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Me siento muy orgulloso de que el Consejo de Estado me hubiera incluido en la terna casi por unanimidad. Les gustó mucho mi presentación, que fue en Power Point

Al paredón con María Isabel

¿Usted es el candidato a Contralor del país político, y Carlos Medellín, el de la opinión?

Julio César Turbay Quintero le contesta a María Isabel Rueda.

22 de julio de 2006

M.I.R.: ¿Cuál es la razón de que Julio César Turbay Quintero le vaya a ganar la Contraloría al ex Ministro Carlos Medellín?

J.C.T.: Yo me siento muy honrado de haber sido escogido para la terna por el Consejo de Estado, casi por unanimidad, después de haber hecho una especie de examen que presenté junto con otros 11 aspirantes. Mi presentación fue en Power Point.

M.I.R.: Le insisto en la pregunta. ¿Por qué usted cuenta con el apoyo del país político, mientras el sector de opinión que apoya al doctor Medellín piensa que la suya es una candidatura politiquera?

J.C.T.: La gente tiene la tendencia a descalificar a unos y calificar a otros sin conocer la realidad. Todos somos políticos. Yo no lo niego, me enorgullezco de eso. He sido concejal, representante, senador e hijo de ex presidente. Los otros dos también son políticos. La doctora Mary Luz Londoño se presentó a la Alcaldía de Cartagena y perdió. El doctor Carlos Medellín se ha presentado en dos oportunidades al Congreso, y vio frustradas sus aspiraciones. Hace cuatro años andaba por el país en un bus despachando. El hecho de que no haya salido elegido no quiere decir que no sea político. Es un político sin éxito.

M.I.R.: Pero sí hay la convicción de que el doctor Medellín es un candidato técnico, y usted, uno político…

J.C.T.: ¿El doctor Medellín es técnico en qué? ¿Será en práctica forense, porque en finanzas y en economía no lo es. Yo no estoy pretendiendo descalificarlo a él sino calificarme a mí, porque yo tengo una capacitación por disciplina y por estudios que me habilita para ser un excelente contralor.

M.I.R.: ¿Y cuál es esa capacitación que lo haría mejor contralor que el doctor Medellín?

J.C.T.: Yo nunca le he hecho mucho ruido a mi hoja de vida. Y resulta que estudié derecho y socioeconomía en la Javeriana, fui juez de ejecuciones fiscales, ejercí como representante de la Superintendencia Bancaria en la oficina de control de la Caja de Crédito Agrario, y como director de la oficina de control ante el Banco de la República; luego fui secretario general de la Superintendencia, he sido profesor de derecho financiero en la Universidad del Rosario. Hice estudios de capacitación bancaria internacional en el Chemical Bank de Nueva York y fui vicepresidente para asuntos estratégicos en América Latina del Chase Manhattan Bank.

M.I.R.: Entonces, ¿por qué a muchos se les eriza el pelo de pensar que usted vaya a ser el nuevo Contralor? Dicen que va a clientelizar la Contraloría, que la va a politizar…

J.C.T.: Son ideas preconcebidas y desconocimiento. Todo el mundo sabe que la Contraloría cambió totalmente. Con la Constitución del 91 pasó de ser un fortín burocrático, con 20.000 cargos de libre nombramiento y remoción, a ser una entidad técnica que tiene 4.000 funcionarios, de los cuales apenas ciento algo no son de carrera.

M.I.R.: ¿Cómo se hace una campaña para la Contraloría? Dicen que su trabajo ‘tête a tête’ con los parlamentarios ha sido muy efectivo…

J.C.T.: En un comienzo, el doctor Medellín pensó que la cosa iba a ser más fácil y que eso ya estaba arreglado ‘por lo alto’ por el jefe de Cambio Radical, Germán Vargas, y que no tenía que hacer campaña. Cuando se dio cuenta de que no era así, terminó haciéndola, lo mismo que la hago yo: contactando uno a uno de los congresistas, mostrándoles esta hoja de vida y las ideas que tengo para ejercer el cargo.

M.I.R.: ¿Afecta en algo la respetabilidad del futuro Contralor que tenga que someterse a hacer este tipo de campaña?

