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"Tenemos que defendernos del lobo feroz"

El senador Antonio Navarro habló con SEMANA sobre la reelección de Álvaro Uribe y de su propuesta de hacer una gran coalición opositora.

12 de septiembre de 2004

SEMANA: ¿En qué consiste exactamente la propuesta de 'todos contra Uribe' que está liderando usted desde el Polo Democrático?

Antonio Navarro: Es un asunto de realismo político. En la próxima campaña Uribe va a armar una coalición muy grande. Tiene el apoyo del 98 por ciento del Partido Conservador, de un numeroso grupo de congresistas liberales, del ex presidente Turbay, de los empresarios y de parte importante de medios de comunicación. Hasta las autodefensas han dicho que quieren votar por Uribe. Además va a tener a los funcionarios del gobierno haciendo campaña a su favor. Y esto no puede enfrentarse por un grupo disperso de personas, ni de partidos. Porque una golondrina no hace verano, es necesario hacer una gran coalición contra Uribe.

SEMANA: ¿Quiénes podrían entrar a esta coalición?

A.N.: Podrían estar Carlos Gaviria, que con su movimiento Alternativa Democrática representa la izquierda más izquierda del país; Mockus, que se presenta al mismo tiempo como candidato de centro izquierda; un sector del Partido Liberal aparentemente minoritario que se resiste a pasarse al uribismo, y el Polo Democrático. Tenemos que defendernos del lobo feroz y llegar unidos a la primera vuelta. Esta es una defensa necesaria del centro izquierda.

SEMANA: Pero cuando usted mencionó esta propuesta en un foro académico la semana pasada convocando a un sector del Partido Liberal, Juan Manuel Santos le contestó diciendo que materializarla sería difícil, porque al Polo Democrático le falta madurar mucho.

A.N.: Yo no sé si Juan Manuel está dentro o fuera del partido Liberal. No sé si está con el Partido o con Uribe. La propuesta de coalición está dirigida al centro izquierda liberal, no a Juan Manuel Santos, que es centro derecha.

SEMANA: Con una coalición, ¿un partido tan joven como el Polo no corre el riesgo de perder su identidad? ¿No es un mal negocio para el Polo juntarse a otro como el Liberal, que para los colombianos representa cualquier cosa menos renovación?

A.N.: Sí. Ahí hay un riesgo de definición del Polo y de otras fuerzas como alternativas diferentes. Pero del otro lado está el riesgo de que la coalición y la máquina feroz encabezada por Uribe vuelvan trizas a la gente dividida. Por eso la discusión clave va a ser cómo se organiza esta coalición contra Uribe, ya no en el terreno programático e ideológico sino en el práctico. Es claro que en la coalición no puede haber nada de clientelismo. Pero tampoco podemos hacer lo mismo que Uribe, que enarboló las banderas de la antipolitiquería en su campaña pero las abandonó apenas pudo. Cualquier acuerdo de la oposición no puede estar ligado ni a puestos ni a presupuestos, y eso le debe quedar claro al Partido Liberal, porque esa es una tradición muy arraigada en los partidos tradicionales. Claro que los liberales clientelistas se están yendo con Uribe. Saben que allá hay más que repartir y que en la oposición hay menos que ganar.

SEMANA: Usted ha denunciado situaciones concretas según las cuales el gobierno de Álvaro Uribe estaría haciendo politiquería. ¿Cuáles son?

A.N.: Uribe es un político muy hábil y está pensando en su reelección desde hace rato. Ha buscado a los miembros del Congreso de manera consistente y los ha enganchado dándoles cargos a sus familiares más cercanos. Empezó a nombrar tíos, hermanos, esposas de políticos importantes en el servicio exterior y en el país. Y eso ha sido perverso pero eficaz. Se ha metido al rancho de los afectos de los políticos, y los ha amarrado. Ejemplo de ello es el apoyo que le dio a Édgar Perea para que ganara su disputa frente al Consejo de Estado y no perdiera la investidura. A los políticos del Atlántico, que fue donde menos bien le fue en las elecciones, se los ha ido ganando con favores personales. Hizo un acuerdo burocrático con el Partido Conservador, que sacrificó la posibilidad de tener un candidato propio a cambio de un plato de lentejas.

