Home

Nación

Artículo

| Foto: Archivo Particular

NACIÓN

21 testigos oculares de la guerra y la paz

Las experiencias de 21 reporteros, que desde 1982 vienen cubriendo los procesos de paz, quedaron consignadas en el libro Testigos olvidados de Luisa Fernanda Gómez y Andrés Felipe de Pablos que será presentado este martes. Lea aquí el prólogo.

20 de noviembre de 2017

La La forma La 

La forma como se construye la historia y el papel que juegan los medios a la hora de informar es un tema de nunca agotar. Ese, al menos, ha sido el efecto que ha provocado el cubrimiento del proceso de paz con las Farc en la academia. ¿Hay que cambiar el chip en épocas de paz? ¿Qué papel jugaron los medios de comunicación en cinco años de diálogos? Estos son algunos de los interrogantes que surgen. 

Testigos olvidados, publicado por la editorial de la Universidad del Rosario y que será presentado este martes* recoge las vivencias de 21 reporteros a lo largo de los procesos de paz que el país ha jalonado desde 1982 hasta llegar al acuerdo con las Farc en el 2016.

Los investigadores Andrés Felipe de Pablos y Luisa Fernanda Gómez presentan experiencias, testimonios y anécdotas que permiten construir "memoria sobre algunos de los aspectos menos documentados en la historia de Colombia".

Este es el prólogo del libro:

Paz y periodismo

El acuerdo de paz que el gobierno Santos y las Farc firmaron a finales de 2016 fue el resultado de cuatro años de negociación en La Habana (Cuba) con el apoyo de Noruega, Chile, Venezuela y otras naciones y organizaciones internacionales que se sumaron a la iniciativa. Sin embargo, en términos históricos, la búsqueda de la paz empezó realmente en 1982, con el proceso de paz emprendido por el presidente Belisario Betancur. Desde entonces, transcurrieron 34 años, nueve gobiernos y siete presidentes y la sumatoria de todos esos esfuerzos es la materia prima del actual inventario.

Desde esta perspectiva, evaluar la forma como Colombia alcanzó la firma de un acuerdo definitivo entre gobierno y Farc, es entender que cada mandatario y la sociedad de su tiempo tuvieron aportes para la construcción colectiva del valor supremo de la paz.

Recorrer estos caminos, sopesar sus avances y retrocesos e identificar a los actores principales de este itinerario histórico es la razón de ser de este libro. Pero no se trata de examinar el rastro dejado por los negociadores de paz, el valor agregado de esta obra es hacerlo desde la mirada del periodismo y de los periodistas.

En cada cuatrienio existieron circunstancias específicas que retardaron, ayudaron o definitivamente entorpecieron la búsqueda de la paz. Sin embargo, para bien o mal, quedaron lecciones aprendidas que sirvieron de soporte para mandatos posteriores.

Por eso, cada capítulo de este periplo por los diálogos de paz requiere unos contextos mínimos de comprensión que permitan identificar los factores que caracterizaron cada periodo. Este libro lo hace y por eso constituye una carta de navegación para entender cómo se vivió la guerra y se fue alcanzando la paz.

Inició como el trabajo de grado de los estudiantes de la Universidad Javeriana, Luisa Fernanda Gómez y Andrés Felipe González, pero pronto desbordó el ámbito académico y, después de una labor de periodismo de fuentes directas, sus autores le dieron a su trabajo la identidad que les permitió, gracias al ejercicio de la reportería y la investigación documental, una combinación estratégica. La de encontrar los contextos correspondientes a los distintos mandatos presidenciales, y el contacto con quienes fueron, desde el ámbito de la comunicación, los periodistas que informaron sobre tales acontecimientos.

Una visión que se formalizó a través de largas entrevistas con 21 periodistas, para que fueran ellos, en sus relatos testimoniales o evaluando los distintos contextos, quienes desarrollaran la secuencia que ahora se puede discernir en el libro. El hilo conductor son sus relatos, sus experiencias profesionales a la hora de encarar a los distintos gobiernos o a los actores de los grupos armados ilegales. En cada caso, el entorno político, judicial o internacional explican lo que pasó, pero es el contacto directo con las fuentes, la razón de ser del periodismo, el que representa la mirada distinta a la historia oficial que aquí se desarrolla.

