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TURBAY: FIN DEL SILENCIO

1 de noviembre de 1982

La publicación de una protocolaria carta de respuesta del expresidente Turbay al senador Guillermo Plazas Alcid marca el final del silencio que aquél había mantenido desde su retiro de la primera magistratura. El contenido de la misma no era muy espectacular. Turbay señalaba su optimismo sobre las posibilidades de reconquistar el poder para el liberalismo y responsabilizaba de la calda del mismo a "quienes se rebelaron ante las decisiones de la convención de Medellín" después de haber recibido del pasado "los máximos honores".
El retorno de Turbay a la arena política tiene mucho más alcance que el del simple "puyazo" a Carlos Lleras y al galanismo contenidos en esa comunicación. Eféctivamente, a escasos dos meses de la iniciación del nuevo gobierno ya es obvio para los observadores pólíticos, que el turbayismo está comenzando a movilizar sus tropas para un enfrentamiento con Belisario Betancur. Esta guerra no declarada, no obedece a consideraciones menores. Lo que está de por medio es, ni más ni menos, que la supervivencia del turbayismo. Betancur a nombre de una cruzada contra el clientelismo ha llegado a la conclusión de que la fórma de erradicar este fenómeno, es sacando del juego a las fuerzas políticas turbayistas. Allegados al presidente de la República confirman su actitud frente a este hecho y su convicción de que está obrando en aras de los intereses nacionales.
Independientemente de si está o no equivocado el presidente, el hecho es que ha casado una pelea muy dificil. Turbay es el simbolo de la maquinaria política liberal, la cual, no obstante su actual desprestigio, puede tal vez constituir la fuerza política individual más poderosa del país. El "garrote" que esta clase política ha recibido en esta cruzada moralizadora, la ha cohesionado y ha creado en ella la conciencia de que la lucha que se avecina es por su supervivencia. A esta conclusión llegó después de un proceso gradual de desaires burocráticos, que desbordó la copa con la designación de gobernadores. En ese trascendental alto en la vida de las maquinarias, el presidente, convencido de que su abrumadora votación constitula un mandato para iniciar una nueva era en las costumbres políticas del país decidió tomar el toro por los cuernos y comenzar a desplazar lo que él consideraba el "viejo país" que la opinión pública querla dejar atrás Esto se tradujo en la creación de una tenaza política contra el turbayismo. Lo inusual en todo ésto es que el doctor Turbay habia jugado un papel importante en todas las tenazas que se habían configurado en la historia reciente del país y por primera vez se había formado una contra él.
Como consecuencia de lo anterior el doctor Julio César Turbay Ayala está en la oposición. Los otros jefes naturales del liberalismo ya han atravesado este desierto. Para Turbay es una etapa nueva. Lo paradójico de todo es que él en todo momento estuvo dispuesto a colaborar con el gobierno. Su temperamento conciliador y su defensa del artículo 120 de la Constitución lo acreditaban como el socio lógico para la aplicación de esta norma. Pero Betancur no lo vio así. Su concepción ideológica y sus preferencias personales coincidian en que era aconsejable reemplazar a Turbay por Lleras Restrepo habida cuenta de lo que cada uno dé ellos representaba ante la opinión pública.
Comenzó entonces la avalancha de críticas contra Turbay. El expresidente resultó ser el gran clientelista; el hombre que había quebrado al país, el responsable de la calda del partido liberal, el titere de los militares, el violador de los derechos humanos el presidente de la pompa, etc. No hábla sobresaltos en la historia del país de los cuales no fuera responsabilizado el hombre que había prometido un gobierno sin sobresaltos. Aún para un veterano de tantas lides y un conocedor de la naturaleza humana, el golpe fue fuerte. Belisario le habla casado pelea y a Turbay le corresponderla terminarla. Al igual que en el caso del actual presidente de la República, sus ideas políticas coinciden con sus sentimientos personales. La forma como el gobierno viene manejando el problema de la paz, le parece un acto de ligereza. En su opinión, no se está reconociendo el verdadero sentir del ejército. No menos irresponsable le parece la política internacional que para él no es más que una simple extensión del populismo al ámbito de las relaciones exteriores. Las rectificaciones cotidianas a su política económica lo irritan. Todo está cambiando. el péndulo de la política comienza a moverse a su favor. No obstante las dimensiones del déficit fiscal, originado principalmente por excesos burocráticos, la acusación de haber dejado un país en ruinas quedó desvirtuada en Toronto. Las acusaciones de que fue objeto en sus relaciones con los militares hoy parecen exageradas cuando se confirma una vez más que no es fácil tener relaciones armónicas y a la vez independientes frente al sector castrense, particularmente en negociaciones de amnistía.
El controvertido manejo que le dio al problema de las Malvinas, quedó reivindicado por nadie menos que Lleras Restrepo. El misterioso retiro de Lleras de las comisiones de paz y de sabios deja al descubierto que el cambio de pareja no garantiza la estabilidad del matrimonio.
Esta secuencia de eventos, su carta a Plazas Alcid y su aceptación de una entrevista con el diario "El Tiempo", dejan en claro que comienza una nueva etapa en la parábola política de Julio César Turbay Ayala. El expresidente está lejos de ser una figura popular. Nunca lo ha sido. Pero la confluencia de nuevas circunstancias políticas le han permitido mantener su poder político, a pesar de su distanciamiento con el gobierno. Este poder comenzará a hacerse sentir muy pronto.