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La adjudicación de los nuevos operadores del Canal Uno es el primer paso del cambio que sufrirá la televisión pública en 2004. Mientras el Uno competirá con los privados, el A será el institucional y Señal Colombia el canal cultural y educativo.

13 de octubre de 2003

Lo que parecia ser una gran serie dramatizada de lucha de poderes, intrigas y divisiones por el control de la información y de los espacios de mayor audiencia del nuevo Canal Uno, que comenzará a operar el primero de enero, terminó como una novela rosa, con un final feliz... por el momento.

Los nuevos concesionarios, que programarán este canal entre 2004 y 2014, marcarán un nuevo rumbo de la televisión pública, que está acompañado del cambio del Canal A de comercial a institucional del Estado y de la consolidación de Señal Colombia como el canal cultural, educativo y social del país.

Sin duda la mayor competencia se dará entre el nuevo Canal Uno y los privados, pues el primero tratará de morder un pedazo de la audiencia y de la torta publicitaria con una programación que se diferencie en buena medida de la que ofrecen Caracol y RCN.

Por eso, después de que la Comisión Nacional de Televisión (Cntv) anunció los operadores del nuevo canal y salieron al aire las declaraciones de Jorge Barón, en el sentido de que manejarían independientemente las 32 horas semanales que les asignó la Comisión de Televisión, los ganadores acordaron cerrar las diferencias y trabajar como un solo equipo tras una reunión de 12 horas de los programadores en un hotel al norte de Bogotá.

Los cuatro programadores, NTC y Colombiana de Televisión, CM&, Jorge Barón y Sporsat y Programar con RTI, acordaron "trabajar todos como canal, determinar la programación entre los cuatro y hacer una oferta comercial unificada", dijo Daniel Coronell, director de NTC.

La idea es crear una empresa que probablemente se llamará Laco (La Comercializadora), en la que cada uno de los consorcios, empresas o uniones temporales aportará las horas que les fueron asignadas. Laco se encargará de operar toda la parte financiera, administrativa, comercial y de programación del canal.

Como cada socio aporta 25 por ciento de las horas de programación tendrá derecho a un representante en la junta directiva de Laco, en la que se definirán las decisiones más importantes, y para romper el número par de votos se nombrará de común acuerdo a un quinto miembro. Esta junta escogerá al presidente del canal, quien además de manejarlo será el vocero único y oficial. Se sabe que este cargo le fue ofrecido a Ricardo Alarcón, ex presidente de Caracol TV.

Una de las columnas vertebrales del canal será la parte informativa. Por eso los programadores delegaron en "Yamid Amat y Daniel Coronell el diseño de los noticieros. Lo importante es que posiblemente no sólo vamos a necesitar a todos los periodistas que ya están en el Canal Uno, sino a otros más", dijo uno de los adjudicatarios.

Los nuevos operadores del canal también acordaron crear varios comités, que deberán definir la programación, comercialización y la parte administrativa, financiera y técnica. Uno de los comités más importantes será el técnico, que trabajará lo antes posible con la Cntv e Inravisión para restablecer la red y llevar la señal del canal a las muchas zonas a las que no está llegando. Según la Cntv, en este momento el Canal Uno no llega ni a la mitad de su cobertura original.

Agusto López, quien desde el Grupo Santo Domingo vio nacer y crecer el canal Caracol, reconoce que la competencia con los privados será dura, pero "creo que tenemos un equipo supremamente bueno, calificado, que conoce perfectamente bien el negocio y que nos permitirá sacar una programación que le dé al público lo que está esperando. Hemos avanzado y cualquier 'impasse' de división ha quedado superado".

Lo que se viene para los programadores es un trabajo intenso, pues tienen menos de tres meses para terminar de ceder en sus intereses, definir la parrilla de programación y poner a andar un canal que tenga el peso para competirles a los privados, que manejan 94 por ciento de la torta publicitaria y que también controlan 94 por ciento de la audiencia. Cálculos de los programadores dicen que al año la operación de la nueva programación estará entre 40.000 y 50.000 millones de pesos.

Para financiarse Canal Uno está pensando en morderle el próximo año 10 por ciento de la publicidad de la televisión nacional, que según Asomedios llegó a 453.000 millones de pesos en 2002. Igualmente buscan quitarles en el primer año 8 por ciento de audiencia a los privados.

El secreto del éxito estará en la programación. El Canal Uno tendrá como soporte las noticias, los deportes y, obviamente, el entretenimiento. Si bien RCN y Caracol están posicionados y detrás tienen el soporte de los dos grupos económicos más importantes del país, también se requiere talento y experiencia, y detrás del Uno hay pesos pesados de la televisión que han logrado sobrevivir a muchas crisis.

En la parte informativa, Yamid Amat, Daniel Coronell y el equipo de Programar saben hacer noticieros y programas de opinión. Amat creó el sistema informativo de Caracol y Coronell el de RCN, mientras que Programar logró tener por 20 años el Noticiero de las 7.

RTI se ha convertido en un importante productor de dramatizados y programas de concurso hacia el mercado nacional e internacional, al igual que Colombiana de Televisión. Más allá de su larga historia, estas dos empresas tienen los programas más vistos de la televisión nacional: La Venganza y Padres e hijos. Y Jorge Barón, con sus programas musicales y de entretenimiento, marcará la diferencia.

Los canales privados estarán pendientes hasta del último detalle de lo que hagan las programadoras en el Uno, pues así trabajen bajo la unidad de canal no tendrán la misma flexibilidad legal que RCN y Caracol.

Otra clave del éxito estará en separar, como lo hacen la mayoría de canales del mundo, entre el programador y el productor. La mayoría de las empresas, por la forma como se hacía la televisión en el país, tenían las dos actividades juntas. Ahora, que trabajarán por el canal, tendrán que separar las actividades, y muy seguramente los productos que hagan no necesariamente aparecerán en el Canal Uno.

Si logran sumar estas experiencias y trabajar armónicamente, este canal podrá convertirse en una verdadera alternativa para los televidentes, algo que oxigenaría la pluralidad informativa del país, las posibilidades de entretenimiento de los televidentes y la democracia comercial de los anunciantes de tener una tercera opción para pautar. La Cntv cumplió con su cometido de crear el tercer canal, pero su apoyo es fundamental para que se consolide y desarrolle esta opción que los televidentes están esperando.

Precisamente la unión de tantos nombres importantes y con intereses particulares alrededor del Uno podría ser una amenaza si alguno de los programadores decide en algún momento romper la unidad, algo que sería suicida y que regresaría a la televión pública al esquema que hizo crisis desde 1998. Por ahora el nuevo canal está en la parte rosa de la historia y aún falta muchas espinas por superar.