Con estos planteamientos generales, la invitación a los lectores es a incursionar sin prejuicios a esta obra periodística, no solo para entender los caminos de la guerra y la paz, sino principalmente para enmarcarlos en la experiencia directa del periodismo. Un viaje por la historia que empieza en el gobierno de Belisario Betancur y su prisa por la paz, leyendo lo que los periodistas Roberto Romero, Olga Behar y Javier Correa afrontaron para que este momento singular de la Colombia contemporánea se convirtiera en el punto de partida de una búsqueda insaciable de concordia, que solo se alcanzó siete lustros después.

Con Roberto Romero se devela también lo que en su momento significó y ahora constituye el exterminio de la Unión Patriótica, partido político surgido de los acuerdos de paz entre Belisario Betancur y las Farc. Con Olga Behar se entiende el tránsito entre el Estatuto de seguridad de Turbay Ayala y la Comisión de paz de Betancur, con todos los apremios que ese hecho significó para las Fuerzas Armadas. Con Javier Correa se puede examinar por qué la guerrilla del M-19, nacida en 1974, fue realmente el grupo que tuvo mayor incidencia social en este tiempo, y porque también fue pionero para entender la urgencia por la paz.

Los tiempos de Virgilio Barco, enfrentado a las dificultades de un cese al fuego con las guerrillas sin suficiente verificación, o a las guerras desatadas por el paramilitarismo y el narcotráfico, tienen dos interlocutores que ayudan a entender este difícil momento de la historia reciente de Colombia. El periodista radial Samuel Salazar, quien vivió las entrañas del proceso de paz que llevó a la entrega de armas del M-19 en marzo de 1990; y la periodista Narda Gómez, quien pudo comprobar los esfuerzos que se hicieron para que otros grupos alzados en armas vieran en la Asamblea Constituyente de 1991 su definitiva opción de paz.

El antes y el después de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, enmarcado en el cuatrienio de César Gaviria Trujillo, implica una mirada extensa por lo que ese crucial momento significó para las nuevas definiciones de la democracia representativa colombiana. Gaviria llegó a la Casa de Nariño después de una cruenta elección presidencial, la más difícil en toda la historia de Colombia, que dejó cuatro candidatos a la Presidencia asesinados —Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro—, pero también lego a la posteridad una insistencia por la paz que permitió algunos significativos frutos.

El académico Fabio López de la Roche aporta una mirada global de este complejo entorno que explica en cierta medida la evolución que tuvo Colombia a partir de la última década del siglo XX. El reportero radial Francisco Tulande cuenta lo que significó el intento fallido de negociación conjunta con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en Caracas (Venezuela) y Tlaxcala (México), y por qué no pudo darse una solución definitiva, entre otros aspectos, por el flagelo del secuestro, cuya incidencia en Colombia amerita otro trabajo académico y periodístico de los autores de este importante libro.

Jairo Gómez, recorrido periodista de radio y televisión añade aspectos esenciales de comprensión sobre los desafíos a los que se vio expuesto el gobierno Gaviria para maniobrar en medio de tantas guerras; y la periodista Bibiana Mercado complementa la tarea explicando cómo vivió esos capítulos particulares de paz que quedaron del cuatrienio de César Gaviria Trujillo, cuando se creía que la Constitución de 1991 era la panacea para resolver todos los dilemas de Colombia. Leyendo las reflexiones de ambos periodistas se entiende desde la óptica del periodismo por qué no se alcanzó la meta definitiva de la paz.

La era Samper, cruzada por el narcoescándalo del proceso 8.000, fue más un momento de despiadada confrontación armada que de búsqueda de la paz. No porque faltaran gestores que la buscaran con el apoyo del gobierno, sino porque la agenda nacional se concentró en la tarea de tratar de romper los nexos entre el narcotráfico y la política, lo cual permitió que el paramilitarismo y la guerrilla extendieran sus tentáculos. Lo ratifica el informe ‘Nunca más’, que denota cómo a partir de 1996, cuando se creía que estaba superada la peor etapa de la guerra colombiana, comenzó a sufrirla de una manera más cruel.

Sin embargo, en los tiempos de Samper, también hubo algunos momentos en que el diálogo con los actores armados intentó abrir caminos para la vigencia del Derecho Internacional Humanitario. Uno de ellos, ya en las postrimerías del mandato 1994-1998, se vivió en varias rondas de negociación entre el gobierno y el ELN.

