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Todos contra Uribe

Varios sectores comienzan a buscar un candidato que pueda hacerle contrapeso a Álvaro Uribe en las presidenciales. ¿Podrán derrotar a Goliat?

20 de junio de 2004

La lucha que se avecina por la Presidencia será muy probablemente una pelea entre un Goliat y varios pigmeos inteligentes y aguerridos. Y la estrategia de los pequeños para ganar dependerá de dos cosas: de que el gigante se caiga solo, lo cual es poco probable, o de que estos pequeños sumen fuerzas y logren montar una estrategia que mande a la lona la inmensa corpulencia electoral de Álvaro Uribe. Así sea de un caucherazo.

Como en tamaños todo es cuestión de escalas, algunos de los que hoy se ven como candidatos pigmeo a la Presidencia para 2006 eran, hasta hace pocos años, jóvenes Goliat con altas posibilidades de coronar el solio de Bolívar. Pero hoy, frente a las torres de popularidad del presidente Álvaro Uribe, todos los demás se ven como enanos.

En el mundo de la política el que se lanza primero tiene un mayor riesgo de quemarse. Pero con Uribe, quien ha sido el hombre que ha roto todas los paradigmas tradicionales de la política colombiana, esta regla tampoco aplica. A casi dos años de gobierno, y después de haber mostrado públicamente su intención de continuar en el poder, hoy llega al 70 por ciento de popularidad. Ningún presidente en la historia reciente de Colombia había logrado tales niveles de favoritismo a mitad de su gobierno.

Por esta misma razón, las componendas políticas para atajar el impulso de Uribe se han empezado a armar con tanta anterioridad. Y ellas se orientan a consolidar un movimiento de 'todos contra Uribe': Toconur.

Pequeños gigantes

En el sonajero prematuro que anuncia la próxima campaña por la Presidencia, hay algunas figuras que podrían perfilarse como los opositores de Uribe. Todas ellas cuentan con un caudal electoral propio que las ha llevado a ocupar cargos de primer nivel en el ámbito nacional. El primero de ellos es Horacio Serpa, quien en las pasadas elecciones obtuvo cerca de cuatro millones de votos. Pero no necesariamente tiene cautivo ese capital político. Algunos aún asocian a este liberal con el proceso 8.000, por lo que ha sido golpeado en sus dos intentos de alcanzar la Presidencia. Por eso, si Serpa se convierte en el candidato oficial del liberalismo, tendría los enormes retos de renovar su imagen y de plantear propuestas que le permitan recobrar popularidad.

Antonio Navarro, una de las figuras más descollantes de la izquierda, es otra carta para competirle a Uribe. Además de haber llegado al Senado con una de las votaciones más altas, tiene un reconocimiento nacional por su exitosa alcaldía en Pasto, por su labor como constituyente y por haber sido uno de los líderes de la oposición más serios. No obstante, Navarro no tiene las redes políticas necesarias para competirle a Uribe. A diferencia de otros directivos del Polo, como el senador Jaime Dussán, sus votos dependen mucho de la opinión y su maquinaria es débil, incluso en su mismo partido. Sus dificultades serían mayores si su discurso, también orientado a la socialdemocracia, compite con el de Serpa.

El candidato que se lanzó a la campaña por el centro, por donde nadie había entrado, fue Antanas Mockus. De todos los contrincantes, es el que menos compromisos políticos tiene y uno de los que más proyecta el divorcio con la politiquería. Esto lo demostró dos veces al frente de la Alcaldía de Bogotá, donde no negoció burocracias ni cedió a las presiones políticas. Paradójicamente, esta misma independencia es la que le podría generar dificultades para alcanzar mayorías electorales. La falta de un movimiento político sólido y permanente y de una maquinaria electoral fuerte dificultaría su triunfo en las regiones. El dilema de Mockus es que es visto en la izquierda como una persona de derecha y en la derecha como una persona de izquierda. Es decir, para los opositores de Uribe, Mockus es más garrote cuando ellos abogan por más democracia. Y para los uribistas, Mockus es demasiada zanahoria y cultura ciudadana para un país que está consumido por el crimen organizado y necesita fortalecer su seguridad.

