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TAN LEJOS, TAN CERCA

A pesar de su bajo perfil, la visita de Ernesto Samper a Alemania le dejó al mandatario colombiano un balance definitivamente positivo.

6 de noviembre de 1995

SI SE HUBIERA HECHO UNA consulta hace 10 días pocos hubieran apostado que el viaje del presidente Ernesto Samper a Alemania sí se realizaría. Al fin de cuentas, estuvo precedido por una de las peores semanas de su mandato. En ella pasó de todo: declaró ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes; tuvo que visitar a su abogado defensor, Antonio José Cancino, en el hospital; y tuvo que salirle al quite a las explosivas declaraciones de Horacio Serpa, quien casó una monumental pelea con Estados Unidos. Sin embargo, Samper hizo poco caso de las voces que le solicitaron que cancelara su visita y se la jugó. Empacó maletas y con una nutrida comitiva, que incluía empresarios y periodistas, cruzó el Atlántico en el destartalado Boeing 707 de la Fuerza Aérea Colombiana.
Además de que una cancelación de última hora podía tomarse como una señal de alarma, el gobierno no podía desaprovechar este viaje: Alemania es hoy el tercer comprador de las exportaciones nacionales, y a lo largo de los años se ha mantenido como un confiable socio comercial, particularmente con productos tales como el café y el banano.
A pesar de que se trataba de un viaje eminentemente comercial, el gobierno sabía que iba a ser muy difícil que otro tipo de temas no salieran a colación, en especial lo que se refiere a los derechos humanos. Las manifestaciones de las comunidades religiosas y de Amnistía Internacional precedieron el arribo del mandatario colombiano. Pero no fueron los únicos en recordarle el asunto. Durante su encuentro en la Puerta de Branderburgo con Samper, el alcalde de Berlín, Ederhard Diepgen, también se refirió al tema, claro que en términos bastante benevolentes. Señaló que su país no condena la situación de derechos humanos, pero que se encuentra preocupado por esa problemática. Su intención inicial, sin embargo, no era limitarse a una tímida referencia: en el texto del discurso que le fue entregado a los periodistas estaba previsto un cuestionamiento sobre la salida precipitada del procurador delegado para los Derechos Humanos, Hernando Valencia Villa, que no fue leído por el burgomaestre berlinés.
A lo que sí logró hacerle el quite Samper fue al escándalo en torno de la financiación de su campaña presidencial. Aunque en un par de oportunidades la prensa local mencionó el tema (ver recuadro), la mayoría de sus respuestas a los periodistas únicamente hicieron referencia a los inmensos esfuerzos que el gobierno colombiano ha adelantado para desmantelar el cartel de Cali y erradicar los cultivos ilícitos. Sólo el viernes en Hamburgo se refirió directamente a las denuncias sobre infiltración de dineros del narcotráfico en la financiación de su campaña. Advirtió que él mismo le había solicitado a la Comisión de Acusaciones de la Cámara que iniciara las investigaciones pertinentes.
El tráfico de drogas también fue uno de los temas centrales durante su encuentro con el canciller alemán, Helmut Kohl. Los mandatarios coincidieron en la importancia de la cooperación para lograr éxitos en la lucha contra este flagelo. Según ambos, esta es una responsabilidad tanto de las naciones productoras como de las consumidoras. La importancia de abordar el tema con Kohl obedecía a que Colombia espera que Alemania le sirva de intermediario en la Unión Europea para que las ventajas arancelarias con que ahora cuenta le sean extendidas, en reconocimiento por la guerra contra los carteles de la droga.
En materia de negocios hubo unas de cal y otras de arena. La firma del tratado de protección a la inversión germana en Colombia, que se promocionò como uno de los actos de mayor importancia durante la visita, fue pospuesta para la primavera. Según se supo, algunos términos del acuerdo aún no están totalmente perfeccionados y deben ser revisados.
En cambio la reunión con la Confederación de Cámaras de Industria y Comercio fue un espacio propicio para la búsqueda de acuerdos de cooperación industrial. Los empresarios alemanes se mostraron interesados en invertir en sectores como el metalúrgico, el farmacéutico, las telecomunicaciones y, en especial, en la construcción de vías por concesión. Allí las cosas no se quedaron en buenos propósitos, pues el gobierno salió con un convenio firmado para adelantar un proyecto carbonífero por 40 millones de dólares.
El encuentro de Ernesto Samper con el presidente federal, Roman Herzog, también estuvo dominado por el tema económico. El mandatario colombiano anunció que presentará un proyecto de acto legislativo al Congreso para suprimir la figura de la expropiación por vía administrativa, consagrada por la Asamblea Nacional Constituyente, y que preocupa a los inversionistas foráneos.
En la agenda presidencial había un espacio reservado para el encuentro con los dirigentes de los partidos políticos: una reuniòn con el Jefe del Partido Liberal Democrático, Wolfgang Gerardt; un desayuno con el secretario general del Partido Socialdemócrata, Gunter Verheugen; y una charla con la jefe de la bancada del Partido Verde, Joska Fischer. Pero lo que muchos se preguntan es el motivo por el cual no se incluyó una cita con los representantes del Partido Demócrata Cristiano, pues finalmente es la colectividad que en el momento está en el poder.
Lo que no consiguió con el viaje el presidente Samper fue alejarse de algunas preocupaciones. Por una parte, el avión en el que iba a viajar entre Berlín y Bonn sufrió un desperfecto y fue obligado a regresar y, por la otra, los ecos de la crisis con Estados Unidos lograron atravesar el Atlántico y estar a la orden del día tanto para el mandatario como para sus 80 acompañantes.
Sin embargo, gracias a su periplo por Europa, el jefe de Estado colombiano logró un buen cubrimiento en los medios de comunicación nacionales. Además pudo en algunos momentos cambiar la agenda de un país obsesionado con el proceso 8.000 e introducir temas económicos y comerciales. De tal manera que a pesar de la apatía de la opinión alemana, de los escasos resultados diplomáticos y de la falta de interés que despertó la visita de Ernesto Samper, éste tuvo motivos suficientes para declararse satisfecho.
Después de semanas de estar a la defensiva demostró que sigue siendo el jefe del Estado colombiano y pudo tomar un segundo aire para volver a un país en el cual los vientos de tormenta no han dejado de soplar.


