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Transfusión mortal

Tres personas murieron de sida por negligencia en una transfusión en Medellín y el escándalo apenas comienza.

15 de abril de 1991

EL pasado viernes concluyó en Medellín una investigación que moverá por mucho tiempo los cimientos de la ética médica en Colombia y que puso al descubierto que en el país no funciona bien el control de la llamada plaga del siglo XX: el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, sida.
Implicadas: dos clínicas de Medellín, la León XIII y la Cardiovascular Fundación Santa María. Afectados: tres pacientes infectados por el virus a causa de la negligencia de los manejadores de los bancos de sangre de los dos centros médicos. Acusados: directivos de las clínicas que pretendieron tapar el asunto, y los demás empleados que omitieron sus responsabilidades en el caso. El fallo: manejo inadecuado del problema, falencias en la realización de procedimientos de enfermería, ocultamiento de información a los afectados y mentiras en documentos públicos. Consecuencias: los tres afectados murieron, decenas de personas fueron expuestas imprudentemente y se adoptaron cambios en el manejo del sida.
Los hechos tuvieron lugar en los dos últimos años y se iniciaron en septiembre de 1988 . Siete años después de reconocido el primer caso de sida en el mundo y tres años después de que supuestamente las transfusiones de sangre eran seguras, ante la presencia de la enfermedad -según los lineamientos universalmente aceptados, el sida pasa de una persona a otra por contacto sexual, a través de transfusiones de sangre, por el uso compartido de agujas y jeringas contaminadas, y de la madre embarazada a su hijo.
El suceso, acaecido en Medellín, tuvo que ver con manejo de componentes de la sangre. Y a la vez que es el reflejo de un acto de negligencia elevada, también tiene en muchos de sus aspectos atípicos una clara explicación científica y una suma de circunstancias exóticas que en muy pocas ocasiones se presentan dentro de lo que se conoce del mal en el mundo entero. Los nombres de los afectados se omiten para respetar la reserva impuesta por las normas de ética médica y también para evitar represalias o reacciones indebidas desde el punto de vista social y laboral para quienes estuvieron en contacto con los infectados.
En los primeros días de septiembre de 1988, fue recibida una donación en el Banco de Sangre de la Clínica León XIII del Instituto de Seguros Sociales de Medellín, hecha por el sujeto 18458. El individuo llenó el cuestionario de rigor, pero obvió entregar información sobre los factores de riesgo, los que teóricamente hacen a un donante apto o menos apto. Tampoco firmó la diligencia. La sangre fue examinada en todas las pruebas del caso, que técnicamente se conocen como HBV, VDRL y HIV Elisa. Las tres arrojaron resultado no reactivo, es decir, sin presencia del virus del sida, conocido como VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), que llega al torrente sanguíneo del ser humano y en ataque lento y gradual destruye las células que tienen por encargo la defensa del hombre en caso de infecciones.
La sangre fue fraccionada en cuatro componentes: concentrado de plaquetas (se usa para reponer un elemento celular de la sangre), plasma libre de lactores (se usa para reponer líquidos y sangre perdidos durante una operación), glóbulos rojos empaquetados (para pacientes anémicos o que pierden sangre durante las cirugías) y crioprecipitados (se aplica a pacientes hemofílicos, quienes por falta de algunos factores, pierden mucha sangre).
Los dos primeros componentes fueron aplicados a dos pacientes (los que se citarán acá como pacientes dos y tres) de cirugía de la Clínica Cardiovascular; la parte de glóbulos rojos fue devuelta y aplicada a una paciente de la Clínica León XIII (paciente uno), mientras el crioprecipitado fue almacenado y no usado.
La paciente uno ingresó a Medicina Interna de la Clínica León XIII el 12 de septiembre de 1 88, con cáncer de colon y el 14 de septiembre de 1988 recibió la primera aplicación dc glóbulos rojos, contaminados, tras una cirugía. Al paciente dos, un hombre de 40 años, casado, residente en Envigado, a quien se practicaron cinco puentes coronarios en la Clínica Cardiovascular en septiembre 16 de 1988, se le aplicó concentrado de plaquetas. El paciente tres, otro hombre maduro, no afiliado al Seguro Social, pero paciente de la Cardiovascular, recibió plasma.
En esencia, una semana después, los pacientes presentaron además de manifestaciones de alta fiebre, lo que se conoce técnicamente como leucopenia (disminución de leucocitos o glóbulos blancos en la sangre, los que defienden al organismo de los microbios), y ganglios inflamados. Todos, típicos síntomas de sida. Se ordenaron las pruebas correspondientes que resultaron en primera instancia positivas en la presencia del virus y se ordenó de inmediato localizar al donante, como en efecto se hizo, quien de inmediato fue examinado y arrojó la presencia de la enfermedad. Inexplicablemente y conocidas las circunstancias, la paciente uno abandonó la Clínica León XIII el 18 de octubre, sin conocer de su infección. La explicación: que había que esperar una prueba de confirmación. En octubre 31 siguiente el paciente dos fue hospitalizado en la Clínica León Xlll luego de enterarse de que fue contaminado durante la transfusión. Después del natural enfrentamiento con los médicos por lo que le habían hecho, reveló que era casado pero que no tenía relaciones sexuales con su esposa, pero sí con una amiga a quien se sometió de inmediato a un estudio del virus, el que resultó negativo. Del tercer paciente no se había obtenido información hasta agosto del año pasado, porque no era afiliado al ISS.
La preocupación fue general y desde finales de septiembre hubo reuniones urgentes de los directivos de las dos clínicas para tomar cartas en el asunto. La primera decisión fue la de ordenar silencio absoluto entre el personal que conocía el caso y tratar todo lo reterente con absoluta discreción. El