Home

Nación

Artículo

Las declaraciones de Julio Mario Santo Domingo en favor de una nueva reelección fueron una tempestad en un vaso de agua. El senador Ciro Ramírez propuso una reforma de la Constitución que no es seria

reelección

¿Uribe III?

La posibilidad de un tercer período de Álvaro Uribe acabó siendo más un divertimento que una propuesta seria.

27 de enero de 2007

"Álvaro Uribe es un gran Presidente y espero que acabe su Presidencia, y que después vuelva a serlo... a mí me parece que cuatro años es un período muy corto". Por cuenta de estas palabras de Julio Mario Santo Domingo se ha generado en Colombia, en las últimas dos semanas, una tormentica en un vaso de agua. Las declaraciones del empresario fueron interpretadas como un apoyo a un tercer período presidencial de Uribe y ante esta percepción se produjeron múltiples reacciones: desde indignación, pasando por análisis constitucionales y discretas reservas, hasta pura y abierta sapería.

Lo más curioso es que Santo Domingo no quiso decir eso. Simplemente improvisó unas frases ante un enjambre de micrófonos para expresar su admiración y simpatía por el Presidente, y que estaba muy satisfecho de que hubiera sido reelegido. El resto fueron lapsus linguaes.

Sin embargo, esos lapsus fueron tomados en serio en algunos sectores. Los antiuribistas y la mayoría de los constitucionalistas consideraron la iniciativa absurda. La mayoría de la clase política también, aunque el término que utilizaron para calificarla, por razones obvias, fue el de "prematura". Los empresarios se dividieron. Como les está yendo muy bien, a muchos de ellos no les pareció ni absurda ni prematura. Otros más valientes, como Nicanor Restrepo y José Alejandro Cortés, elegantemente dejaron saber sus reservas. Y por último salieron los fanáticos, encabezados por el senador Ciro Ramírez, quien saltó con entusiasmo a volver a presentar un proyecto de reforma constitucional que les garantizara a los colombianos 12 años de Álvaro Uribe.

Es muy poco probable que la iniciativa prospere. La aprobación de la reelección inmediata en 2005, a pesar de haber sido exitosa, fue un parto. El cambio del 'articulito' de Fabio Echeverri produjo la criatura pero requirió una cesárea. En este momento la mamá y el bebé están felices, pero no están listos para un nuevo embarazo.

A pesar de la controversia política que generó, la reelección inmediata del Presidente de la Republica no parece hasta ahora haber constituido un peligro institucional. Iba en contra de tradiciones colombianas y de experiencias negativas en América Latina en el pasado que evocaban conceptos como caudillismo tropical, abuso de poder y dique al relevo generacional. Sin embargo, buena parte de la oposición a la reforma, incluida la de esta revista, obedecía no tanto a estos temores, como al hecho de que fuera promovida por un gobierno que sería su propio beneficiario y que requería una reforma constitucional con nombre propio. Si la reforma se hubiera planteado para entrar en vigencia después del período de Álvaro Uribe, habría tenido menos reservas, pero probablemente no habría sido aprobada. La enorme popularidad del actual Presidente neutralizó muchos argumentos de carácter institucional y la hizo posible.

En todo caso, la reelección inmediata ya es una realidad y son pocos los colombianos que hoy creen que cuatro años son suficientes para consolidar una obra de gobierno importante. Sin embargo, algo va de eso a un tercer período. Colombia se ha caracterizado históricamente por una seriedad institucional admirada en América Latina. Una cosa es abrir la posibilidad a gobiernos de ocho años, capaces de ejecutar políticas de mediano plazo frente a problemas como la guerrilla, y otra, muy distinta, caer en la categoría de los países que ajustan sus constituciones a la luz de coyunturas transitorias. Estados Unidos tuvo 13 años al presidente Franklin Delano Roosevelt, y a pesar de ser considerado el mejor del siglo XX, la extensión de su mandato llevó a los norteamericanos a la conclusión de que el límite de ocho permite un equilibrio entre estabilidad y continuidad.

A pesar de que apenas corre el año 2007, no son pocos los colombianos que creen que Álvaro Uribe ya será considerado uno de los grandes del siglo XXI. Pero esto no significa que le conviene, ni a él ni al país, volver realidad el lapsus linguae de Julio Mario.