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CONFLICTO

Una cartografía de fosas permite hallar restos de desaparecidos

Una cartografía de fosas comunes elaborada de manera anónima y colectiva permite hallar y recuperar los restos de "una gran cantidad de desaparecidos" por grupos paramilitares.

23 de septiembre de 2010

Habitantes del municipio antioqueño San Carlos crearon una cartografía de fosas comunes como mecanismo de memoria del conflicto armado. Su presentación se realizó en un encuentro sobre los impactos de este tipo de experiencias en Colombia.

La experiencia fue detallada en Bogotá por la antropóloga María Victoria Uribe, del Grupo de Memoria Histórica (GMH) de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR, estatal), creada por mandato de la normativa jurídica para la reinserción de las disueltas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, paramilitares).

El caso de San Carlos es uno de los muchos que han sido documentados por esta investigadora colombiana dentro de sus tareas en el GMH, que el martes instaló la III Semana por la Memoria, cita que tiene como eje tres casos emblemáticos de matanzas.

La experiencia de este pueblo hace parte de "un grupo de iniciativas que reconstruyen las rutas del terror para encontrar las huellas de los muertos y de los desaparecidos", explicó la antropóloga, tras indicar que en su tarea de documentación ha encontrado una diversidad y explosión de iniciativas de memoria que hizo necesaria su organización o agrupación en familias. 

Los creadores de la cartografía  introdujeron un mapa de San Carlos por debajo de las puertas de las casas con la petición a los habitantes para que dibujaran en este los sitios donde había o creían que había fosas comunes. Lo hicieron de manera anónima, por temor a los paramilitares que seguían en la población, agregó la antropóloga, para resaltar que "de esta manera se construyó una cartografía de fosas comunes y fue posible recuperar una gran cantidad de restos".

La investigadora también relató la iniciativa La Rosa Púrpura del Cairo, un cine club ambulante creado por una líder de los Montes de María, conflictiva región cuyo territorio se distribuye entre los departamentos norteños de Bolívar y Sucre.

Un telón y un proyector de vídeo son los equipos de este cine club, que tiene como "sede" un pequeño auto (un Renault 4) con el que su fundadora recorre el Carmen de Bolívar, Chalán, San Juan Nepomuceno y otras localidades de los Montes de María.

"Lo que ella hace es instalar el telón en espacios muy significativos para la comunidad", indicó la antropóloga Uribe, que mencionó entre ellos escenarios como campos de fútbol en los que se cometieron matanzas u otros crímenes y por los que los vecinos dejaron de pasar.

La investigadora resaltó que, con su club ambulante, la líder invita a los vecinos a que, "a través del cine, vuelvan a frecuentar los espacios que se han quedado vacíos porque tienen una impronta tan brutal que la gente no se atreve a transitarlos".

La creadora de La Rosa Púrpura del Cairo ha logrado poco a poco que los lugareños ocupen de nuevo esos espacios y vuelvan a viejas costumbres, como las de sentarse a las afueras de sus domicilios, para conversar o recibir las brisas frescas del anochecer.

En el país, reconoció la investigadora, se han desarrollado otras muchas iniciativas, dentro de un mosaico que va desde las formales de documentación o registro, hasta las de representación o escenificación del dolor y el sufrimiento de las víctimas.

La antropóloga mencionó entre ellas el proyecto "Nunca más", considerado el archivo más completo de violaciones de los derechos humanos que existe en Colombia, y los plantones, que responden a la necesidad que tienen las asociaciones de víctimas de "poner en escena las fotografías de sus familiares asesinados o desaparecidos".
 
EFE