Un modelo de gestión

Por supuesto que es encomiable que un empresario le regale a la ciudad un centro cultural de la envergadura del Julio Mario Santo Domingo. Pero más allá de la imponente obra arquitectónica de Daniel Bermúdez, más allá de la inversión de 30.000 millones de pesos, más allá de la voluntad de regalar a Bogotá uno de los mejores teatros del continente, lo que es más que meritorio de la familia Santo Domingo es la voluntad de que el centro cultural funcione y perdure. Diseñar y financiar un modelo de gestión público-privada, basada, tras una minuciosa investigación, en la del Liceo de Barcelona, ha ofrecido resultados concretos y visibles a una velocidad sorprendente: en solo seis meses, han pasado por la ciudad artistas y espectáculos de primerísima calidad, que han mejorado sensiblemente la oferta cultural de Bogotá. ‘Importar’ desde España a un gestor cultural tan avezado como el ex ministro de Cultura Ramiro Osorio para que liderara el proyecto, ha puesto a la ciudad en el mapa de itinerarios de grandes orquestas e intérpretes. De Barenboim a Dudamel, de Jesse Norman a Jorge Drexler, pasando por los grandes del flamenco, la lírica, el teatro, o las nuevas músicas colombianas, la programación ha sido deslumbrante.