J.C.T.: Mi estilo consiste en que si uno va a ser elegido por un cuerpo colegiado tiene que hacer el esfuerzo de hablar con cada uno y pedirle el voto. No estoy negociando nada. No me han pedido nada, porque los congresistas saben lo que es hoy la Contraloría. No me han exigido cuotas ni atormentado con peticiones imposibles.

M.I.R: ¿No será que por todas estas razones, incluida la de ser un fiel representante de la clase política del país, usted le resulta una persona más ‘querida’ al Congreso que el doctor Medellín?

J.C.T.: Pues yo he tenido una formación congresional, si se quiere política, además de la formación técnica, económica y financiera. Quepo dentro de lo que uno podría llamar un hombre politécnico, (risas).

M.I.R.:¿Usted es el candidato del Partido de la U?

J.C.T.: Mi aspiración es ser candidato de consenso. Representar a todo el Congreso es representar a toda la Nación.

M.I.R.: Por cuenta de la ley de bancadas, éstas deberían ponerse de acuerdo en un nombre. Pero no es así. Están divididas en torno a su nombre y al del doctor Medellín. ¿No es irónico que con su elección se vaya a producir la primera violación de la ley de bancadas?

J.C.T.: Los medios de comunicación creen que eso va a ser así, pero no es verdad. Desde un principio quise ser candidato de consenso, y eso quiere decir que en cada bancada debo tener mayoría, que no necesariamente debe estar de acuerdo con lo que diga el jefe de la bancada, que es apenas un vocero. Hay que someter a votación interna las decisiones y gana lo que decida la mayoría. Ese ejercicio se ha venido haciendo en los últimos días y tengo entendido que he obtenido las mayorías en varias de esas bancadas.

M.I.R.: ¿Usted va a darles representación a los que lo respalden y a los que no lo respalden?

J.C.T.: Le repito que un Contralor ya no tiene puestos. Hay es que darles garantías a todos los sectores nacionales, de que las investigaciones se harán técnicamente, de que los recursos no se malgastarán…

M.I.R.: ¿Es mejor que el Contralor sea amigo del gobierno?

J.C.T.: Algunas personas, con buena intención pero equivocadamente, han planteado la idea de que los organismos de control deben estar en manos de la oposición. Es una mala interpretación de una buena intención. Un arma tan poderosa como el control fiscal no se puede utilizar como mecanismo de oposición porque paraliza la administración pública y le causa un gravísimo daño al Estado y a la democracia. El control fiscal hay que hacerlo en forma seria, respetuosa y autónoma, sin ser una Contraloría complaciente, pero tampoco obstruccionista. La Contraloría pasó del control previo, que era una fuente de corrupción y de cogobierno, al sistema de un control posterior, que llevado a una exagerada interpretación, convierte la Contraloría en una certificadora de desgracias. Certifico que se robaron, que se perdió, que se malversó… Sin regresar al control previo, sí hay que hacer prevención. Mejorar el nivel de la gerencia pública. Hay 550 entidades que vigila la Contraloría. Son 550 gerentes que manejan inmensos recursos. Si se les capacita, si se les familiariza con las normas de contratación, se puede prevenir el acto de corrupción o de malversación.

M.I.R: ¿Cuando lo elijan quedará peleado con el senador Germán Vargas, que apadrina la candidatura del ex ministro Medellín?

J.C.T.: Yo a él le dije: haga su tarea, y yo hago la mía. Nos une una antigua y gran amistad desde hace años. Una vez que todo esto termine, nos sentaremos a fumar la pipa de la paz.

M.I.R.: ¿Influye en sus posibilidades ser el hijo del ex presidente Turbay Ayala, que, además de ser un buen político, se murió con el reconocimiento de su talante conciliador?

J.C.T.: Indudablemente que sí influye. El cariño que la gente siente por la memoria de mi padre es sin igual. Creo que él nunca contempló esta posibilidad para mí. Es algo que se ha presentado con posterioridad a su fallecimiento, del que ya se va a cumplir un año.

M.I.R.: ¿Qué cree que pensaría en este momento, ante la inminencia de su elección como nuevo Contralor?

J.C.T.: En este momento estaría muy nervioso, porque todavía no se ha producido. (Risas).