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El presidente en la rueda de prensa que dio con su familia y su médico de cabecera. | Foto: Javier Casella

PRESIDENCIA

Una semana terrible para Santos

La semana pasada, que parecía ser la peor posible para el presidente Santos, acabó saliéndole bien.

22 de marzo de 2014

La vida está llena de altibajos, pero pocas veces son tan fluctuantes como los que vivió el presidente Juan Manuel Santos la semana pasada. Al inicio de esta estaba enfrentando tres momentos particularmente difíciles. Por primera vez desde que llegó a la Presidencia aparecieron encuestas en las que él podría perder la reelección. Tanto Datexco como el Centro Nacional de Consultoría coincidieron en que Enrique Peñalosa tenía posibilidades de superar a Santos en segunda vuelta.

Al mismo tiempo, le cayó en sus manos el chicharrón de la destitución de Gustavo Petro. A él le tocaba escoger entre dos malas alternativas. Una era acatar las medidas cautelares solicitadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con lo cual se echaría encima a los millones de bogotanos indignados con la interminable telenovela del caso Petro. La otra era no acatar esa solicitud antagonizando a las masas petristas y a los puristas del derecho internacional que considerarían eso una herejía.

Y como si esto fuera poco estaba el episodio del video del lanzamiento de su campaña en Barraquilla con el incidente de incontinencia. Esto estaba generando dos reacciones diametralmente opuestas: chistes de mal gusto en internet e indignación y repudio a esta falta de respeto entre la mayoría de los colombianos.

Santos, en un gesto que sorprendió a casi todo el mundo, decidió frentear ese tema en rueda de prensa con su familia detrás y el médico al lado. Con una breve y contundente intervención frenó en seco el asunto. Aun sus más feroces contradictores se impresionaron con la dignidad y el aplomo con que dio respuesta a una situación que, aunque no tenía ninguna gravedad, parecía inmanejable.

Pero más felicidad que los elogios que recibió por esa rueda de prensa le proporcionaron las últimas dos encuestas de la semana. Enrique Peñalosa, según estas, no era el ave Fénix que se había anticipado. Mientras en las encuestas de Datexco y el Centro Nacional de Consultoría derrotaba a Juan Manuel Santos en segunda vuelta, en las de Invamer Gallup e Ipsos Napoleón Franco quedaba rezagado en las dos detrás de Oscar Iván Zuluaga o en empate técnico con él y Clara López. Santos, quien es consciente de que tiene un problema de imagen que lo tiene por debajo del 30 por ciento en la intención de voto, sabe que su reelección está asegurada mientras no haya rivales. Con la desinflada de Peñalosa, el presidente duplica o triplica a todo el mundo en la segunda vuelta. Eso tuvo que haber sido un alivio.

Pero ahí no había terminado todo. Quedaba la papa caliente de la destitución de Petro. Si el presidente no actuaba con energía, el calvario de Bogotá se prolongaría aún más. Por eso decidió no aceptar la solicitud de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a favor de Petro a sabiendas de que corría el riesgo de ser criticado por ciertos sectores políticos y jurídicos. En todo caso, con la velocidad con que resolvió ese asunto con el nombre de Rafael Pardo como reemplazo, dio una muestra de carácter que las tropas santistas añoraban.

Por todo lo anterior, una semana que parecía de pasión terminó dándole la oportunidad de demostrar que sabe cómo responder a las circunstancias adversas. Sería exagerado decir que pasó de los dolorosos a los gloriosos, pero lo que es un hecho es que superó los dolorosos.