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UN NUEVO AIRE

Después de capear con éxito el problema del dólar el gobierno se la juega toda <BR>nuevamente en el tema de la paz.

1 de noviembre de 1999

El 18 de septiembre las Farc emitieron un comunicado en el cual expusieron las
razones por las cuales estaba suspendido el proceso de negociación con el gobierno. El
comunicado tenía ocho puntos y repetía los conocidos argumentos del grupo subversivo en contra del
paramilitarismo, rechazaba los acercamientos del gobiernode Colombia con Estados Unidos, criticaba
la agresiva diplomacia desplegada por el gobierno en contra del grupo subversivo, recordaba los
graves problemas sociales del país, insistía en la ley de canje y reiteraba la voluntad de paz de las
Farc. La verdadera intención del comunicado estaba contenida, sin embargo, en un punto relacionado
con la Comisión de Verificación. Según las Farc, el gobierno nacional condicionaba la continuidad de
los diálogos a la integración de dicha comisión, y eso para ellas era totalmente inaceptable.
Si alguna esperanza quedaba en el gobierno de que las Farc cedieran en ese punto desapareció con el
comunicado. Ese día quedó claro que si el deseo de las autoridades era sentarse a negociar con
las Farc los temas de la agenda aprobada a comienzos del año lo mejor era olvidarse del tema de la
comisión. Y como había sucedido en ocasiones anteriores, el gobierno tuvo que hacer de tripas
corazón y pasarse un nuevo trago amargo. Menos de una semana después de expedido el
comunicado el comisionado de Paz, Víctor G. Ricardo, anunció que el gobierno estaba dispuesto a
comenzar las negociaciones sin que mediara la conformación de la trajinada comisión.
El lunes y martes de la semana pasada Víctor G. se reunió con los voceros de las Farc y allanaron el
camino para la reanudación de los diálogos. En lugar de una comisión de alto nivel, como la que
pretendía el gobierno, acordaron conformar lo que llamaron una comisión de análisis y estudio de la
zona, integrada por un delegado de cada una de las partes: Joaquín Gómez, comandante del Bloque
Sur, por parte de las Farc, y Camilo Gómez, secretario privado del Presidente de la República y
miembro de la comisión de negociación por parte del gobierno.

Las críticas
La decisión, por supuesto, no cayó nada bien en muchos sectores, comenzando por los militares. Pero
al contrario de otras ocasiones, en que las diferencias afloraron en una controversia pública, esta
vez _por iniciativa del ministro de la Defensa, Luis Fernando Ramírez_ los cuestionamientos se hicieron
en privado. En una reunión celebrada en el Gun Club de Bogotá los militares le expusieron al
Comisionado de Paz sus reservas ante la decisión del gobierno. Y aunque hubo serias diferencias _y
en algunos momentos la reunión se tornó acalorada_ el gobierno decidió mantener su posición y los
militares su respeto a la autoridad civil.
La decisión tampoco fue bien recibida en Estados Unidos a pesar del respaldo que acababa de obtener
el presidente AndrésPastrana a su estrategia de paz. Y la oposición no vino solamente de aquellos
sectores que han mantenido una postura crítica frente al proceso de paz _como la bancada republicana
del Congreso_ sino del propio Departamento de Estado. El subsecretario para asuntos hemisféricos,
Peter Romero, dijo en Washington que para él era ''inconcebible'' que las Farc pretendieran seguir
ocupando la zona de despeje sin la presencia de una comisión de notables que pudiera verificar el
permanente cumplimiento de la ley.
Todas esas críticas fueron reforzadas, además, con la noticia de la cruel ejecución por parte de las
Farc de tres de los policías que habían escapado días atrás del largo cautiverio al que los tenía
sometidos el grupo subversivo (ver recuadro). Aunque todo el país sabe que la guerra continúa a
pesar de las negociaciones la crueldad con que fueron asesinados los uniformados despertó una ola
de indignación que coincidió con el anuncio de la reanudación de los diálogos entre el gobierno y las
Farc.
Para tratar de bajarle la temperatura a la situación a última hora surgió la posibilidad de que además
de los representantes del gobierno y de las Farc en la llamada comisión de análisis y estudio de la
zona de despeje participara un tercero de aceptación internacional. Y uno de los nombres que surgió
fue el de Jean England, un ex ministro noruego que ha tenido un papel importante en procesos de
paz como el de Irlanda y el del Medio Oriente y que desde hace varios meses viene asesorando al
gobierno en el diseño de su política de acercamiento con los grupos subversivos. Su inclusión se
discutía al cierre de esta edición.

¿Y ahora que?
Más allá de las minucias del proceso, sin embargo, lo cierto es que la decisión del gobierno de
desmontarse del tema de la comisión le ha dado un nuevo aire a su estrategia. Y ha confirmado _por si
acaso quedara alguna duda_ que el presidente Pastrana está dispuesto a jugarse los restos en el
tema de la paz. Tema en el que, probablemente, no le falte razón. La semana pasada, después de
eliminar la banda cambiaria y anunciar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para la
obtención de un crédito de contingencia por cerca de 3.000 millones de dólares, los mercados
internacionales reaccionaronde manera batante positiva. Tanto que, para algunos de los miembros del
equipo económico, la semana que pasó fue la mejor en términos económicos de los últimos seis
meses.
Cuando muchos analistas esperaban una debacle por la flotación del dolar la tasa de cambio de
mantuvo prácticamente estable. Y en los mercados de capitales la tasa de interes de los bonos
colombianos tuvo una reducción de 0,5 por ciento. La mayoría de los inversionistas manifestaron, sin
embargo, que mientras el país no encuentre una solución a los problemas de orden público su
economía seguirá siendo mirada con lupa en el exterior y difícilmente mejorará la calificación del país.

