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Álvaro Uribe “Estado al servicio de la comunidad y no de componendas burocráticas”. 331.845 seguidores*

POLÍTICA

Twitter: el nuevo 'ring'

La revolución de los mensajes de 140 caracteres ya se instaló en la política en Colombia.

19 de marzo de 2011

Lo que ocurrió el miércoles de la semana pasada podría considerarse como el tiquete de ingreso de Twitter en las grandes ligas de la política colombiana. El presidente Juan Manuel Santos tuvo que acudir a esta herramienta tecnológica para hacer una inusual declaración sobre cuál es el partido que lo inspira y así reinterpretar lo que había dicho en público horas antes.

Ese día, en una cumbre liberal, dijo: "Si ustedes me consideran su presidente, pues yo los considero mi partido". De inmediato afloró la emoción de los liberales, el senador de ese partido Camilo Sánchez dijo que "los amores que eran clandestinos ahora son permanentes" y la declaración se regó de tal manera por las venas políticas del país que un par de horas después el propio presidente Santos acudió a Twitter para poner todo en orden: "Nadie se equivoque. Compartir ideas de otros partidos no significa abandonar al que es y seguirá siendo mi partido, el Partido de la U".

Y no es que Twitter -esa revolución que nació de la manera más simple, con apenas 140 caracteres- no se usara antes en la alta política. Expresidentes como Ernesto Samper y Álvaro Uribe son asiduos usuarios de Twitter; políticos de profesión, como Gustavo Petro, mantienen su caudal político despierto a través de esta tribuna y Piedad Córdoba, usuaria fiel, relata las liberaciones de secuestrados minuto a minuto. La diferencia ahora es que el presidente Santos publicó en esta red una información, de alto interés para el Estado, que no quedó consignada en ningún otro lugar y le dio así un estatus que antes no tenía.

Esto tiene que ver, por supuesto, con que cada día son más los colombianos que usan Twitter: a diciembre de 2010 había más de 300.000 suscriptores. Y el crecimiento del 33 por ciento el año pasado fue el más alto entre los países de América Latina. Eso quiere decir que hoy hay más colombianos en esta red que usuarios de otros medios masivos del país.

Todo esto ocurre en Colombia, precisamente cuando Twitter cumple cinco años. El 21 de marzo de 2006, uno de sus creadores, Jack Dorsey, trinó por primera vez. En el mundo ya son 200 millones de usuarios. Es decir que pronto la república Twitter tendrá tantos habitantes como cualquiera de los países más poblados del mundo. Y tiende a crecer, como en su momento lo hizo Facebook, de manera exponencial, pues cada día se abren en promedio 460.000 nuevas cuentas.

Mucho se ha hablado del papel de esta herramienta y de otras redes sociales en las revoluciones que se vienen dando en el mundo. Todos recuerdan que vía mensajes de celular -nada muy distinto de lo que es Twitter- se desató una protesta en España por el manejo dado por José María Aznar a los ataques terroristas de 2004, lo que terminó dándole el triunfo a José Luis Rodríguez Zapatero.

En la frustrada revolución iraní de 2009 el gobierno de Mahmud Ahmadineyad apagó el botón de Twitter. Lo mismo ocurrió en la de Túnez, que detonó luego de que se transmitió por Facebook un mensaje viral sobre el atropello de las autoridades a un vendedor ambulante. Y el dictador libio Muamar Gadafi se burlaba de esta revolución como la del kleenex y decía que en Twitter hablaban drogadictos y borrachos.

Los teóricos políticos del mundo no se han podido poner de acuerdo sobre en qué lugar poner a Twitter y a las demás redes sociales. Algunos consideran que ha llegado una poderosa herramienta para las revoluciones y otros creen que se ha sobreestimado. Como dijo Louise Arbour, que conoce como pocas personas el andamiaje político en el mundo ahora como presidenta del International Crisis Group; "las redes sociales han demostrado que no se necesitan líderes para hacer las revoluciones".

En Colombia, esta no es la primera vez en el último año que Twitter aparece en el tinglado político. Primero fue la ola verde, un movimiento que difícilmente se habría dado sin las redes sociales y que prendió las alarmas de un establecimiento político anclado en el pasado. Sin embargo, la ola verde mostró también que a estos movimientos "made in Twitter" les hace falta un líder sólido que sea capaz de conducir a esos entusiastas seguidores a un puerto seguro.

Luego, se ha dado el cuestionado protagonismo del expresidente Álvaro Uribe, que ha utilizado la red como tribuna para recordar logros de su gobierno, respaldar a quienes lo acompañaron y hoy están en tela de juicio y, sobre todo, casar peleas con sus contradictores.

Y ahora el turno es para el gobierno de Juan Manuel Santos. El presidente mismo ha decidido trinar un promedio de tres veces al día. Un vocero de la Casa de Nariño dice que el propio mandatario se encarga de escribir los 140 caracteres. Pero tal vez quien más kilometraje le está sacando a Twitter es el ministro del Interior y de Justicia, Germán Vargas Lleras, a quien se le ve desde el Congreso o desde las regiones más apartadas del país tecleando en su BlackBerry para poner al tanto a sus 34.800 seguidores sobre lo que está ocurriendo.

Precisamente el número de seguidores de los políticos muestra de cierta manera que, a pesar de su rápida expansión, Twitter sigue siendo un experimento en observación en el campo político. Son cifras significativas, pues tener 34.000 seguidores significa tener dos estadios llenos pendientes de lo que el ministro diga. Pero, por otro lado, son cifras menores si se comparan con el arrastre que tienen artistas como Shakira o Juanes, con 4,8 millones y 2 millones, respectivamente.

Y aunque todavía no pasa de ser una fiebre en el mundo político, sí abre la puerta a un importate debate: ¿se instalará Twitter como la plaza política del siglo XXI? ¿Se convertirá en el secreto mejor guardado de las democracias? ¿Cambiará de manera irremediable la comunicación entre quienes gobiernan y quienes eligen? Por lo pronto hay más preguntas que respuestas. Lo único cierto es que son muy pocos los que, al menos en el país, han logrado dimensionar el verdadero poder de Twitter. Pero eso no quiere decir que no les guste trinar y lo hagan cada vez más.