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UNIDAD Y SOCIO-CONSERVATISMO

Disciplina y viraje a la izquierda en la Convención Conservadora.

6 de agosto de 1984

Si es poco probable que el Partido Conservador pueda ganar las próximas elecciones presidenciales, como opinan la mayoría de los observadores políticos, este sentimiento no llegó en momento alguno a reflejarse durante el desarrollo de la Convención de ese partido que se celebró el viernes pasado en el Salón Rojo del Hotel Tequendama, adornado para la ocasión con cortinas y pancartas azules.
El ambiente de unidad había comenzado a sentirse desde el jueves al mediodía, cuando durante un almuerzo ofrecido a los delegados a la Convención por el Centro de Estudios Colombianos, su presidente, Alberto Dangond Uribe, un alvarista ciento por ciento, se dirigió al ex presidente Misael Pastrana Borrero para decirle: "usted ha ganado en buena lid la condición de jefe natural y superior del Partido Conservador". En el salón se respiraba ese mismo sentimiento unitario que se tradujo en aplausos que interrumpieron el discurso de Dangond cuando éste mencionó uno a uno a Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez, Gilberto Alzate Avendaño, Belisario Betancur, Alvaro Gómez y Misael Pastrana. Pero Dangond no pudo ocultar el manifiesto deseo de los alvaristas de que el embajador en Washington sea el próximo candidato a la Presidencia. Al referirse a él, pidió que le reconocieran sus "condiciones para el buen gobierno". Dangond resumía así lo que según algunos es una íntima convicción de los alvaristas: que en la medida en que aprueben al ex presidente Pastrana en todos sus actos, la candidatura de Gómez estará asegurada. En palabras del ex ministro Rodrigo Marín Bernal, quien acababa de dejar el gabinete para reingresar a la actividad política, "la candidatura de Alvaro Gómez es inevitable, tanto como es incuestionable la jefatura de Misael Pastrana".

CONSERVATISMO SOCIAL
El optimismo de los alvaristas no llegó ni siquiera a verse empañado por lo que algunos llegaron a calificar como el "tono de candidatura" que habría impuesto a su discurso el viernes en la Convención el ex presidente Pastrana. El jefe del conservatismo presentó lo que pareció tener sabor de "programa de gobierno", cuya propuesta central consistía en la democratización de la propiedad industrial, con la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas "como alternativa del conservatismo social" al que definió como "antídoto del marxismo social".
La presentación de esta casi revolucionaria tesis estuvo acompañada por algo más predecible como fue el respaldo integral a la política de paz del Presidente Betancur, cuyo complemento, la reforma política, debería contar en el parlamento, como lo dijo el jueves en el almuerzo en el Tequendama el ex ministro Roberto Gerlein, con el liderazgo del Partido Conservador. Aunque muchos conservadores no ocultan en privado ciertas reservas frente al proceso de paz, al final de la Convención parecía indudable que en ese campo, habían decidido "jugársela toda" al lado de Betancur, a sabiendas de que su fracaso significaría la total pérdida de posibilidades de una victoria conservadora en las elecciones de 1986.

SOY BOYACENSE...
Pero si durante la Convención al parecer no afloraron los antiguos enfrentamientos entre alvaristas y pastranistas, esta rivalidad de grupos se vio reemplazada por las disputas regionales. A la hora de la elección del directorio del partido, cuyos 18 cupos fueron milimétricamente llenados con 9 alvaristas y 9 pastranistas, todos elegidos con la misma categoria pese a que la mitad eran principales y la mitad suplentes, los delegados boyacenses optaron por retirarse del Salón Rojo, cuando ninguno de ellos entró a formar parte de la nueva directiva. Los boyacenses alegaban que su departamento "pone 147 mil votos conservadores" y que esa condición debía haberles garantizado por lo menos un puesto entre los 18 directivos.
Pero más allá de todos estos aspectos mecánicos o de la retórica de unidad, la nota sorprendente del certamen la dio el ex presidente Pastrana. Cuando todo el mundo pensaba que la prioridad número uno del partido era la reconquista de su doctrina tradicional, rescatándola de las tendencias izquierdizantes de Betancur, el jefe único desconcertó a su auditorio con propuestas que parecían situarse aún más a la izquierda que las del actual gobierno. Todo esto resultaba aún más paradójico si se pensaba que el ejecutor del programa de gobierno de este nuevo modelo ideológico deberá ser, ni más ni menos, que Alvaro Gómez Hurtado.