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A LA GUILLOTINA CON GUSTAVO GÓMEZ

"Uno por uno, estamos detallando el mapa de corrupción de cada ministerio"

El general Óscar Naranjo habla de la inseguridad en las ciudades, su nueva misión contra los corruptos, sus ideas sobre la política y las relaciones con los vecinos.

28 de noviembre de 2009

Con una imagen favo-rable que envidian muchos aspirantes a la Presidencia y un reconocimiento de la opinión pública a su tarea, el general Óscar Naranjo les pone el pecho a quienes señalan que hay un aumento de la inseguridad en las ciudades. Revela, además, que vienen resultados en la lucha contra la corrupción, específicamente en lo que compromete a funcionarios de gobierno y particulares en el escándalo de Agro Ingreso Seguro.

Gustavo Gómez: ¿La Policía está perdiendo la guerra contra la delincuencia en las ciudades o en los estudios?
Óscar Naranjo: En 2002, de 28.800 homicidios, 9.000 los aportaron las siete grandes capitales, mientras el año pasado tuvimos 16.140 homicidios, 12.000 menos, con un aporte de 5.000 por parte de las capitales. Esas son las cifras reales.

G.G.: ¿Cuáles tuvo en cuenta el estudio de la Corporación Nuevo Arco Iris para afirmar que está en declive la seguridad?
Ó.N.:
Técnicamente, es un misterio. No conocemos su metodología ni el rigor científico de la investigación social. Las fuentes no aparecen claramente y a lo largo del estudio uno identifica una carga ideológica fuerte.

G.G.: ¿Los delincuentes convirtieron Bogotá en escenario de lavado?
Ó.N.:
Eso que dice Nuevo Arco Iris no es ningún descubrimiento: los activos se lavan donde hay economías funcionando. Lo que no reconocen es que en los últimos cuatro años, por vía de la ley de extinción de dominio, Fiscalía y Policía hemos ocupado 13.000 bienes, equivalentes a cinco billones de pesos.

G.G.: Medellín terminará el año con cerca de 2.000 homicidios. ¿Quién está ocupando allí el lugar de 'Don Berna'?
Ó.N.:
Como no lo ocupa ningún 'patrón', hay una diáspora de delitos. A diferencia de los últimos 30 años, en Medellín no hay capo que logre direccionar las actividades criminales y darse el lujo de decidir quién muere y quién vive.

G.G.: El Presidente le encargó la creación de un grupo para darle dientes a la lucha contra la corrupción. ¿Hay resultados?
Ó.N.:
Activamos el CI2-Anticorrupción, un centro de inteligencia con Contraloría y Procuraduría para monitorear denuncias y poner en marcha procesos con la Fiscalía; pasamos de tener 30 investigadores de delitos contra la administración pública a fortalecernos con 40; hemos recibido 600 llamadas por línea telefónica, de las que estimamos cerca de 50 tienen buen futuro investigativo, y, ministerio por ministerio, hemos empezado a detallar el mapa de corrupción de cada cartera.

G.G.: Entiendo que ha habido un especial énfasis en el ministerio de Agricultura por el caso de Agro Ingreso Seguro. ¿Qué va a pasar?
Ó.N.:
Lo que tiene que pasar. Hay que depurar responsabilidades individuales, de tal manera que no haya ninguna duda de que el gobierno no ha ocultado hechos u omitido acciones investigativas.

G.G.: ¿Qué pasará cuando usted confirme que hay responsabilidades concretas de altos funcionarios?
Ó.N.: La Policía sobre eso no tiene consideraciones: en el pasado hemos investigado oficiales de alto rango y los hemos capturado con fines de extradición, y también alcaldes, dirigentes políticos y miembros de la empresa privada. La ley se aplica, por dura que sea, sin distingos.

G.G.: ¿Va tras un funcionario clave?
Ó.N.:
Son varios.

G.G.: ¿Del Ministerio de Agricultura?
Ó.N.:
Estamos en eso.

G.G.: ¿Conoceremos nombres en diciembre?
Ó.N.:
Estamos caminando.

G.G.: Vamos a otro ministerio, el del Interior, donde surgió la idea de sacar a la Policía del de Defensa y llevarla incluso a un nuevo ministerio, el de la Ciudadanía. ¿Qué opina de la propuesta de Fabio Valencia?
Ó.N.: Cada día trae su afán y los actuales afanes del país no incluyen ese tránsito. Es un debate apasionante en la teoría, pero no da frutos en la práctica; aquí necesitamos una fuerza polivalente, que sea capaz de contener un ataque con morteros en San Miguel, Putumayo, y al mismo tiempo patrullar las calles de Cartagena en bicicleta.

