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Un cabeciduro al poder

Sergio Fajardo llega a la Alcaldía de Medellín con poca experiencia en lo público pero con las habilidades propias del buen líder.

27 de octubre de 2003

Sergio Fajardo tiene dos tercios de Antanas Mockus, un tercio de Enrique Peñalosa y una pizca de Alvaro Uribe.

Matemático como Mockus, el nuevo alcalde de Medellín cree en la pedagogía de los símbolos, en que el fin es tan importante como los medios y en que el respeto a la vida debe prevalecer sobre todo lo demás. Tiene la misma actitud de profesor y un empeño similar en casar pleitos personales por no usar una corbata o una correa para los jeans que no se quita.

Pragmático como Peñalosa, que además asesoró su campaña, Fajardo no se ubica ni en la derecha ni en la izquierda, sino en los problemas de la ciudad que toca resolver. Esto le permitió convocar sectores muy diversos de la ciudad, desde representantes del Polo Democrático, grupos indígenas y movimientos populares y cívicos hasta representantes del Nuevo Partido y del Partido Conservador.

Trabajador como el presidente Alvaro Uribe, este otro paisa de 46 años, es obsesivo con los resultados.

"No deja las cosas al garete y está pendiente de lo que inicia", dice Carlos Alberto Giraldo, periodista de El Colombiano, donde Fajardo trabajó hasta que decidió lanzarse a la Alcaldía. También le obsesiona el tema del conflicto armado y desde que formó parte de la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, durante la gobernación de Uribe, la guerra ha sido tema recurrente de sus columnas en El Espectador y El Mundo.

Como los tres, Fajardo es un cabeciduro que llegó al poder sin subirse en los hombros de nadie, montado en la ola del voto de opinión y convencido de que su visión debía ser también la de la ciudad.

Pero, a diferencia de Uribe, Fajardo mira menos los árboles y más el bosque; es mejor para orientar lo de fondo que para gerenciar los detalles. Como subdirector de El Colombiano incentivó el análisis periodístico y jalonó proyectos investigativos alrededor de los problemas más sentidos de la ciudad. Como miembro de la misión de la modernización de la universidad pública durante el gobierno de César Gaviria diseñó un nuevo currículum para las ingenierías. Y como director del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia definió una agenda a mediano plazo para contribuir al desarrollo de la región y entusiasmó a científicos y universitarios para que aportaran a la enseñanza de la ciencia en el departamento.

Sergio Fajardo es vanidoso como Peñalosa, sólo que más. Es consagrado como Uribe, con mejor sentido del humor. Y un científico como Mockus, pero más rápido para actuar. Consulta con los expertos en los temas específicos o con sus asesores y decide. No echa reversa.

Asume las riendas de la segunda ciudad más importante del país con poca experiencia en la administración pública y con la clase política en contra, lo que muchos consideran que será su principal talón de Aquiles.

Quienes lo conocen dicen que tiene la ventaja de rodearse de gente pila, de trabajar por objetivos y durante muchas horas y de esforzarse por sacar en la Alcaldía el primer puesto, como lo ha hecho siempre. Y que tiene la receta para ser un gran alcalde. En tres años los paisas lo sabrán.