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Su peor enemigo

Fernando Londoño Hoyos se demandó a sí mismo en un pleito contra el Banco del Pacífico. El resultado fue una sorpresa.

13 de julio de 2003

Fernando Londoño Hoyos tiene una costumbre muy rara: la de demandarse a sí mismo. Eso sucedió en el caso de Invercolsa, en el cual, siendo el presidente y único empleado de la sociedad, la demandó después de su retiro por no haberse hecho a sí mismo un contrato de trabajo, ni haberse pagado, también él mismo, salarios, prestaciones, vacaciones, ni cotizaciones al Seguro.

Ahora algo parecido acaba de suceder con el Banco del Pacífico. El Ministro siempre fue presidente de la junta directiva de dicho banco. Sin embargo, en su calidad de presidente de la junta directiva del club El Nogal, demandó al Banco del Pacífico por las irregularidades que llevaron a la quiebra al banco y las consecuencias que tuvieron en el patrimonio del club.

La semana pasada un tribunal de arbitramento falló en contra de la autodemanda de Londoño, censurándolo en forma severa por su incongruencia.

Los integrantes del tribunal eran el ex magistrado Carlos Esteban Jaramillo y los catedráticos Jorge Suescún Melo y Gilberto Peña Castrillón. El tribunal había sido convocado por la Cámara de Comercio para estudiar una demanda, en la que Fernando Londoño, como presidente y apoderado del club El Nogal, demandaba al Banco del Pacífico para que le reconociera y pagara los perjuicios -que estimó en 1.200 millones de pesos- que recibió su club por la intervención que hiciera la Superintendencia Bancaria de aquella institución financiera.

Lo que hacía peculiar la demanda era que Fernando Londoño durante el tiempo de los hechos era presidente de la junta directiva de las dos entidades.

La vida de esas dos instituciones estaba vinculada desde su inicio. Según relata Londoño en su demanda, desde su constitución en Colombia el Banco del Pacífico "otorgó desde Colombia y Estados Unidos importantes créditos a la Promotora Club El Nogal y a sus accionistas". Esos estrechos vínculos se concretaron en la expedición de una tarjeta de crédito de consumo interno para los socios, la que administraba el banco.

Se celebró un convenio en noviembre de 1997, en virtud del cual los consumos realizados por los asociados en el club se pagaban con la tarjeta del banco, éste pagaba en seguida al club con un descuento y redimía el crédito cuando el asociado pagaba su cuota mensual, con los intereses del mercado.

La relación entre las dos instituciones fue normal, según relata la demanda, aunque reconoce que el 20 de mayo de 1999, fecha en que la Superintendencia Bancaria intervino el Banco del Pacífico por encontrarse al borde de la quiebra, la cartera de los 1.821 socios del club para con el banco ascendía a 3.142 millones de pesos.

El hecho que alegó Londoño para demandar al banco, sin embargo, consistió en que cuando éste fue intervenido se suspendió de forma abrupta el contrato de administración de la tarjeta y que, en consecuencia, su club recibió gravísimos perjuicios, no sólo representados en la interrupción súbita del servicio sino en el congelamiento de unos 300 millones de pesos que tenían depositados el club y su fondo de empleados en la institución financiera. Según la demanda de Londoño la intervención del banco fue responsabilidad de sus directivos.

Hasta ese momento la reclamación parece la de una persona agraviada con un salpique más de la crisis financiera. Pero el tribunal de arbitramento, que se instaló el 30 de mayo de 2002 con la presencia de Fernando Londoño, tuvo una súbita vuelta de tuerca cuando el presidente-liquidador del banco, Ignacio Copete Saldarriaga, contestó y se opuso de plano a la tesis de Londoño.

Los argumentos de Copete para refutar a Londoño dejaron el pleito del Ministro en pésima posición jurídica, según lo acaba de reconocer el fallo o laudo del tribunal de la semana pasada.

Desde el día de la intervención del Pacífico, Londoño dirigió una circular a todos los asociados de El Nogal, en la que les ordenaba que ya no volvieran a pagar al banco sus cuotas de la tarjeta del club y que, en consecuencia, hicieran los abonos en la propia tesorería del club. Lo grave de este hecho, según relata el fallo, que cita numerosas pruebas en su respaldo, es que el banco ya le había girado al club 860,6 millones de pesos anticipados, correspondientes a los consumos de los socios del club. Pese a ello, el club volvió a recaudar de sus miembros ese mismo dinero, no obstante haberlo recibido ya del banco.

Así lo expresó Copete Saldarriaga en carta dirigida a Londoño en ese momento: "Por medio de la presente quiero, una vez más, requerir al club El Nogal, la devolución, con los correspondientes intereses de mora que estipula la ley, del dinero propiedad del Banco del Pacífico, 860,6 millones de pesos, cuyo pago, ilegalmente, la Corporación Club El Nogal solicitó a varios deudores del Banco y que, también ilegalmente, recibió".

El mismo Copete dijo en un testimonio rendido ante el tribunal que hubo reuniones a lo largo de un año en las que el club "nos dijo que sí recaudaron pero que no podían pagar en ese momento, que había que darles plazo... lo que sí se le hizo saber era que el dinero era (propiedad) del banco y que por lo tanto debía estar en sus arcas".

El club reconoció el recaudo pero alegó en su defensa que lo hacía por temor a que el banco perdiera esos millones. El tribunal le respondió que esta "aseveración en verdad poca credibilidad merece toda vez que esa acuciosa gestión inspirada, según se dice, en móviles altruistas, no tiene respaldo probatorio alguno".

Por el contrario, concluyen los magistrados del tribunal arbitral, "el club actuó con dos propósitos esenciales, ambos en su exclusivo y entero beneficio y, si se quiere, en detrimento del banco (Pacífico) en liquidación". Por eso, agrega, la conducta y exigencias del club "no pueden ser justificadas en derecho, pues el convocante no podía por sí y ante sí cobrar lo que no era suyo".

Por tanto, dice el laudo, "el club irrumpió ilegítimamente en la esfera de derechos del Banco del Pacífico". "Esto significa que desde cuando el club cobró y recaudó lo que no era suyo, quebrantó el deber de abstención quedando obligado a restituir de inmediato al banco los valores percibidos... Por tanto el club sí estaba obligado a reconocer y pagar intereses de mora, a favor del banco, desde el momento mismo en que recaudó la cartera que le pertenecía a este último".

La decisión del tribunal contempla otro argumento planteado por Fernando Londoño Hoyos, consistente en que el club recibió los perjuicios por la intervención del banco y que ésta se produjo como consecuencia de "la culpa exclusiva del Banco, toda vez que actuó con total negligencia e impericia" y que, por lo tanto, la terminación súbita del contrato entre el banco y el club fue la intervención de la Superintendencia Bancaria, la cual fue provocada por hechos "imputables a la conducta negligente del banco".

Esta afirmación es algo desconcertante a la luz de que, cuando tuvo lugar esa "conducta negligente del banco", el presidente de la junta directiva del mismo era el demandante, Fernando Londoño. Sin embargo, teniendo en cuenta que perdió el pleito contra Invercolsa, que también perdió la semana pasada el pleito contra el Banco del Pacífico, la conclusión es que, cada vez que el superministro se demanda a sí mismo, pierde.