G.G.: Usted es un peso pesado de las encuestas en materia de imagen favorable. En la última sólo lo supera el Presidente. ¿Cómo piensa capitalizar semejante apoyo popular?
Ó.N.:
Mi favorabilidad no es mía, es un capital de la Policía y debo gastármelo en la seguridad de la gente.

G.G.: ¿Se lo ha explicado así a Sanín, Fajardo y Pardo, quienes le conversan mucho?
Ó.N.:
Mantengo una comunicación fluida con los candidatos por razón de mi obligación de protegerlos, pero no participo de discusiones de tipo político con ellos.

G.G.: ¿Le atrae el ejercicio político?
Ó.N.:
La función de director de la Policía es un ejercicio político de Estado. Lo que no me gusta es la política electoral partidista. La gente me quiere como policía y no como candidato.

G.G.: 'Popeye' acusó al hijo de Pablo Escobar de haber incurrido en acciones criminales. ¿Cuál es la verdad delictiva de Sebastián Marroquín?
Ó.N.:
El país necesita procesos de reconciliación sobre la base de la verdad. Veo con preocupación que la verdad es una verdad a medias, en la que los victimarios empiezan a aparecer como víctimas y los que fueron nuestros héroes se transforman en villanos. Permitirse esos lujos es generar una reconciliación cosmética.

G.G.: ¿Marroquín ha faltado a la verdad?
Ó.N.:
No ha dicho todo lo que él experimentó, ni ha señalado de qué manera se lucró y se benefició la familia Escobar con dineros ilícitos. Pero a mí, como director de la Policía, me queda mal juzgar a una persona que en su momento era adolescente. Es un error convertir a los jóvenes en sujetos procesales.

G.G.: Venezuela ha anunciado más voladuras de puentes que usan los pobladores de zonas de frontera. ¿Habrá presencia de la Policía, que es un cuerpo civil, para protegerlos?
Ó.N.:
Me atengo a la declaración de la Cancillería sobre el impacto que ha tenido esa decisión, y lo que nos corresponde es proteger a nuestras poblaciones.

G.G.: ¿Inteligencia de la Policía se mantiene firme en que hay presencia guerrillera en países vecinos?
Ó.N.:
Así es, tal como lo ha denunciado el gobierno.

G.G.: ¿La Policía venezolana nos colabora de alguna manera en impedir esa presencia?
Ó.N.:
No. Ese puente está quebrado.

G.G.: ¿Cómo van sus asuntos con la justicia ecuatoriana?
Ó.N.:
Para mí no existe ese tema. No es que no reconozca esa jurisdicción: es que para mí no existe. Soy policía formado en leyes, sé cuando hay una cierta lógica jurídica para sentirme atormentado y este no es el caso.

G.G.: ¿Vienen ascensos?
Ó.N.:
Estamos de fiesta porque ascienden el subdirector, el general Rafael Parra, y un trabajador incansable, el general Paéz Barón. También seis coroneles a grado de brigadier general.

G.G.: ¿Ascenderá usted más adelante?
Ó.N.:
He llegado a la conclusión de que los grados son sólo instrumentos al servicio de nuestras tareas. No me trasnocha la tercera estrella.

G.G.: ¿Dónde quieren verlo sus hijas cuando deje la Policía?
Ó.N.:
Lo primero que quisieran es simplemente verme, ¡porque nunca me han visto! Pero entienden que, aun en el retiro, no seré, como decía el ex presidente López, una poltrona.

G.G.: Una poltrona, no, pero ¿qué tal una curul?
Ó.N.:
Me veo es frente a un tablero de clases.

G.G.: ¿Vienen cambios en el uniforme de la Policía?
Ó.N.:
Como se lo anuncié a usted hace un año, estamos en un proceso de cambio gradual. El paso siguiente es Cartagena, donde habrá una unidad piloto que pasará de pantalón largo a pantalón corto.

G.G.: En su tarjetero, sobre el bolsillo, veo que ya no está, como es tradicional, el apellido sino el nombre completo. ¿Desde cuándo?
Ó.N.: Será obligatorio a partir del 11 de diciembre. Hace parte de un direccionamiento basado en el humanismo y lo que le estamos diciendo a la ciudadanía es que este señor es general, pero se llama Óscar Naranjo y no simplemente Naranjo.

G.G.: Óscar Naranjo, muy agradecido.
Ó.N.:
Gustavo Gómez, igualmente.