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Edimer Portillo y Sandra Milena Mena. | Foto: Carlos Julio Martínez

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Las nuevas bodas de Mocoa

A seis días de la avalancha, los habitantes de la capital de Putumayo se las ingenian para sobreponerse a la tragedia y recuperar su vida cotidiana.

7 de abril de 2017

“Cuando me encontré con ella, fue como volver a nacer”, cuenta Edimer Portillo en el día de su boda. Hace menos de una semana que una avalancha destrozó el barrio en el que vivía con su novia y aunque pensó que no la volvería a ver jamás, aquí está, tomado de la mano con Sandra Milena Mena, frente al bus de una notaría móvil que vino a apoyar los habitantes de la ciudad después de la catástrofe.

Ambos vivían en la zona de San Miguel, una de las más afectadas por el derrumbe y ahora sólo cargan con la ropa que les prestaron unos familiares para celebrar su matrimonio. Él tiene el porte de los soldados e irradia felicidad mientras que ella es dura y bonita como las mujeres de su tierra. 

Conoció a Sandra Milena apenas en marzo de 2016 y después de un mes corto decidieron irse a vivir juntos a Mocoa con su niña Nicole, de tres años. Después de arrendar un cambuche durante un tiempo, Edimer pidió un crédito y construyó una pequeña habitación de madera justo en frente de casa de su hermana en el barrio de San Miguel, donde los precios son más baratos que en otras partes de la urbe. El 28 de marzo pusieron en la notaría los papeles para casarse el sábado y en eso andaban cuando se desató el horror. Sandra Milena estaba sola en la casa.

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“Yo no escuché la alarma, estaba trasnochada haciendo los arreglos de la boda y me quedé dormida, pero me despertó un ruido. Miré hacia fuera y eso era agua por todas partes, todo rebalsado, no sabía ni qué hacer. En cuanto se tiró la puerta, yo cogí la cartera, el celular y me trepé a un árbol de aguacate, que es cuando vi que se me fue la casa”, explica Milena cuando recuerda ese día tan cercano y lejano a la vez.

Para muchos habitantes de Mocoa el recuerdo de la tragedia sigue siendo una pesadilla de la que todavía esperan despertar. La mezcla de piedras, palos y lodo que derrumbó sus casas y le da un aspecto lunar al río Sangoyaco es una mala postal que quisieran poder romper en mil pedazos. Pero así no es cómo funcionan las cosas.

A su lado pasaron carros, motos e incluso caseríos, pero el palo de aguacate resistió. Ella tuvo que luchar tres horas en el frío para aferrarse a su árbol, en medio de la corriente, hasta que pudo bajar del pequeño tronco que le salvó la vida. Por suerte, su niña se encontraba con su papá en Puerto Gaitán cuando sucedió todo. Otros de sus familiares no tuvieron tanta suerte y fueron a unirse a la lista de los 306 mocoenses que han sido registrados en el censo de personas fallecidas, el jueves por la noche.

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Después de eso los llamó el notario Luis Carlos Bobadilla para decirles que el matrimonio estaba en firme de todas maneras para el sábado por la tarde. “Lo importante es que se amén”, cuenta que les dijo, porque a ellos ya se les había olvidado que se iban a casar.

Fotografía: Carlos Julio Martínez / SEMANA

Además de los trámites funerarios que anunció el presidente Santos que se prestarían gratuitamente a los habitantes de la capital del Putumayo, también se han realizado a la fecha tres uniones maritales y el mismo número de registros civiles de matrimonio, según anuncia orgullosamente el notario. Como si no hubiera nada que pudiera parar el retorno de la vida cotidiana en Mocoa.

Con la ayuda de la Unión Colegiada del Círculo de Notarios y del camión más tecnológico de la ciudad, se espera que desde la notaría puedan seguir apoyando gratuitamente a los residentes del municipio en sus trámites civiles por lo menos hasta Semana Santa.

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Por su lado, aunque no pudieron realizar el matrimonio que esperaban, con invitados, bombos y platillos, Edimer y Milena finalmente se casaron el 6 de abril a las 4 de la tarde, para llegar a ser el tercer matrimonio que se realiza en Mocoa después de la llegada del derrumbe que cambió la faz de la ciudad.

Ahora, a pesar de que miran el futuro con aprehensión y se turnan entre albergues y casas ajenas, mientras él retoma sus actividades en la Brigada Móvil 13 del Ejército y ella vuelve con su madre por un tiempo, ambos van a poder tratar de mirar el futuro con más serenidad, en espera de que llegue la ayuda del gobierno prometida para reconstruir sus vidas.