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La cárcel de Itagüí es considerada como uno de los centros penitenciarios más estrictos y seguros del país. Pero desde el interior de ese penal están delinquiendo algunos jefe paramilitares

Una portada decisiva

“Te llamo desde la prisión"

SEMANA revela grabaciones que muestran cómo, desde la cárcel de Itagüí, los paras ordenan asesinatos , siguen en el narcotráfico y han rearmado a sus hombres.

12 de mayo de 2007

La semana pasada, el país quedó escandalizado cuando SEMANA reveló cómo la sede de los diálogos de paz en Santa Fe Ralito terminó convertida en una zona de parranda, sexo y negocios de los paramilitares. Pero si fue grave lo que sucedió hace dos años en ese municipio de Córdoba, lo que hoy está pasando dentro de la cárcel de máxima seguridad de Itagüí es comparable con lo que ocurrió en La Catedral de Pablo Escobar, coincidencialmente en el mismo municipio antioqueño.

SEMANA obtuvo decenas de grabaciones de los últimos cuatro meses en las que varios de los paramilitares recluidos en el patio 1 de la cárcel de Itagüí coordinan todo tipo de negociaciones ilegales a través de celulares y correos electrónicos. Los paras identificados en las conversaciones son hombres de confianza de algunos de los principales líderes de las AUC desmovilizados, como Salvatore Mancuso; Ramiro Vanoy, alias ‘Cuco’, y Fredy Rendón, alias ‘El Alemán’.

Hasta ahora no se conoce cuáles son las reglas de juego entre el gobierno y los jefes de las AUC mientras se adelanta el proceso de Justicia y Paz. Pero con estas grabaciones ya no hay duda de que algunos de sus lugartenientes con quienes comparten sus celdas en Itagüí continúan con sus actividades criminales desde la prisión. Hay unos, como ‘El Flaco’, miembro del antiguo Bloque Catatumbo comandado por Salvatore Mancuso, que les ordena a sus hombres de confianza que están por fuera de la cárcel la compra y la venta de grandes cargamentos de cocaína. “Todo el mundo sabe que el que no venda la mercancía blanca a 22 , (2.200.000 pesos) se calienta. Usted sabe cómo es, ellos son blancos y entre blancos se entienden”. Otros, como ‘Goyo’, del Frente Elmer Cárdenas liderado por Fredy Rendón, alias ‘El Alemán’, mandan a sus hombres a desenterrar los fusiles que no entregaron cuando se desmovilizaron y les dicen que hay que seguir con el dominio de barrios y pueblos enteros que no están dispuestos a perder. “ Usted sabe que ahí tenemos varias escopeticas de esas de repetición. Es que uno se azara pa’ meterlas por ahí, hay que tenerlas guardadas”. También les piden continuar con las vacunas a “gente pudiente” para financiarse. “Hay que restaurar todo el comercio de San Cristóbal p’a que nos vuelvan a aportar porque hay que darles a los pelados una liguita”. Y lo más aterrador es que, tranquilamente, por celulares, hablan de los asesinatos y las torturas que siguen cometiendo, como en la conversación de ‘El Mosco’, del desmovilizado Bloque Mineros, liderado por Ramiro Vanoy, alias ‘Cuco’, a quien le reportan el crimen de un hombre. “Imagínese que a ese hijo de puta nadie lo lloró ni nada. Usted sabe señor que eso desde que sea con el aval suyo y lo que usted diga, así es”, le dice uno de sus lugartenientes. (Ver recuadros).

En la mayoría de las grabaciones obtenidas por SEMANA los 17 máximos jefes de las AUC desmovilizados conversan sobre asuntos personales, procesos judiciales y las dificultades del proceso de Justicia y Paz. En repetidas oportunidades ellos han sostenido que no pueden responder por las actividades ilegales que continúen haciendo sus hombres desmovilizados. Sin embargo, resulta poco creíble que no estén enterados de lo que estén haciendo los 25 hombres que los acompañan en el patio 1 de Itagüí. Al fin y al cabo, no sólo han sido sus hombres de confianza en los últimos años, sino que además pasan las 24 horas del día a pocos metros de ellos.

Si bien es cierto que el gobierno les ha concedido a los miembros de las AUC lugares atípicos y con algunas normas permisivas como en Santa Fe Ralito y La Ceja, cuando fueron trasladados a la cárcel de máxima seguridad de Itagüí se creía que los excesos y las prebendas habían terminado. O por lo menos sus conductas iban a ser más controladas. Al fin y al cabo, cuando se construyó este centro penitenciario, se creía que era una verdadera fortaleza en donde era impenetrable la corrupción.

Tal vez fue por eso que el presidente Álvaro Uribe ordenó la reclusión de los paramilitares en esa cárcel. De allí que haya afirmado con vehemencia hace pocos meses que Itagüí “contrasta con experiencias del país como la cárcel de La Catedral que, más que cárcel, fue un episodio triste de la vida colombiana y muchos de nuestros críticos todavía no le explican al país ese episodio”.

Ahora el país necesita otra explicación. La de Itagüí. En una de las más reveladoras grabaciones, lo que pasa en esa cárcel, el descontrol, la desorganización, pero ante todo la corrupción, se reflejan en la voz de la que hasta hace pocas semanas fuera la directora del penal.

El testimonio de Yolanda Rodríguez es la radiografía más impresionante de lo que allí sucede. “Esto cada día se está poniendo peor. Aquí cambian de orden todos los días. Yo aquí digo que no y entonces ahí mismo llaman al director general, al Comisionado, al Ministro y si no, al Presidente”. El desespero de la funcionaria la llevó, el pasado 10 de abril, a contarle estas y otras graves irregularidades a su amiga, la directora de la cárcel La Picota, Imelda López. Era tal su desilusión, que pidió ser trasladada a cualquier cárcel del país (Ver recuadro).

Este lunes está programada una reunión entre los paramilitares desmovilizados en Itagüí con el ministro del Interior, Carlos Holguín, y el comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo. Falta ver si los dos altos funcionarios del gobierno salen de Itagüí y le cuentan la verdad al país.