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TELEFONO ROTO

Con la medida de aseguramiento contra Alvaro Leyva se perdió la línea directa entre el gobierno y las Farc para las negociaciones que se avecinan.

3 de agosto de 1998

La semana pasada Alvaro Leyva y Werner Mauss mojaron mucha prensa. El agua sucia cayó sobre el ex ministro conservador, a quien la Fiscalía regional de Bogotá le dictó medida de aseguramiento, consistente en detención preventiva sin beneficio de excarcelación, por el presunto delito de enriquecimiento ilícito a favor de particulares. De acuerdo con las investigaciones preliminares adelantadas por el ente acusador, Leyva habría recibido en 1993 un cheque por 49 millones de pesos, cuyos fondos al parecer provenían de una de las empresas de fachada del cartel de Cali. Los elogios recayeron sobre los esposos Mauss, quienes pasaron de ser señalados como oscuros personajes dedicados a intermediar en secuestros de extranjeros con los grupos subversivos y comisionistas de negocios a filántropos de la paz. En medio de todo el interés que suscitaron estas dos noticias nadie se detuvo a examinar las implicaciones que tendrán ambos casos en el futuro de las negociaciones del proceso de paz.Por una parte Werner Mauss fue tildado por los colombianos como un delincuente y mercenario que entró clandestinamente al país para lograr la liberación de una compatriota suya a cambio de una jugosa comisión en dólares. El alemán, junto con su esposa, se la jugaron a fondo para lograr que el ELN comenzara a explorar un proceso de paz con el próximo gobierno.La reunión de Mainz, que comenzará el próximo domingo, no habría sido posible sin la intervención de los Mauss. Y es muy probable que si el espía alemán no le hubiera metido tanta pasión y empeño a la causa el encuentro entre la cúpula del ELN y 48 representantes de la sociedad civil colombiana todavía estaría en pañales. Ese trabajo Mauss lo hizo con la finalidad de lavar no solo su imagen sino la de su protector Schmidbauer, quien estuvo a punto de perder su puesto como ministro de Estado. En el Parlamento alemán el Partido Verde pidió la cabeza del ministro por autorizar que Mauss portara seis pasaportes con diferentes identidades. El caso de Leyva es bien diferente al de Mauss. Desde hace muchos años los colombianos conocen de sus contactos con las Farc. Cuando se trata de hablar con esa organización subversiva Leyva es el dueño del micrófono. Sin embargo los problemas jurídicos lo obligaron a marginarse en el momento que más se requerían sus servicios. Para nadie es un secreto que por esa situación que tiene pendiente con la Fiscalía, Leyva no apareció en la foto con 'El Mono Jojoy', 'Tirofijo' y Víctor G. Ricardo, respaldando el programa de paz del entonces candidato Andrés Pastrana. El papel que jugó Leyva fue el de intermediario para que los jefes de las Farc recibieran a Ricardo en su campamento.Esa gestión podría ser la última de Leyva. Después desapareció y aunque logre asilarse en algún país es muy difícil para un gobierno tener como mediador a una persona que afronta un proceso penal. Si los cheques que recibió Leyva tuvieran como procedencia la guerrilla nada habría pasado. Si la plata del narcotráfico hubiera sido destinada a un parlamentario la gente entendería para qué son esos dineros, pero lo que nadie comprende es para qué los narcos le daban plata a Leyva. Así como no tiene mucha lógica que los Rodríguez le den aportes a Leyva, tampoco la tiene que una empresa de fachada, cuyo objeto es hacer pagos, termine comprando volquetas como si se tratara de una firma de ingenieros. Independientemente de cuál sea la verdad se pueden anticipar varias conclusiones. La más importante, que el proceso de paz con el ELN le está cogiendo ventaja al de las Farc. El dinamismo y la eficiencia de Mauss comenzaron a sorprender; tanto es así que ni siquiera esperaron la posesión del nuevo gobierno para arrancar. Esa velocidad no se había visto antes con la guerrilla. Por el lado de las Farc parece ser que será a otro ritmo y con múltiples protagonistas que terminarán por demorar el proceso.