Un cuarto candidato que podría coger vuelo es Enrique Peñalosa. A su favor jugaría la revolución urbana que hizo en Bogotá y que muchas de sus propuestas se están replicando en otras ciudades del país. Pero tiene la gran desventaja de que su línea ideológica y su estilo gerencial son percibidos como similares a las de Uribe. Y cualquier candidato que quiera competir con el Presidente y se parezca a él tiene la derrota asegurada.

La unión hace la fuerza

Todos los que hoy se perfilan como posibles candidatos contra Uribe tienen una popularidad que no sobrepasa el 10 por ciento. Según una reciente encuesta contratada por SEMANA, si la reelección pasa y si las elecciones fueran mañana, 7 por ciento de los electores votaría por Serpa; 5 por ciento, por Peñalosa; 4 por ciento, por Navarro y otro 4 por ciento, por Mockus. Según esto, la única opción que tendrían los más radicales opositores de Uribe sería sumar sus fuerzas. Y en este sentido ya se han dado las primeras puntadas.

La primera convocatoria a un frente político contra la reelección la hizo recientemente la bancada Alternativa Democrática, AD, conformada por el Frente Social y Político, el Moir y otras fuerzas, al proponer el nombre del senador Carlos Gaviria como candidato de coalición contra Uribe. El Polo Democrático también hizo un llamado a AD, a sectores del liberalismo oficialista y del conservatismo de oposición, para construir una gran coalición antiuribiata. Para Samuel Moreno, senador del Polo, "si no nos unimos no hay nada que hacer. Primero tendremos que identificar los aliados contra la reelección entre algunos liberales y conservadores, y después buscar los acuerdos ideológicos conservadores alrededor de la socialdemocracia".

Llevar a la práctica la idea de un gran frente contra Uribe no será fácil. A pesar de que los congresistas del Polo Democrático y los liberales oficialistas han mostrado coincidencias políticas, y de que el triunfo de Lucho Garzón en Bogotá se debió en gran parte a la alianza entre los dos partidos, el Polo pondrá como condición para cualquier alianza que el candidato de oposición sea suyo.

Lo mismo harán los liberales oficialistas. Para Camilo Sánchez, director de la colectividad, "el partido buscará hacer una consulta popular en la que podrían estar otras figuras como Rodrigo Rivera, Juan Manuel Santos o Alfonso Gómez Méndez, y a la cual eventualmente podría sumarse el Polo".

Para los conservadores que se oponen a la reelección sumarse a la coalición opositora tendría un costo político. No sólo por sus diferencias ideológicas con los sectores de centroizquierda, sino porque también, como lo señala el representante Telésforo Pedraza, buscarán "tener candidato propio".

Pero si en algo coinciden opositores y gobiernistas es en que, más allá de los acuerdos sobre los candidatos, si hay reelección los contrincantes serían solamente dos. Uribe y el anti-Uribe. Y los resultados de la contienda dependerán de qué tan fuerte sea la figura que aglutine a la oposición y de la popularidad que mantenga el Presidente después del desgaste que le implicará al gobierno sacar adelante el proyecto de reelección en el Congreso.

Para hacerle contrapeso a una oposición unida, las filas del uribismo también se están cerrando. En días pasados, el senador Germán Vargas hizo un llamado a los conservadores oficialistas, a sectores independientes y a las fuerzas liberales que apoyan al Presidente para que se alisten a la campaña que ya arrancó y que parece no tener reversa. Vargas y su partido, Cambio Radical, lograron reunir a 30 parlamentarios y 9.000 personas de todo el país para cerrar filas alrededor del uribismo. Con el mismo objetivo se firmó un acuerdo entre 70 congresistas.

Inevitablemente el país va a llegar polarizado a 2006. Y por este motivo, por más que los partidos y movimientos insistan en defender sus intereses, tendrán que asumir el reto de clasificarse en uribistas o antiuribistas. Entonces muchos de los candidatos que hoy están afilando sus espadas y puliendo sus armaduras deberán saber unirse y escoger uno que tenga la capacidad de tumbar la intimidante humanidad política de Goliat. ¿Habrá en esa baraja un nuevo David?