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Una llamada anónima

SEMANA revela detalles desconocidos sobre el operativo que culminó con la muerte del segundo hombre más buscado del país.

30 de noviembre de 1992

EL DOMINGO 17 DE MAYO DE este año, el día de la madre, un escuadrón conformado por 40 hombres del Cuerpo Elite de Medellín rodeó cinco manzanas del populoso barrio Belén, localizado en la comuna nororiental de la capital antioqueña. La operación, que comenzó a las cinco de la mañana, se había diseñado tres días atrás cuando un grupo de detectives rastreó una serie de llamadas de un hombre que le anunciaba a su madre que ese día estaría sin falta a su lado. Después de que los agentes de los organismos de seguridad cotejaron las voces, llegaron a la conclusión de que la conversación telefónica era entre Brance Alexander Muñoz Mosquera, alias Tyson y su madre. "No te preocupes; te prometo que estaréen casa. Cómo olvidar este día vieja", le dijo Tayson. Y ella respondió: "Mijito, no se preocupe, yo sé que con la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús, tú vas a estar aquí".
Los hombres del Cuerpo Elite sabían de antemano a lo que se iban a enfrentar, pues los informes de inteligencia que tenían en su poder sobre Tyson los había llevado a la conclusión de que se trataba del hombre más astuto y sagaz del brazo militar al servicio del cartel de Medellín. Todos sus movimientos para trasladarse de un lugar a otro eran diseñados milimétricamente. Los seis meses de seguimiento que llevaban las autoridades sobre el paradero de Tyson les había dejado una lección: cada vez que este se movía, despleglaba un operativo en que participaban por lo menos 20 hombres de su confianza, quienes tenían la misión de "limpiar" la zona para evitar cualquier contratiempo. Por esta razón, ese 17 de mayo se tomaron todas las precauciones del caso. Se infiltraron agentes entre los habitantes del barrio Belén. Detectives vestidos de obreros disimularon estar reparando las redes telefónicas. Otros aparentaron estar jugando fútbol en plena calle y otro grupo más se mimetizó tomando cerveza y jugando dominó en dos tiendas cercanas a la casa de la madre de Brance Alexander Muñoz.
Las horas transcurrieron en una gran tensión, pero ningún movimiento extraño se presentó en la casa de los Muñoz. El barrio estuvo de fiesta, pero no hubo revuelo entre sus habitantes. Hacia la madrugada, cuando la luces de las casas y los equipos de sonido se apagaron, el comandante encargado del operativo ordenó a sus hombres regresar a su base. Era el quinto intento en menos de un mes que los organismos de seguridad habían hecho para capturar a Tyson. Pero igual que en los anteriores éste nunca apareció en el lugar donde lo estaban esperando los hombres del Cuerpo Elite. En un principio se pensó que había filtración de información y se ordenó una investigación de contrainteligencia para determinar quién o quiénes estaban vendiendo información. Pero las dudas se despejaron una semana después cuando los agentes de seguridad detectaron una nueva llamada entre Tyson y su madre. Ella le agradecía que ese día 17 de mayo hubiera estado a su lado casi todo el día. Nunca se supo cómo entró y salió Tyson de la casa sin que los agentes del Cuerpo Elite se hubieran dado cuenta. Lo único que les quedó claro a los organismos de seguridad era que aprehender a Tyson iba a ser mucho mas difícil de lo que todos habían sospechado.
UN AÑO TRAS SU HUELLA
El 17 de mayo se había perdido una batalla pero no la guerra. Las autoridades siguieron en su trabajo. Por eso el operativo del martes pasado en el que el Cuerpo Elite de la Policía dio de baja a uno de los terroristas más peligrosos del país, no fue un golpe de suerte. Por el contrario, fue el resultado de una labor de inteligencia que se inició hace un año. Los organismos de seguridad comenzaron a seguirle los pasos a Tyson el mismo día que iniciaron el rastreo de su hermano Dandeny Muñoz Mosquera, alias La Quica, quien posteriormente cayó en manos de las autoridades norteamericanas el 24 de septiembre del año pasado. Los hombres de la Dijin pensaron en un comienzo que Tyson había seguido el mismo camino de su hermano Dandeny y que había decidido esconderse en los Estados Unidos. Pero después de evaluar los informes de inteligencia de la Interpol y la DEA, la Dijin llegó a la conclusión de que Tyson nunca había salido del país.
Por esta razón se montaron tres frentes de investigación. Uno en Pereira, otro en Bogotá y un tercero en Medellín. El trabajo que se hizo fue el de monitorear las llamadas que hacía Tyson a éstas tres ciudades, donde viven buena parte de sus familiares, y que las autoridades interceptaban con alguna frecuencia. En Risaralda están dos hermanas, en Bogotá cinco tías y en Medellín su madre. "Al comienzo los resultados fueron muy buenos. Sabíamos cuáles eran sus movimientos. Logramos establecer como era su modus operandi. Hicimos un sinnúmero de allanamientos, pero a la hora de desplegarlos operativos para su captura no tuvimos suerte. Siempre logró escaparse", dijo a SEMANA uno de los detectives de los organismos de seguridad.
