poco, el delito por el cual me quieren extraditar no es delito en España y nadie puede ser extraditado por algo que no sea delito en el lugar que se encuentra.

SEMANA: Algunas personas consideran que su detención en España no le ha hecho ningún daño y que usted mismo estaba buscando una oportunidad para llamar la atención sobre su caso.

A.L.: A nadie se le puede ocurrir que estar en este lugar de reclusión y pasar por esta situación sea agradable. Yo lo único que quiero es que se reconozca pronto mi inocencia y así poder volver a Colombia para realizar una vida normal. No pido nada más.