SEMANA: ¿Y cuáles son estas lentejas?

A.N.: Se sabe que el viceministerio de Vivienda irá a manos de un conservador. Las direcciones de Invías y del Instituto Nacional de Concesiones también se las entregaron a los conservadores. Por eso, el martes había una rebelión de sectores uribistas que sentían que el gobierno no les estaba cumpliendo sus expectativas burocráticas. La disputa más fuerte se dio por la presidencia del Seguro Social y por Findeter. Cuando se conoció la designación en Findeter de la candidata de Zulema Jattin, Cristina Londoño, del conservador Luis Carlos Ordosgoitia en el Instituto Nacional de Concesiones, y el posible nombramiento de un conservador en el Instituto de Seguro Social, reaccionaron los miembros de Colombia Viva, del senador Dieb Malouf, y de Cambio Radical, del senador Germán Vargas. Y es que tanto Findeter como el ISS son cuotas preciosas para los políticos. Ambas entidades tienen divisiones regionales y recursos de inversión social con los cuales es muy fácil hacer clientelismo.

SEMANA: Más allá de las críticas ideológicas a Uribe, usted sostiene que el Congreso está facturando duro por la reelección y el gobierno está pagando.

A.N.: Claro, con el Congreso el gobierno está pasando de hacer mecanismos concretos que pasan de compromisos afectivos a hacer compromisos burocráticos. "Es que a Uribe no le vamos a poder seguir votando al fiado", señaló un representante aludiendo a lo que sucedió la semana pasada. Como lo dije alguna vez, en el primer semestre del año la reelección pasó gratis, pero en este algunos congresistas la están cobrando a precio de oro. Es que cuando se empiezan a repartir cargos a los políticos, no hay solución: se les abre la puerta y se vienen en alud. Y para completar, este año se aprueba la Ley de Presupuesto de 2005, que es año electoral. Con esa ley, Uribe va a tener que pagar el fiado masivo porque los puestos no le alcanzan; se buscará que todos los que voten por la reelección tengan las partidas necesarias para permanecer en el Congreso y para votar la agenda legislativa.

SEMANA: Está dando por hecho que el proyecto de reelección ya pasó en el Congreso y en la Corte.

A.N.: En la comisión primera de la Cámara, donde el trámite era más difícil, el paso de la reelección está asegurado. Liberales oficialistas como Zamir Silva han dejado entrar a sus suplentes para que voten a favor del proyecto. Y no creo que la Corte Constitucional se atreva a declarar la reelección inexequible por razones de forma ni de fondo. Es un tema demasiado complejo y en este país las cortes también son sensibles a la política.

SEMANA: Si en el Congreso la oposición no logró trancar la reelección, qué estrategias debe seguir la coalición que se forme contra la candidatura de Álvaro Uribe?

A.N.: La mejor campaña nuestra hoy es mostrar el incumplimiento de los 100 puntos de Uribe y que la reelección tiene además un problema de ética complicada. La debilidad de Uribe en los logros sociales es enorme; a dos años de mandato ha incumplido la mayoría de los 100 puntos de su Manifiesto Democrático, y por mucho que quiera darle un viraje a su discurso hacia lo social, no hay condiciones para que se convierta en realidad. En cuanto a lo ético, la constituyente cambió las reglas de juego para elegir el Congreso, pero tuvo el cuidado de inhabilitarse, mientras que Uribe está cambiando las reglas de juego a su favor. La reelección es un problema de ética pública.

SEMANA: Entonces, ¿por qué el presidente Uribe es tan popular?

A.N.: Un reciente estudio de la Universidad de la Sabana demostró que el presidente Uribe ha tenido 1.240 horas de televisión. Y en una encuesta del Centro Nacional de Consultoría del pasado del 7 de agosto, la mayoría de personas dice que es más difícil conseguir la plata para hacer mercado y para pagar servicios. La brecha entre el descontento individual y la popularidad del Presidente se da porque la gente cree que la situación particular es peor que antes, pero que sus problemas no los sufren los demás. Pero lo que le está pasando a cada persona le está pasando a la sociedad. Según el DAS, de los colombianos que salieron del país en 2003 se quedaron por fuera 117.000, y en el primer semestre de 2004 se han quedado en el exterior 133.000. Y esas no son cifras optimistas.