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Un gran capital

En Colombia la gente es más solidaria y tiene más confianza, pero cree menos en las instituciones. Esa es una de las conclusiones del libro del científico social John Sudarsky.

29 de septiembre de 2007

'¿Cómo responde la gente a sus obligaciones con los demás , '¿cómo funcionan las cosas en Colombia?', y '¿qué hacen las personas cuando se presentan problemas colectivos', son algunas de las preguntas de un cuestionario realizado por el científico social John Sudarsky. En 2005 más de 6.000 colombianos lo respondieron y los resultados fueron analizados durante dos años en la más completa medición sobre el capital social en el país. ¿Y cuál es ese capital? "Es aquel que existe en las relaciones entre personas y de estas con las instituciones. Permite que aquellos que lo tienen logren cumplir objetivos que sin él no sería posible obtener", explica Sudarsky en su libro La evolución del capital social en Colombia, realizado con el apoyo de la Fundación Restrepo Barco.

Según Sudarsky, el capital social es un tema de confianza, pues en la medida en que se cree en los otros se pueden lograr más fácilmente las metas. "Cuando no hay capital social, no hay confianza y la gente invierte mucho en lo que se ha denominado costos de transacción, que es lo que se paga para solventar la falta de seguridad, por ejemplo. Es por eso que una empresa extranjera prefiere invertir donde hay menos riesgos". Si los ciudadanos no confían en las instituciones, se saltan los procesos y comienza a imperar la ley del más vivo, la del atajo: "el oportunismo", agrega. La gran novedad de su trabajo es que incorpora el factor 'Confíe', que se refiere a la confianza y al control indirecto del Estado que ejercen los ciudadanos.

La mejor noticia es que el capital social aumentó 106 por ciento desde la última medición, hecha en 1997. Este resultado se debe a que los colombianos cada vez son más solidarios. A la pregunta '¿quién ayuda a la gente cuando tiene problemas

', la mayoría respondió que la familia. Sin embargo, el Estado muestra un aumento de 596 por ciento, pues pasó de menos 0,37 puntos a 1,85. Pero la ayuda de las instituciones humanitarias fue la de mayor incremento, al pasar de menos 0,03 a 2,57. Otro resultado positivo es que el oportunismo disminuyó en 23 por ciento. De esta variable, el ítem 'en lugar de uno preocuparse porque las reglas se apliquen por igual, uno se preocupa de ver cómo se sale con la suya', tiene una caída del 140 por ciento. "Creo que el hecho de que estemos mejor en Capital Social y la confianza en la ayuda estatal obedece a la política de Seguridad Democrática. La primera medición se hizo durante el proceso 8.000 cuando el Estado estaba siendo cuestionado", explica Sudarsky.

Sin embargo, pese a que la confianza interpersonal ha aumentado, los resultados sobre la percepción de corrupción son menos alentadores, pues se mantuvo casi igual: pasó de 7,33 en 1997 a 6,88. El capital social podría incluso haberse incrementado no en un 106, sino en un 143 por ciento. Pero el freno fue una caída de un 22 por ciento en la participación cívica evidente en que disminuyó la pertenencia de los ciudadanos a organizaciones voluntarias como juntas de acción comunal. Para Sudarsky esto es preocupante: "El fortalecimiento de la democracia en Estados Unidos se atribuye a la abundancia de estas organizaciones. No sirve de mucho que seamos más solidarios en el ámbito familiar si esa dinámica no se reproduce en lo público". Paradójicamente, los colombianos mostraron creer que son cada vez más responsables de lo público, pero el estudio pudo comprobar que eso es sólo un mito. En síntesis, pese a que la participación política aumentó y hoy los colombianos votan más, la ciudadanía se ha desmovilizado de lo público porque no interviene en debates, ni usa los mecanismos de participación, aunque afirmen lo contrario. Por eso el analista incluye la variable el factor Fenoval (Fe en las fuentes de información no validadas), que consiste en que la gente cree que las cosas funcionan bien pero no tiene cómo comprobarlo. "Pienso que esto ocurre porque los colombianos necesitan creer en algo, porque necesitan mitos convenientes para su conciencia", señala Sudarsky. Sin embargo, es curioso que mientras los colombianos dejan la responsabilidad de lo público a las instituciones, confían menos en ellas.

Por esta desconfianza se explica la caída en un ciento por ciento del factor 'Confíe'. Disminuyeron, por ejemplo, la confianza en los gremios, en la Fiscalía, en la prensa y en el Congreso. En cuanto a la confianza en el gobierno municipal, se destacan Medellín, con el mayor puntaje, y Cali, con el más bajo. Sólo aumentó la confianza en el gobierno nacional un 13 por ciento. "Los resultados pueden deberse a que el gobierno actual tiende al personalismo. Es cierto que estrategias como los Consejos Comunitarios aumentan el capital social, pero no se ha encargado de promover la confianza institucional ni parece tener en su radar la sociedad civil. Donde ha querido promoverla le ha funcionado bien como el caso de las organizaciones voluntarias rurales".

Estos índices sirven para encender las alarmas, pero no son razón para perder el optimismo: en Italia un estudio reveló que entre 1959 y 1990 la confianza interpersonal tuvo una tasa de crecimiento del 5 por ciento anual. Colombia en un lapso menor mostró un crecimiento del 4,48 por ciento. Ahora el reto es, a través de la intervención en las organizaciones voluntarias y la utilización de los mecanismos de participación, que ese capital se vierta hacia lo público y sirva para ser el motor de una sociedad en la que exista confianza institucional.