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Un crimen misterioso

El doble asesinato del yerno del ex presidente Mariano Ospina Pérez y de una prestante joven bogotana ha sido objeto de toda clase de especulaciones.

15 de abril de 1991

Juana María Ibarra estuvo trabajando esa noche hasta las 7:30 con algunos directivos de la Corporación Centro Internacional San Diego -de la cual era gerente- ultimando detalles para la asamblea que se realizaría en fecha próxima. A esa hora se acabó la reunión y llegó un Mercedes blanco con un conductor a recogerla. Era el vehículo de Luis Francisco Lora con quien habia estado trabajando recientemente en la asesoría sobre publicidad, señalización y embellecimiento de la zona del Centro Internacional de Bogotá. Lora y Juana María habían quedado de reunirse un momento después de la junta. El, desde su oficina al lado del Hospital Militar, había llamado a su novia Amalia Merizalde para informarle que iba a trabajar un rato con Juana María y que la recogería alrededor de las 9:00 de la noche.
Cuando el carro de Lora llegó con Juana María a la oficina de éste, se reunieron durante más de media hora y posteriormente él se ofreció llevarla a su casa en el barrio Los Rosales. Despachó a su chofer y partieron rumbo al norte. De ahí en adelante nadie sabe a ciencia cierta qué pasó. Aparentemente unos sujetos que se movilizaban en un Mitsubishi abordaron el Mercedes y encañonaron a Lora. Cerca de la calle 71 con carrera cuarta él logró escaparse del carro y comenzó a correr. Según una testigo que lo vio agitado pidiendo auxilio y gritando por la calle. Los hombres que habían abordado su carro lo alcanzaron en este y delante de la señora dispararon varias veces. Al verlo caer arrancaron sin rumbo a toda velocidad, con Juana María Ibarra . Poco tiempo después apareció el Mercedes con el cadáver de ella en la calle 71 con carrera 31.
Fuera de estos hechos concretos es muy poco lo que sabe de este doble asesinato, pero en cambio es mucho lo que se ha dicho. Como se trataba de una pareja la conclusión inicial era de que podía haber de por medio un lío de faldas. Sin embargo, toda la información disponible parece desvirtuar esta teoría. Lora y Juana María se habían conocido apenas hace un mes y medio en la represa de Prado cuando en casa de unos amigos comunes le presentaron a ella y a su marido. Como él era publicista y tenía una empresa de vallas y ella estaba por iniciar la campaña de publicidad exterior de la Corporación Centro Internacional San Diego, entrabaron una conversación profesional que desembocó en un ofrecimiento de asesoría por parte de Lora. El se había separado hacía ocho meses de María Clara Ospina Hernández, actual cónsul en Miami, e hija del ex presidente Mariano Ospina Pérez. Después de su separación regresó a Colombia donde comenzó a salir con Amalia Merizalde, una joven de la sociedad caleña, quien se desempeña como gerente de una agencia de viajes. Con ella había mantenido una relación estable e incluso el día antes de su muerte le regaló una cadena de oro.
Juana María Ibarra era una joven de 28 años, hija de un patricio cartagenero y una distinguida dama bogotana. Llevaba cinco años de matrimonio con el ingeniero y político antioqueño Etión Gómez Scalaberni y tenia dos hijos de menos de tres años. Tanto a nivel profesional como social y personal, era apreciada y respetada por todos quienes la conocieron. En el mes y medio transcurrido desde que conoció a Lora, se había reunido con él unas pocas veces por razones profesionales y todo parece indicar que no era más que una pasajera accidental en el Mercedes, cuando encontró la muerte el lunes de la semana pasada.
Descartada la teoría del crimen pasional, la hipótesis de más peso es la de los problemas de negocios. El diario El Tiempo publicó una versión, según la cual, un oficial de la Sijin afirmaba que Lora fue asesinado en una acción criminal posiblemente planeada en Estados Unidos, donde el profesional tuvo hasta hace poco su sitio de residencia. Allí tenía negocios de venta de productos comestibles colombianos. Como dos nietos del ex presidente Ospina Pérez se habían visto involucrados en problemas de narcotráfico, se llegó a asociar los dos casos. Esto fue rectificado por Mariano Ospina Hernández en una emotiva carta enviada a El Tiempo. Reflejando un gran dolor y dignidad, el hijo del doctor Ospina Pérez puso los puntos sobre las íes, aceptando la responsabilidad de sus hijos y puntualizando que el asunto estaba en manos de la justicia cuyo fallo la familia acataba. La asociación de los casos de Lora con la de los muchachos Ospina era absurda y este mal entendido se disipó rápidamente. Lora, al fin y al cabo, no era más que tío político de los Ospina, tenía sus negocios propios y estaba divorciado de María Clara. Fuera de una relación muy cordial con toda la familia, no había nada y las otras versiones son simple chimosgrafía.
Pero las autoridades han podido establecer que Luis Francisco Lora tenia problemas serios de negocios. Están investigando una aparente diferencia de cuentas que tenía Lora con algunas personas con quienes realizó unas transacciones de cambio de divisas. Hasta ahora esta es la principa hipótesis sobre la cual se están devanando los sesos los investigadores. Este, como casi todos los crímenes en Colombia, es muy probable que nunca se esclarezca. En todo caso, lo que es un hecho es que este caso ha llenado de dolor a varias prestantes familias colombianas y ha dejado una sombra de duda en la conducta de personas inocentes.-