Y eso lo tiene claro el gobierno. Tanto que además de su nuevo acercamiento con las Farc _aun a
costa de perder buena parte de lo que le resta de su capital político_ ha decidido reanudar sus
contactos con el ELN. Ese camino se comenzó a allanar desde hace dos meses con las continuas
reuniones que ha tenido la sociedad civil con miembros de la comandancia del ELN. Esos
contactos han permitido poner en claro las pretensiones de ese grupo guerrillero para llegar a una
eventual mesa de negociaciones con el gobierno Pastrana.
Los elenos están dispuestos a sentarse nuevamente a la mesa del diálogo siempre y cuando el
gobierno acepte el despeje de una zona del país para llevar a cabo la Convención Nacional. En esta
oportunidad Gabino y sus hombres tienen claro que el despeje puede ser en otra zona distinta al sur de
Bolívar. Pero exigirán que sea un lugar donde el control esté en sus manos y sea de fácil acceso
para los invitados a la convención (ver entrevista de Pablo Beltrán).
El punto álgido de esa negociación será el de los secuestrados. Para el gobierno la única solución a
ese problema es la liberación inmediata de todas las personas que el ELN tiene retenidas en este
momento. Para los elenos ese es un problema de ellos con los familiares de los retenidos. Y cada
caso se está tratando individualmente.
La suerte del proceso con el ELN se definirá en la reunión de Víctor G. Ricardo con Pablo Beltrán, el
hombre fuerte de los elenos en esta primera etapa. Todavía no se conoce la fecha de esa reunión pero
posiblemente será dentro de dos semanas y tendrá lugar en Alemania. Allí el gobierno de Pastrana
podrá cerrar la faena que comenzará esta semana con las Farc. Si logra ponerse de acuerdo con el
ELN y echar adelante una negociación encaminada a buscar una salida al conflicto armado con ese
grupo subversivo, no sólo tendría un nuevo aire sino un respiro completo en la búsqueda de la
reconciliación nacional.

La cacería
El pasado 5 de septiembre los organismos de Inteligencia del Ejército interceptaron una
radiocomunicación del 'Mono Jojoy' con el comandante del frente 16 de las Farc, 'El Negro Acasio', en
la cual éste le informaba de la fuga de cuatro policías, un soldado y tres guerrilleros del campamento
de Barrancominas, Guainía, donde estaban prisioneros. A partir de ese momento el Ejército, la
Policía y la FAC montaron un vasto operativo en busca de los miembros de la fuerza pública para
rescatarlos sanos y salvos. Un total de 1.200 hombres integraron el grupo de rescate que durante
más de tres semanas se metió en la selva en busca de sus compañeros.
Fueron varias las pruebas de supervivencia que halló este grupo. Testimonios de campesinos daban fe
de que los uniformados habían pasado por la zona pero todos ellos desconocían su paradero. Sin
embargo el pasado 13 de septiembre, de acuerdo con la investigación de las autoridades, el capitán de
la Policía Antinarcóticos Wilson Quintero Martínez y sus compañeros de fuga, los policías Alfredo
Rojas y Antonio Culma, llegaron a un rancho localizado en el caserío de Matas, Vichada, donde
pidieron agua y comida.
En el lugar se encontraba un 'raspachín' de coca que al ver a los 'forasteros' decidió salir del rancho en
busca de ayuda. Unos minutos después regresó con un grupo de guerrilleros que, sin mediar palabra,
asesinaron de 35 disparos al capitán Quintero y ejecutaron a quemarropa a los agentes Alfredo Rojas
y Antonio Culman. Después fueron enterrados en una fosa común en una finca de la vereda Tres
Matas, cerca de Curumaní, Vichada.
Tres semanas después del trágico desenlace de la fuga del capitán Quintero y sus hombres el equipo
de rescate del Ejército, la Policía y la FAC encontró la fosa común donde habían sido enterrados. La
macabra historia de lo ocurrido fue contada por un informante del Ejército. El hombre, que hoy se
encuentra bajo protección, relató la forma como las Farc había asesinado a los agentes. La suerte
de los otros dos oficiales fugados se desconoce. Como también es un misterio la odisea que
vivieron los uniformados desde el 2 de septiembre, día en que se volaron del campamento de las Farc.
La muerte de estos oficiales es tan grave como la de los tres indigenistas estadounidenses. La
Fiscalía General de la Nación tiene en sus manos la investigación y por el momento hay cuatro
personas retenidas, que al parecer participaron en el homicidio. El grupo de rescate sigue metido
en la selva buscando a sus otros dos compañeros. Tienen la firme esperanza de encontrarlos con
vida.