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UN HOMBRE TRANQUILO

17 de diciembre de 1990

Pocas veces en la historia de Colombia se ha vivido tanto nerviosismo como ahora. La inminencia de una Constituyente con facultades ilimitadas y el surgimiento del M-19 como la fuerza política que tendrá mayor representación en esa Asamblea, es una coincidencia con la cual nadie contaba y de consecuencias imprevisibles.
César Gaviria, primero como ministro de Gobierno, luego como candidato a la Presidencia y ahora como Jefe de Estado, apoyó siempre el controvertido proceso de la reforma de la Constitución. Ahora que la situación se ha complicado, más y más colombianos están atemorizados por lo que puede resultar del salto al vacio en que se embarcó el país.
Pero el que debería estar más preocupado de todos con esta aventura, ya que el éxito o el fracaso depende en gran parte de él, es el Presidente de la República. Curiosamente no lo está.
El Presidente irradia por estos días una gran tranquilidad.
La sangre fría que le atribuyen quienes lo conocen parece ser de gran utilidad para un momento tan delicado como este.
Si en la juntas directivas de las grandes empresas se respira una situación de emergencia, en el Consejo de Ministros y en el despacho del Presidente la sensación que queda es que todo está bajo control.

El Jefe del Estado se ha convertido en un constitucionalista improvisado. No en el sentido de que improvisa sobre el tema, sino en el sentido de que sin ser su especialidad se ha convertido, en muy poco tiempo, en un especialista. Ha estudiado con detenimiento las Constituciones de una docena de países. Todos los días, desde que comenzó el Gobierno, le reserva dos horas de su trabajo al estudio y al análisis de los temas constitucionales. Casi todos los de fines de semana, ya sea en Hatogrande o en Cartagena, han sido de sesiones maratónicas sobre el asunto. Sus interlocutores son múltiples: desde sus consejeros en la materia, Manuel José Cepeda y el recientemente renunciado Fernando Carrillo, hasta personas cuyo criterio valora como el ex registrador Humberto de la Calle y el viceministro de Gobierno, Andrés González. Quienes han participado en todo este proceso no vacilan en reconocer que Gaviria domina el tema. Pero a diferencia de la mayoria de los constitucionalistas, tiene un conocimiento práctico sobre la forma como funciona el país. Y es esta su mayor ventaja: su capacidad de traer el mundo de la realidad cuando se está discutiendo el mundo de los ángeles. Como manzanillo Gaviria sabe como se mueve la gente y como ex ministro de Hacienda sabe cómo se distribuyen los recursos. Esa combinación de conocimientos, definitivamente no es muy frecuente.

No menos importante que esto es su capacidad de liderazgo, que es la que piensa utilizar al máximo para sacar adelante el proyecto del Gobierno. En esto, César Gaviria no sólo confía en su talento, sino en el respeto y la credibilidad de la investidura presidencial. En medio de 70 individuos con muy buenas intenciones pero que apenas si han tenido tiempo de prepararse, el Presidente de la República con un proyecto molido, terminado y realista, tendrá en gran parte la sartén por el mango. El Presidente anuncia en esta entrevista que piensa ir personalmente todos los días a luchar por la causa.
En lo único que sí deja el Presidente la sensación de que puede estar un poco en el mundo de los ángeles, es en materia de cifras electorales. Los cálculos en Palacio son que las listas liberales y la lista del M-19 tendrán resultados parecidos en el número de curules en la Constituyente. Algo del orden de 25 por cabeza, mientras que la totalidad de las encuestas tienen esta proporción en dos a uno a favor del M-19. Gran parte de la tranquilidad del Presidente radica en estos cálculos electorales que representan un equilibrio de fuerzas relativamente manejable.