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UN PAREJO DISPAREJO

Enfrentamiento entre el ministro de Justicia y sus colegas ahoga el debate sobre el documento del procurador.

28 de julio de 1986

Y después de tanta espera, la famosa bomba del procurador Carlos Jiménez Gómez sobre los sucesos del Palacio de Justicia, apareció pero no estalló. El que debía haber sido considerado como el más espectacular y polémico de todos los documentos del jefe del Ministerio Público, debido a que solicitaba a la Cámara de Representantes que investigara la actuación del presidente Belisario Betancur y de su ministro de Defensa, Miguel Vega, cayó en una especie de hueco negro, del cual no había podido salir al cierre de esta edición, una semana después de su publicación.
Claro que en primera instancia despertó algunas reacciones, como la del editorial de El Tiempo del lunes 23 de junio, que sostenía que "si se acepta el concepto del procurador, toda acción guerrillera se justifica. Si se concede un estado jurídico bélico o beligerante al M-19 y demás grupos alzados en armas, similar al que podría existir en un enfrentamiento con Perú o Venezuela, nadie podrá culpar a las hordas salvajes, dependientes de los diversos grupos guerrilleros, por lo que puedan hacer en el futuro". Luego vino la enérgica respuesta del consejo de ministros, que tras dejar constancia de su total respaldo a la actitud asumida por el Presidente frente a la toma del Palacio, aseguró que la actuación del procurador "no está prevista dentro de las normas constitucionales y legales".
Por su parte, la Cámara recibió el documento y delegó su análisis en la Comisión de Acusaciones, que lo sumó a otros expedientes de denuncias contra el Presidente por el caso del Palacio. Pero debate, lo que se dice debate a la providencia del procurador, no hubo. Y no lo hubo por varias razones. Primero, porque fueron muchos los que no se lo tomaron en serio, ya que el documento, a diferencia del detallado informe del Tribunal Especial, trataba a la ligera aspectos trascendentales de la investigación, como el número de muertos, cuyo estudio el procurador reducía a un ejercicio de cálculo de quinto de primaria.
Segundo, porque si bien la tesis del "derecho de gentes" planteada por Jiménez resultaba original e interesante, elevaba a un plano quizá demasiado abstracto la discusión. A pesar de que columnistas como María Teresa Herrán señalaban que "a diferencia de las conclusiones de los magistrados del Tribunal Investigador, que sólo plantean con timídez ciertos temas, el procurador llega a lo que, en la perspectiva histórica, será sin duda el meollo del asunto", lo cierto es que esos "ciertos temas" planteados con "timídez" por el Tribunal son mucho más concretos. ¿De qué puede servir que la Cámara plantee un debate político de dimensiones "históricas",si eso deja de lado la plena investigación de hechos comprobados como, para citar sólo un ejemplo, la desaparición de dos guerrilleras que salieron con vida del Palacio? De muy poco o de nada, si se tiene en cuenta además que el debate en la Cámara, de llegar a darse, dependerá sin duda más de lo que estratégicamente decida hacer la mayoría liberal frente a Belisario Betancur en la legislatura que está por comenzar que del deseo de sentar un precedente histórico sobre la actuación de un Mandatario frente a situaciones como la toma del Palacio.
Pero la tercera razón por la cual la bomba del procurador no llegó a explotar fue el hecho de que las primeras páginas se las robó a mitad de la semana el ministro de Justicia, Enrique Parejo. El martes, El Tiempo tituló a 4 columnas: "Ministros presentan protesta por actitud de Parejo González". El titular tenía que ver con una información sobre la preparación por parte de varios miembros del gabinete de una respuesta al titular de la cartera de Justicia, quien, en sus declaraciones al Tribunal Especial, había dicho que la desobediencia de órdenes sobre un alto al fuego en el 4° piso del Palacio el 6 de noviembre por parte de la Policía, había "puesto en ridículo al consejo de ministros". Parejo había dicho también al Tribunal que "en mi sentir todos los presentes en el despacho del Presidente estuvimos de acuerdo en que eso era lo sensato y en que el director de la Policía debía dar la orden consiguiente. Sin embargo, algunos de mis colegas manifiestan ahora no recordar que hubiera sido así". Pero al final, el documento anunciado por El Tiempo no se presentó y los ministros se limitaron a reiterar su apoyo a Betancur y a expresar su desacuerdo con la providencia del procurador, con la anuencia del propio Parejo.
SEMANA pudo establecer que, en efecto, varios ministros habían estado trabajando el lunes 22 en la redacción de un documento que debía ser presentado en el consejo de ministros del martes y que contenía una protesta contra las declaraciones de Parejo. Todo indica que el presidente Betancur se enteró al amanecer del martes de esto al leer el titular de El Tiempo, y resolvió llamar por teléfono y despertar a varios ministros para hacerlos desistir de sus intenciones. ¿Por qué? Por un lado, porque el Presidente no desea que el debate sobre lo sucedido en el Palacio se extienda al seno de su propio gabinete. Y por otro, porque el documento contra Parejo hubiera implicado sin duda su retiro del gabinete, con los consiguientes problemas de seguridad personal de un hombre amenazado por la mafia. SEMANA confirmó que esto último fue lo que más pesó en la determinación del Presidente.
Al final de la semana estaba claro que el debate sobre Parejo que había ahogado el del documento del procurador, estaba corriendo una suerte similar, pocos días antes de que la visita del Papa obligara a todos a aplazar, quizá para siempre, la mayoría de estas discusiones.