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| Foto: Archivo particular

PLUMA

Textos del inmolado director de El Espectador

Los escritos de Guillermo Cano Isaza, extraídos del libro 'Guillermo Cano, el periodista y su libreta", de Alberto Donadio.

15 de diciembre de 2011

Editorial de marzo 5 de 1984

En un informe sobre el robo al departamento de Caldas, el procurador Carlos Jiménez Gómez acusó a la licorera de pagar comisiones a políticos y funcionarios. El procurador descubrió cheques girados por el distribuidor de la licorera en el Atlántico, Edgardo Borelli Vargas, a favor de Guillermo Botero Gómez, miembro de la junta directiva de la licorera, a parientes de Federico Mejía Mejía, que fue gerente de la entidad, al político Omar Yepes Alzate. El distribuidor en San Andrés hizo pagos a Víctor Renán Barco, Omar Yepes Alzate y Luis Guillermo Giraldo.
 
La plaga bíblica
 
La ira es más que justificada y no resulta mala consejera cuando ocurren hechos que ofenden a un pueblo e inmisericordemente destruyen sus valores, lo humillan, lo degradan, lo postran, por obra de los que con vileza cínica lo engañaron al pedir sus votos en busca de un poder político que utilizaron indignamente, con el apoyo de sus cómplices y alcahuetes en empresas privadas y en los directorios de los partidos, para delinquir en todas las formas, robando, estafando, cometiendo fraudes inconcebibles, concusión, sobornos, en suma, la lista completa de los atentados contra la propiedad ajena citados en el Código Penal.

Es lo que con la más viciosa de las crueldades le hizo al departamento de Caldas, el maridaje oprobioso del dinero y la política, dentro del marco deletéreo del gobierno de los directorios, en lo que es, hasta ahora, la cumbre del clientelismo destructor. Esa corrupción monstruosa, que hemos denunciado incansablemente en estas columnas, la presenta ahora con claridad espantable y con singular valor civil el señor procurador general de la Nación, doctor Carlos Jiménez Gómez, en el informe entregado antier, que marca también un estruendoso contraste con el encubrimiento, la pasividad y el sometimiento de su inmediato antecesor, durante cuyo período ocurrieron muchos de los hechos aterradores que ahora enfurecen a los ciudadanos y que han permitido decir al doctor Jiménez, con la claridad de la ira, ¡que se robaron a Caldas!
 
Pero no sólo esa sufrida región fue la víctima. Es apenas la primera que se desmenuza. Lo que se robaron fue el país entero. De ahí nuestra prédica de años contra el clientelismo repugnante, que confundía los negocios públicos con los privados, que era alcahuete soberbio de todos los latrocinios, que tapaba los delitos para evitar sobresaltos, para defender lo mal habido, para preservar un poder conquistado no con ideas ni con programas sino con una pavorosa simulación de honradez, destruyendo a los partidos, olvidado del país que en la peor hora cayó en sus manos, peste aniquiladora de todos los valores, de los morales en primer término.

Libreta de Apuntes de marzo 25 de 1984

Golpe del Yarí

La élite, el curubito del narcotráfico está comprometido con el hallazgo del Yarí.
El señor Pablo Escobar, el Clan Ochoa, el tal señor Porras, vuelven a aparecer a raíz de ese hallazgo entre los comprometidos en el narcotráfico. El país entero sabe de sus riquezas milyunanochescas de las cuales hacen uso agresivo en varias regiones de Colombia. Pero ni la justicia, ni el castigo, si siquiera la investigación les llega a rozar. Siguen tan campantes como el Johnnie Walker... Caen los pequeños peces, los peones, las mulas, los jóvenes narcoguerrilleros. Los padrinos, los capos, la élite, continúan libres. Y hasta se burlan de la extradición que, en vista de que aquí ninguna justicia puede con ellos, es lo único que realmente los pondría a temblar.

Editorial de agosto 14 de 1984

La misión del Liberalismo

Cada vez que las directivas del Liberalismo, o quienes pretenden ejercerlas, dan un paso en falso surge, de nuevo, la discusión sobre los deberes del partido para con Colombia. (...) Contra la evidencia de los hechos diarios y el conturbado reclamo de los colombianos, las directivas del Liberalismo... siguen empeñadas en reducir las perspectivas históricas del partido a una simple función mecánica o de tipo electoral, que sumando fuerzas dispersas, y en manera alguna identificadas, produzca el resultado de agregar votos para ganar unas elecciones. Se pretende de esa manera suturar una herida que sangra por dentro, y sin haber explorado las lesiones internas de sus órganos motores. (...)
 
