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| Foto: HAAKON MOSVOLD LARSEN / NTB SCANPIX / AFP

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El premio que en cuerpo ajeno les llegó a las víctimas del conflicto

Como si se hubieran puesto de acuerdo, tanto el presidente Juan Manuel Santos como el Comité Noruego exaltaron el Nobel como un tributo a quienes han sufrido los vejámenes de la guerra. Esto piensan algunas víctimas sobre el galardón.

10 de diciembre de 2016

Si hubo un instante que logró poner los pelos de punta durante la ceremonia de entrega del Nobel de Paz, fue cuando siete víctimas que acompañaban al presidente Juan Manuel Santos en el Oslo City Hall se tomaron de la mano mientras el auditorio los homenajeaba con un aplauso celestial.

Pastora Mira García, Leyner Palacios, Liliana Pechené, Fabiola Perdomo, Ingrid Betancourt, Clara Rojas y Héctor Abad Faciolince fueron el centro de las ovaciones durante la entrega del galardón. Fue un grupo simbólico, siete de las ocho millones de víctimas que ha dejado en Colombia el conflicto armado. 

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El minuto de aplausos se prolongó, Leyner Palacios se quedó de pie, y el presidente Santos les contó al millar de asistentes que había en el lugar, cómo este hombre de no más de 40 años encarna ahora la resistencia de un pueblo que por poco desaparece en medio de los avatares de la guerra. Su historia, es una pieza más de las decenas que se escuchan sobre la masacre de Bojayá.

Foto: SIG

El discurso del presidente Santos y el de la vicepresidenta del Comité Noruego, Berit Reiss-Andersen, transitaron por la misma senda. "Nuestro tributo corresponde más que todo a los representantes de las víctimas de la guerra civil, de las cuales varios están presentes hoy día. Ellos cargan sus propias historias doloridas y son además capaces de representar a las demás víctimas", se escuchó en el ayuntamiento de Oslo.

En palabras del mandatario colombiano, "las FARC han pedido perdón por este hecho atroz, y Leyner, que ahora es un líder comunitario, los ha perdonado. Y ésta es la gran paradoja con la que me he encontrado: mientras muchos que no han sufrido en carne propia el conflicto se resisten a la paz, son las víctimas las más dispuestas a perdonar".

Una lectura similar hicieron quienes se quedaron en Colombia. "El presidente ha sido constante y es un mérito absolutamente para él y también tomo su palabra de que recibe el premio en nombre de las víctimas del conflicto. La aceptamos, es un voto de confianza en este proceso", le dijo a Semana.com Soraya Bayuelo Castellar, fundadora y directora del Colectivo de Comunicaciones de Montes de María Línea 21.

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Por su parte, Martha Luz Amorocho, víctima del atentado al club El Nogal, manifestó que "es él (Santos) quien ha liderado todo el proceso. Pero yo diría también que es un trabajo de todos, y más con lo que se viene".

El Nobel de Paz parece un galardón en cuerpo ajeno. Es un universo de víctimas que ve en el presidente la "voluntad política" para pasar la hoja de la violencia con las FARC. "Es el esfuerzo, la dedicación, la entrega y la voluntad de poder sacar un acuerdo imperfecto. Claro que es imperfecto. En la medida que se vayan dando las condiciones y que el país entre en la dinámica de la implementación se van dando las demandas para ir implementando nuevas condiciones", respondió Laura Charry, hija del diputado del Valle asesinado Carlos Charry.

El mismo lugar que vio nacer las conversaciones de paz entre el Gobierno y las FARC en el 2012, reanimó la voluntad del presidente Santos y sirvió para recordar las victorias tempranas que en estos cuatro años ha dejado la negociación.

"Sirvió para que las familias de los diputados, en este caso, pudieran hablar con las FARC. Hacer catarsis. Todo lo que significa poder hablar con estas personas, desahogarse, decirles lo que vos pensás", recuerda la joven caleña sobre el acto de perdón de los miembros del Secretariado de esa guerrilla, con los familiares de los 11 diputados.

Todas coinciden en la idea de que aterrizar el acuerdo, "recibir el premio y empezarlo a implementar es un formato. Como un inicio, una puerta que se abre para el trabajo conjunto, de un cambio que tiene que comenzar en cada uno y en cada casa", explica Martha Luz.

Aida Avella, sin embargo, optó por inyectar una dosis de realidad para el considerable optimismo que viene despertando la implementación del nuevo acuerdo de paz. "Yo creo que en estos momentos es muy difícil entender cómo es (un premio) para las victimas, si están habiendo más víctimas".

Su preocupación, radica en la ola de crímenes que se vienen reportando contra líderes sociales a lo largo y ancho del país. "No hago sino recibir noticias de campesinos que son asesinados en Sucre, Bolívar, Caquetá, Nariño y Meta. A mí me parece que se volvió a repetir. Se continúa con el genocidio", comentó la vocera de la Unión Patriótica.

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De acuerdo con el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), más de 78 líderes han sido asesinado en lo corrido del 2016."Se pretende crear un ambiente de intimidación para paralizar la movilización social por la paz, situación inaceptable cuando el país está abriendo caminos hacia la reconciliación", advierte la organización.

Santos prometió, y en algo cumplió. Las víctimas siguen siendo las protagonistas de esta etapa de transición. Al menos ese fue la sensación que quedó este 10 de diciembre, cuando se celebra el día de los Derechos Humanos. "Hay que comprometer a la ciudadanía. No son los de Santos y los de Uribe, los del Sí o los del No, los ricos o pobres, no. Somos millones de colombianos que merecemos y deseamos vivir en paz", concluyó Martha Luz.