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Tomates al Fiscal

Después de 13 meses el funcionario atraviesa su momento más dificil. ¿Por qué un hombre de apariencia tan bonachona ha despertado tantas críticas y pasiones?

16 de noviembre de 2002

El lunes 11 de noviembre Luis Camilo Osorio cumplió 59 años y comenzó a enfrentar una de las semanas más tormentosas de su vida desde el 31 de julio del año pasado, cuando asumió el cargo de Fiscal General de la Nación. Los nubarrones que presagiaban dificultades habían comenzado a aparecer en el horizonte el viernes anterior. Ese día, 8 de noviembre, la organización estadounidense Human Rights Watch (HRW) hizo público un informe titulado Un giro erróneo, la actuación de la Fiscalía General de la Nación, en el cual denunciaba que desde la llegada de Osorio a esta institución se había presentado un deterioro significativo de la capacidad de la misma para investigar y procesar a los culpables de abusos a los derechos humanos. En el documento hace una detallada exposición de lo que ellos consideran una purga, auspiciada desde la dirección, en la Unidad de Derechos Humanos. Enumera los casos emblemáticos de ésta que, a su juicio, quedaron paralizados, y describe la desmoralización que sienten algunos de los funcionarios que trabajan allí para llevar a cabo su misión.

El domingo 10, la víspera del cumpleaños del Fiscal, una denuncia de El Espectador ensombreció aún más el panorama, en el que los señalamientos de José Miguel Vivanco, director de HRW para América y encargado de presentar el informe en Colombia, aún retumbaban anunciando la inminente tormenta. El periódico les dio un gran despliegue a las denuncias de Richard Riaño, un ex funcionario de la Fiscalía en el exilio, que dice haber sido perseguido por altos funcionarios de la institución, antes de su salida del país, por haber descubierto indicios de una exitosa infiltración paramilitar en este organismo. Los dos primeros días de la semana el fiscal Osorio experimentó una calma chicha y el miércoles de la semana pasada quedó atrapado en el ojo de la tormenta que había estado esperando.

Ese día el representante Gustavo Petro, quien está enfrentado con el Fiscal desde hace varios meses por la supuesta negligencia de éste para investigar un posible atentado en su contra, insistió a través de los medios de comunicación en la tesis de la infiltración paramilitar en la Fiscalía. El temerario pronunciamiento pasó a un segundo plano ante un nuevo flanco que se abrió ese día en la serie de sindicaciones contra el Fiscal. Un aviso de página entera en El Tiempo con el siguiente encabezado: "-Caso Bancolombia-Gilinski- ¿Por qué no se declara impedido el Fiscal General de la Nación?". El aviso hacía alusión a que la esposa del Fiscal ha sido alta funcionaria del Banco de Colombia y, por lo tanto, de la familia Gilinski, parte interesada en el sensible y publicitado pleito, y se iba lanza en ristre contra el Fiscal.

Por la boca muere el pez

Luis Camilo Osorio parece cualquier cosa menos un hombre polémico. Su figura bonachona y su pelo blanco no permiten imaginárselo como el epicentro de acaloradas discusiones. Sin embargo, casi desde el día de su posesión en el cargo, se ha visto involucrado en una docena de rifirrafes y debates que han erosionado su imagen pública, a nivel local e internacional, a una velocidad inusitada para un funcionario en ese rango. Su primera actuación polémica, 72 horas después de haber asumido el puesto, tuvo que ver con la detención del general Rito Alejo del Río. La medida no fue del agrado del fiscal Osorio, como lo manifestó en público, y por ello rodaron las cabezas de Pedro Díaz, director de la Unidad de Derechos Humanos, y de Pablo Elías González, vicefiscal general. Pocos días después renunció Virgilio Hernández, director de la Unidad Anticorrupción, quien la semana pasada tuvo que salir del país por las reiteradas amenazas en su contra. Para el fiscal Osorio estos son tres de los cuatro funcionarios que fueron separados de sus cargos porque, como le respondió en un comunicado la semana pasada a HRW, "al menos la mitad faltó, en materia grave, a sus deberes que juraron cumplir y fueron desleales con la justicia".

HRW ve las cosas de otra manera. Para esta organización no gubernamental este fue el principio de una purga que en el tiempo que lleva Osorio en el cargo, tal y como lo denunciaron en su informe, le ha costado el puesto a nueve fiscales o investigadores, quienes han sido despedidos, y ha creado el ambiente propicio para motivar la renuncia de otros 15 funcionarios. Desde esta óptica, la salida de todos estos profesionales tendría como objetivo frenar las investigaciones contra paramilitares o militares y dejar un grupo de fiscales que focalice sus esfuerzos en investigaciones contra la guerrilla. El Fiscal rebate esta tesis con cifras de su gestión durante los 13 meses que lleva en el cargo. En frío los números muestran que durante este lapso la institución que dirige ha iniciado 827 investigaciones y ha acusado a 213 paramilitares, 119 guerrilleros, 25 militares y 12 policías. Esto demostraría una lucha pareja contra todos los miembros de grupos armados ilegales y contra las 'ovejas negras' de las Fuerzas Armadas.

Esto por un lado. Por el otro, es claro que los mayores éxitos de la Fiscalía durante la era Osorio han sido contra la guerrilla: sus miembros resolvieron el homicidio de la ministra Consuelo Araújo, identificaron a los guerrilleros de las Farc responsables de la masacre de Bojayá e hicieron lo propio con los autores de los atentados con la bicicleta-bomba de enero y los de los morteros del 7 de agosto en Bogotá. En los casos de paramilitarismo o de acusaciones contra militares la situación no es tan clara. El ex embajador Carlos Arturo Marulanda fue extraditado a Colombia para que respondiera por los sucesos de la hacienda Bellacruz, en los que participó un grupo paramilitar que supuestamente estuvo vinculado con él. A los pocos días de su regreso salió libre y la acusación en su contra se redujo a incendio. En este asunto Osorio demostró que tiene pantalones de sobra para asumir el costo de respaldar decisiones jurídicas tan polémicas o que tiene un sesgo ideológico. Esto último es lo que sospechan algunos sectores de izquierda y de las ONG.

En un país tan polarizado como lo está Colombia ahora las decisiones de la Fiscalía siempre generarán polémica. Lo cierto es que, por lo pronto, la tormenta en la que está metido Osorio no amainará. Todo lo contrario, puede aumentar su fuerza. El viernes de la semana pasada el representante Gustavo Petro lo denunció por injuria ante la comisión de acusaciones de la Cámara de Representantes por las sindicaciones que le hizo de haber montado una parafiscalía en asocio con el ex funcionario Richard Riaño. El mismo día le envió un derecho de petición al presidente Alvaro Uribe para que presente una terna a la Corte Suprema de Justicia para que ésta escoja un fiscal ad hoc que investigue sus denuncias sobre una posible infiltración de los paramilitares en la Fiscalía. Hay que esperar a ver cuál es la respuesta del gobierno. Ojalá que sirva para despejar de una vez por todas las suspicacias que existen sobre una institución cuyo trabajo es fundamental para garantizar la democracia del país.