Un proceso que en este libro evalúa el periodista radial Juan Manuel Ruiz, con una mirada crítica para entender que ya se trataba de un esfuerzo tardío, aunque sentó algunas bases de lo que luego recogió el presidente Andrés Pastrana para intentar una negociación de paz con los grupos armados.

Y justamente es el mandato de Andrés Pastrana entre 1998 y 2002 el que mayor análisis permite. No solamente porque el escenario de laboratorio para buscar la paz se hizo en Colombia con un despeje territorial de 42.000 kilómetros cuadrados en el sur del país, sino porque en ese momento simultáneamente se puso en marcha el Plan Colombia que le permitió al Estado robustecer las Fuerzas Armadas. En la eventualidad de que fracasara la paz, el mismo Estado se preparó para la guerra. Fue una secuencia histórica que le permitió al periodismo vivir a fondo lo que significaba abordar directamente una negociación de paz.

Karl Penhaul ofrece la mirada de un corresponsal extranjero a este instante paradójico de la historia contemporánea. Los periodistas Gloria Castrillón, María Luisa Murillo, Carlos Barragán y Patricia Uribe, con visiones distintas y complementarias, aportan interesantes testimonios que ayudan a comprender lo que sucedió en la región del Caguán y por qué el proceso de paz que allí se desarrolló, a pesar de contar con apoyo internacional y consenso social, no pudo llegar a un buen puerto. De todas maneras, como en los anteriores mandatos, quedó un legado que los sucesores de Pastrana supieron aprehender.

La era Uribe, con todas sus complejidades a cuestas, todavía requiere mucho análisis. Ocho años de confrontación armada, de un extraño proceso de paz con los grupos de autodefensa que desbordó en el escándalo de la parapolítica, y una sociedad encajonada en el debate por la libertad de los cautivos. Los grupos guerrilleros, en especial las Farc, tuvieron un propósito particular y, al margen de la negociación general, trabajaron activamente por sacar de las cárceles a sus detenidos, a través de un canje de prisioneros que no se dio pero marcó la historia nacional. Fueron ocho años enfrascados en la búsqueda de acuerdos humanitarios.

Los tiempos de Uribe se retratan en los aportes individuales de los periodistas Rafael Quintero, Jorge Enrique Botero y Martha Martínez. Conociendo sus apreciaciones se entiende también por qué los sesgos políticos muchas veces son más difíciles de superar que la propia confrontación armada. Esos testimonios de periodistas en las zonas de conflicto, en medio de la ofensiva del Estado, constituyen el abrebocas para el momento final que se evalúa en esta obra: los años de gobierno de Juan Manuel Santos, su vuelta de tuerca en favor de la paz a partir de 2012, y la larga negociación que hoy intenta implementarse.

Ese capítulo final cuenta con el aporte de los periodistas Alfredo Molano Jimeno, Jairo Tarazona y Juan Carlos Mateus. Ellos, junto a otros colegas, vivieron las vicisitudes del proceso de paz de La Habana entre 2012 y 2016, en medio de la confrontación política en el país. Hoy pueden añadir visiones de conjunto que sirven para enfrentar las tareas que el Estado y la sociedad colombiana tienen ahora para que ese negociación de paz con las Farc pueda implementarse, y sirva igualmente de soporte para que ese mismo objetivo pueda lograrse con otras organizaciones que aún se resisten a la necesidad de la paz global en Colombia.

En síntesis, este es un libro para que los periodistas se reencuentren con sus aciertos y errores, y para que la sociedad entienda las dificultades de la libertad de expresión que, a pesar de las críticas, constituye un valor supremo de toda sociedad democrática. Son testimonios con edición mínima, precisamente para que fluyera el criterio personal y no quedara el pensamiento depurado de los entrevistados. La vida misma en el quehacer periodístico. No como analistas o depositarios de la verdad. Periodistas que cuentan cómo encararon la búsqueda de la paz.
 
Jorge Cardona Alzate
Editor General El Espectador

*Testigos olvidados de Luisa Fernanda Gómez y Andrés Felipe de Pablos será presentado este martes. Los autores conversarán con Ginna Morelo, editora de la Unidad de Datos de El Tiempo. Será a las 6:00 p.m. en la librería FCE. Centro Cultural Gabriel García Márquez. Calle 11 No. 5-60. Bogotá. Teléfono: 2832200.