MUJERES
La pepa del asunto, Genio de exportación y Sanando las heridas
Victoria Solano, Documentalista; Vanessa Restrepo, Doctoranda en Química Biológica; Yolanda Perea, Miembro Mesa Nacional de Víctimas.
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La pepa del asunto
Victoria Solano, Documentalista.
Después de hacer trabajos de edición, de comunicaciones en oficinas de prensa y en páginas de internet, Victoria Solano se fue a Argentina en 2011 tras obtener una beca para una maestría en periodismo en la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires. Esa distancia de Colombia, curiosamente, terminó por acercarla más. Durante el tiempo que estuvo allá, leyó mucho sobre el país y nunca dejó de estar pendiente de las noticias. Así se enteró de una carta de protesta y las pruebas en video de los campesinos de Campoalegre, Huila, tras la quema de 62 toneladas de arroz y la intervención del Esmad durante los hechos. Así nació 970, un documental que toma su nombre de la resolución del ICA sobre semillas modificadas genéticamente y su propósito de acabar con las semillas sin certificación que usan los campesinos. El documental fue una sensación en internet, sobre todo porque hasta ahora no ha sido posible rebatir lo que en él se afirma sobre la destrucción de las semillas. En 2014 ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Casi dos años después de su aparición, 970 sigue causando polémica, pues el ICA pidió que le retiraran la nominación que tiene a los premios India Catalina 2015. Mientras tanto, Victoria sigue con sus proyectos. Ahora con su productora Clementina Films, prepara Sumercé, un documental sobre las raíces campesinas de los colombianos.
Genio de exportación
Vanessa Restrepo Schild, Doctoranda en Química Biológica.
Los pasillos y salones que alguna vez recorrió Stephen Hawking son ahora
el hogar de Vanessa Restrepo. Aún no se había graduado como bióloga de
la Universidad de Antioquia cuando el presidente de la mesa redonda de
biotecnología de la Universidad de Oxford la invitó a unirse a ese grupo
en el Reino Unido. Hoy, con tan solo 21 años, está haciendo su
doctorado en química biológica. Ella está convencida de que la ciencia
debe ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables
y por eso la reclutó la Kairos Society –una organización internacional
que empodera a los jóvenes emprendedores que tengan el potencial de
cambiar el mundo–. Al principio la recibieron como becaria y pronto
llegó a ser presidenta de la regional Latinoamérica. Ahí no terminan sus
logros. Ganó la Start-Up Fellowship LinkedIn 2012, otorgada a los
universitarios líderes más brillantes del mundo, y la Alcaldía de
Medellín la nombró Mujer Talento en Ciencia y tecnología. Esos
reconocimientos no la desvelan tanto como su sentido de la curiosidad.
Dice que nació “con la necesidad intrínseca de comprender para
replantear. La ciencia y yo compartimos momentos emocionales cuando
algún experimento no funciona, pero una vez que encuentro la respuesta
correcta nos volvemos a enamorar”.
Sanando las heridas
Yolanda Perea, Miembro Mesa Nacional de Víctimas.
“Las mujeres no parimos hijos para la guerra”. Yolanda Perea repite esta frase una y otra vez. Insiste en que el cuerpo de las mujeres no puede ser usado como un arma o botín ni tampoco puede ser tocado, violado o maltratado por sus esposos o familiares. Como representante por Antioquia en la Mesa Nacional de Víctimas y activista de la Ruta Pacífica de las Mujeres, ha acompañado y defendido los derechos a la verdad, la justicia, la reparación, la memoria y la no repetición de otras mujeres, niñas, jóvenes y hombres que, como ella, fueron objeto de agresión sexual en el conflicto. Cuando tenía 11 años un guerrillero de las Farc la violó cerca de su casa en Riosucio, Chocó, y días después asesinó a su mamá por denunciar el delito públicamente. Aunque sigue esperando una explicación de su victimario, dice que ya lo perdonó. Lo supo cuando estaba contando su historia en Medellín y uno de los espectadores se levantó y le confesó que como subversivo en el Urabá antioqueño había cometido vejaciones similares con niñas como ella. Yolanda no reaccionó con violencia. Le extendió la mano y le dijo que había que trabajar para que eso no ocurriera jamás.