INDIFERENCIA EN LOS MEDIOS
EL 4 DE OCTUBRE ERNESto Samper llegó a Alemania y la prensa local apenas se dio por enterada. El día de su arribo a Berlín prácticamente ninguno de los periódicos importantes registró la noticia. Solo en la página de opinión del Suddeutsche Zeitung de Munich apareció un artículo firmado por Eva Karnofsky en el que se hacía un perfil del mandatario colombiano, bastante centrado en el medinagate, y en el que apenas se hacía una referencia tangencial y poco clara al hecho de que el gobernante colombiano se encontraba en territorio alemán.
En televisión solo uno de los noticieros importantes consideró necesario hacer una nota brevísima y neutral en la que se decía que el alcalde de Berlín Ederhard Diepgen había recibido al presidente Samper, que tenía programada para la noche una cena informal con el presidente Roman Herzog y para los días siguientes reuniones con el canciller Helmut Kohl y el ministro de Asuntos Exteriores, Klaus Kinkel.
Al día siguiente el Frankfurter Rundschau, que suele tener una información amplia sobre América Latina, le bastó con una pequeña noticia ubicada en la esquina inferior derecha de la página cuarta. En esta noticia se daba cuenta de que, contrariamente a lo que se había dicho al salir de Bogotá, el acuerdo para la protección de inversiones no sería firmado durante la visita presidencial a Alemania. Se agregaba, además, que Samper estaba acompañado por dos ministros y 42 industriales. De resto, ni el Frankfurter Allgemeine Zeitung ni el Tagezeitung de Berlín ni el General Anzeiger de Bonn encontraron espacio en sus pàginas para algo relacionado con la visita presidencial.
El 6 de octubre solo el Tagesspiegel de Berlín -un periódico que no tiene ninguna trascendencia nacional- consideró adecuado publicar algo de cierta extensión sobre Samper. En un perfil, publicado en la página cuarta, se resaltaba su informalidad, luego se hacía alusión a la gran estabilidad de Suramérica y a lo interesante que podía ser la región para los inversionistas. A renglón seguido se mencionaba el medinagate y a lo increíblemente seguro que está Samper de salir bien librado del mismo. En una entrevista publicada debajo del perfil el Presidente aprovechó para resaltar que la lucha contra la droga no la ganará nunca el mundo si los países consumidores no luchan contra la demanda. Al Suddeutsche le bastó una foto en la página quinta en la que Samper aparece junto con el presidente Herzog.
El día anterior el Presidente había tenido un encuentro con grupos de defensa de los derechos humanos en la sede de la Fundación Friedrich Ebert en Bonn y había pronunciado un discurso durante una recepción ofrecida en la casa de huéspedes de Petesberg. Las dos cosas pasaron inadvertidas.
En la rueda de prensa celebrada el 6 de octubre en Bonn la mayor parte de los asistentes eran periodistas latinoamericanos o españoles. Los temas dominantes fueron el estado de las relaciones con Estados Unidos y los narcocasetes. Solo marginalmente se hizo alusión a la reunión que el Presidente había sostenido horas antes con el canciller Kohl.
A pesar de la seguridad que el Presidente exhibió ante todas las preguntas formuladas en gran parte de los periodistas predominaba el escepticismo. "Tiene más cara que Felipe", dijo en voz baja un periodista español después de que el Presidente había repetido una vez más ante las cámaras de Televisa y Antena 3 que no pensaba renunciar porque sabía que las investigaciones que están en curso iban a probar su inocencia. En la noche a la televisión le bastaron 15 segundos para cubrir el encuentro con Kohl. La apatía que los medios alemanes han mostrado hasta el momento no tiene comparación con el cubrimiento amplio y equilibrado que hicieron hace algunas semanas de la visita del presidente del Brasil. Y el contraste se hace todavía mayor si se compara con la información sobre la situación colombiana en el momento en que se destapó el medinagate. En opinión de algunos lo que sucedió es que si bien el medinagate es noticia, la presencia de Samper en Alemania no lo fue. La explicación técnica es que mientras la visita de Cardoso fue una visita de Estado, la de Samper fue una visita de trabajo.