No ha habido hasta el momento en el Liberalismo ni propósito de enmienda ni contrición de corazón. Por el contrario: la pedantería y la jactancia, y la incontrolable ambición de poder de los responsables de su decaimiento, desborda ya los límites de lo políticamente soportable y amenaza con convertir al Liberalismo, definitivamente, en una ronda burocrática al servicio del clientelismo y dominado por los signos retrógrados de sus mezquinos intereses. (...)
 
Convertido el poder político en una restringida fuente de mantenimiento burocrático, el que más tenía que perder porque más podía dar era el Liberalismo... No hubo más ideas, ni más mística, ni más sentido del compromiso histórico.

Libreta de Apuntes de diciembre 16 de 1984

En la convención liberal de comienzos de diciembre, Alberto Santofimio Botero y Ernesto Samper Pizano obtuvieron el mayor número de votos para la Dirección Nacional Liberal, 83 y 76, respectivamente.

La manzana podrida

Tiene toda la razón el doctor Luis Carlos Galán Sarmiento en su declaración del martes cuando, con valor civil que otros parecen no tener, descalifica al señor Alberto Santofimio Botero como interlocutor moralmente válido para la búsqueda de la unión liberal y para la discusión de otros temas importantes para el país y el Liberalismo.
 
Al señor Santofimio no se le descalifica por razones de animadversión personal. (...) Hace muy poco tiempo, con miras a las elecciones, el señor Santofimio se salió del oficialismo liberal y se unió, en punible ayuntamiento, a los financistas narcotraficantes, como los del clan de Pablo Escobar Gaviria. Y con ellos anduvo por el país, cogido del brazo y del bolsillo de tan siniestros personajes. Y llegó el día en que consideró conveniente para sus intereses cortar las amarras, que hasta entonces nada tenían de inmorales para él, y regresar con su equipaje contaminado y contaminante al tren del oficialismo liberal a la pesca de nuevas dignidades. Y las acaba de obtener, como si nada hubiera pasado.
 
¡Vivir para ver! Nosotros no entendemos a un Virgilio Barco Vargas, a un Augusto Espinosa Valderrama, ni a un Otto Morales Benítez, todos impolutos, entendiéndose con quien tiene un pasado moral censurable y de tan dudosa ortografía. (...) Hay momentos que exigen posiciones definitorias. (...) Comprendemos y compartimos el desconcierto de los liberales... porque a las diez y últimas una Convención... hubiera descendido al abismo insondable de tragarse entera una manzana podrida.

Editorial de agosto 29 de 1982

El editorial trae el discurso leído por Guillermo Cano en el homenaje de Medellín.

No creemos habernos equivocado sobre la magnitud y grandeza de la obligación que adquirió el fundador de El Espectador con su patria y su partido. Fue un mandato claro que sí cumplieron sus hijos, los Canos Muertos, sin una vacilación, sin eludir ningún sacrificio, con una dedicación y una devoción que yo me atrevería a calificar de apostólica; y que los Canos Vivos pensamos estar respetando e interpretando con idéntico espíritu de rebelde independencia.

Nosotros, los Canos Vivos, como ya lo hicieron los Canos Muertos, sólo podemos prestar el servicio civil, que consideramos obligatorio, de divulgar, explicar, comentar, sin lisonjas para los poderosos y sin debilidades ante su soberbia, con honradez e independencia, cuanto hagan o dejen de hacer quienes tienen la actual y futura responsabilidad de dirigir a Colombia y al partido. Nos obligamos solemnemente ante ustedes a proseguir la comprometida y comprometedora, grande e inaplazable, batalla contra la inmoralidad combatiéndola con serena energía, y a denunciarla donde se encuentre carcomiendo la salud de la República.

Nos comprometemos, igualmente, a otorgar el mayor énfasis a los problemas del hombre colombiano y a darle la máxima prioridad a las soluciones sociales que garanticen la dignidad de su existencia. Nos comprometemos a defender los derechos humanos donde se intente vulnerarlos en materia leve o grave. No habrá vacilaciones en este sentido ni poder que nos intimide.