Pero cuando Pablo Escobar se fugó de la cárcel de La Catedral, las autoridades perdieron el rastro de Tyson. "No volvimos a saber nada de él. Estábamos convencidos de que se había unido al grupo de los fugados para protegerle la vida a Escobar. Pero esta vez también nos equivocamos. Cuando todos pensábamos que Tyson estaba con una metralla en sus manos defendiendo a su jefe, nos enteramos de que andaba lejos de Escobar desde hacía por lo menos tres meses y que la mayor parte del tiempo había estado fuera de Medellín", señaló a SEMANA el director de la Dijin, coronel Luis Enrique Montenegro Rinco.
EL GOLPE
¿Qué hizo Tyson en los últimos tres meses? Ese es uno de los cabos sueltos que todavía no han podido atar las autoridades. Se pensó que él había sido el encargado de secuestrar y posteriormente ejecutar a los hermanos Moncada y Galeano. Pero según los cuerpos de inteligencia, ese trabajo no estuvo a cargo de Tyson sino de Sergio Alfonso Ramírez, alias El Pájaro, el sicario que cayó en manos de la Policía el pasado 2 de octubre, después de asesinar a uno de los agentes de la Policía Metropolitana de Medellín. Los detectives tienen dos hipótesis sobre las actividades que estaba desarrollando Tyson en los últimos tres meses. La primera tiene que ver con la detención de su hermano La Quica. Tyson sabía de antemano que la Policía le estaba siguiendo los pasos y ante la posibilidad de caer en manos de las autoridades, decidió esconderse por un tiempo. La segunda hipótesis que barajan las autoridades es que Tyson pasó a cumplir una labor de "administrador" entre los grupos de sicarios. "Su misión era mantener en alto la moral entre las bandas que se habían quedado sin trabajo. Cada mes les entregaba una buena cantidad de plata y les informaba que en cualquier momento se iba a necesitar de sus servicios. A eso se debe las retaliaciones que han habido después de su muerte. La noche del miércoles pasado seis patrullas de la Policía fueran atacadas por pistoleros", dijo a SEMANA un agente de seguridad.
Por ahora, lo único cierto es que las autoridades sólo volvieron a saber del paradero de Tyson el lunes pasado cuando entró una llamada al teléfono rojo de la Policía en Medellín, en la que un hombre se identificó con el alias de Renegado. Este manifestó que tenía suficiente información sobre las actividades de Tyson y que era el momento que las autoridades actuaran para capturarlo.
A pesar de las cinco llamadas que hizo Renegudo y de la confrontación que hicieron las autoridades de los datos suministrados, el operativo se montó con todas las medidas del caso para evitar una emboscada. Sólo a las tres de la mañana del pasado miércoles, los altos mandos de la Policía y del Ejército fueron informados del resultado de la operación. A pesar de que tenían pruebas suficientes de que el hombre que habían dado de baja se trataba de Tyson, existían dudas sobre su verdadera identidad.
De inmediato se ordenó la comparación de huellas dactilares, pero las autoridades se sorprendieron cuando descubrieron que la carta dactilar que reposaba en los archivos de los organismos de seguridad había desaparecido. Entonces se ordenó trasladar su cadáver al anfiteatro mientras se buscaba una salida al impasse de última hora. A las ocho de la mañana del miércoles apareció la prueba que permitió ratificar que, efectivamente, el hombre dado de baja después de media hora de combate era Brance Alexander Muñoz. Una boleta de remisión del Juzgado 37 de Instrucción Criminal de Medellín, que había ordenado la reclusión de Tyson en la cárcel de Bellavista en 1988 fue la tabla de salvación. En esa pequeña boleta estaban impresas las huellas de sus dedos pulgar e índice de su mano derecha.
ULTIMA MORADA
El cuerpo sin vida de Tyson fue reclamado por una funeraria en Medellín y unas horas después fue trasladado al cementerio San Pedro. Allí, su familia construyó un mausoleo adornado con flores artificiales, protegido con barras doradas y dotado de un equipo estereofónico que funciona las 24 horas. Hay nueve bóvedas. Cuatro de ellas ya estaban ocupadas antes de llegar el féretro de Tyson. En estas lápidas de mármol, letras en bronce y álbumes familiares, estan los despojos de Audy, Angelo y Fernando que murieron en hechos violentos y que en sus lápidas han sido regisados como "sacrificados"; y la cuarta la ocupa un hermano menor que murió de un infarto.
Cuando el cadáver de Tyson llegó mausoleo, en el vidrio de seguridad que lo protege había una carta escrita de su puño y letra en septiembre 29 de 1991 que dice: "Espero que un día no muy lejano podamos reunirnos todos para alabar y glorificar a Dios. Como El es digno. Espérennos pronto que allí estaremos para morar unánimemente juntos. Los extraño y los recuerdo. Cuídennos por favor", firma Brancis. Y así fue el epílogo de uno de los hombres más buscados por las autoridades y que de acuerdo con las mismas es el éxito más grande que se an apuntado en la historia reciente de lucha contra el narcotráfico.