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El sorpresivo anuncio de vender la ETB dejó en claro la cadena de errores que ha padecido el manejo de una empresa que fue una joya para Bogotá y que hoy tiene un futuro incierto.

26 de marzo de 2011

El peor negocio que ha hecho Bogotá en la última década ha sido no vender la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) ni fortalecerla como hizo Medellín con UNE, pues de ser una de las telefónicas más valiosas y apetecidas del país se convirtió en una novia fea con la que muy pocos quieren casarse.

El último intento ocurrió en septiembre del año pasado, cuando el largo y engorroso proceso para buscarle un socio estratégico fracasó, pues ninguno de los interesados quiso hacer una propuesta. Fue tan duro el descalabro que el propio alcalde Samuel Moreno anunció que dejaría a su sucesor la decisión del futuro de la ETB y que por ahora había que buscar alternativas.

Pero esta semana Moreno sorprendió a todos los bogotanos al anunciar que la administración había tomado la decisión de vender el control de la empresa, a pesar de que en campaña y durante sus primeros años se había negado a hacerlo. La idea es "presentar un proyecto de acuerdo al Concejo que permita vender como mínimo el 50 por ciento más una acción, de tal manera que se transfiera el control de la sociedad y, eventualmente obtener autorización para vender la totalidad de la participación del Distrito en la ETB, que es del 89 por ciento", dijo Beatriz Arbeláez, secretaria de Hacienda de Bogotá.

El anuncio generó de nuevo todo tipo de debates, entre quienes consideran que hay que venderla antes de que siga perdiendo valor y quienes, en cabeza del exalcalde Jaime Castro, sostienen que se debe fortalecer, invirtiendo sus utilidades o haciendo que otras empresas del Distrito lo hagan para que asuma su papel de liderazgo. "Venderla ahora, cuando sus directivos se han encargado de decirle al mercado que la empresa no tiene futuro, causaría grave detrimento patrimonial al Distrito, porque el mensaje que se ha enviado es que la ciudad está dispuesta a entregarla por cualquier precio", dijo Castro.

Lo que está claro es que, si bien esta empresa le ha dado dividendos a sus accionistas y a la ciudad por más de un billón de pesos desde 1999, la incapacidad de las últimas administraciones para conseguirle un socio estratégico y para modernizarla la tiene con una espada de Damocles sobre su cabeza. Y la razón es sencilla: mientras que hace 20 años tener una línea fija era un lujo sobre el que tenía monopolio exclusivo, el impresionante avance de la telefonía móvil y las empresas de cable, con su convergencia de servicios y productos, llevaron a la ETB a verse hoy como un mamut en la era del hielo, pues se quedó con la telefonía fija y la larga distancia, negocios que van en total declive. Su penetración en Internet y banda ancha está fuertemente competido por otras empresas, y no entró al negocio de la televisión ni incursionó en otros mercados. Incluso, en una absurda jugada, terminó liquidando mal el 33 por ciento que tenía en Comcel para meterse en Colombia Móvil.

Varios exministros de Comunicaciones y expresidentes de la empresa dijeron a SEMANA que si bien el tiempo de venderla pasó hace muchos años, es claro que demorarlo más podría poner a la empresa y a la ciudad en una difícil situación económica. Lo lógico, como está el mundo de las telecomunicaciones, es vender ese activo, en el que ya no es necesario que haga parte el Estado, para usar los recursos en otro sector, como el metro o las autopistas urbanas, donde se requiere con urgencia la presencia de la administración.

Pero para que esto ocurra se requiere que Moreno tome por fin decisiones. La primera es poner al frente a un presidente y a una junta que generen confianza y credibilidad en el proceso, y que trabajen intensamente por fortalecer la empresa y darle mayor valor. El otro escollo es lograr la aprobación de la venta en el Concejo, donde no se sabe si Moreno tiene el poder para hacerlo. Y, finalmente, Moreno deberá, desde su débil posición, convencer a todos de por qué ahora sí quiere vender la ETB, lo que llevará a dar explicaciones de lo que se ha hecho en la empresa en los últimos años.