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| Foto: Guillermo Torres

ENTREVISTA

“El papa nos invita a encontrarnos como seres humanos”: Francisco de Roux

Desde Medellín, uno de los padres que más ha trabajado por el conflicto en el país, asegura que hay que ver más allá de las pequeñas rivalidades políticas, superar el dolor desde todos los lados y menguar los apetitos de venganza.

9 de septiembre de 2017

El sacerdote Francisco de Roux es conocido en Colombia como el apóstol de la paz, en su larga carrera religiosa se ha preocupado por estar del lado de los menos favorecidos, de quienes han sido golpeados por el puño de la guerra. Es jesuita y fue el provincial de la orden en el país. En sus trabajos misioneros tuvo la oportunidad de conocer al sumo pontífice cuando era un sacerdote que se batía en el convulso panorama político argentino de la dictadura militar. SEMANA habló con él a pocas horas de la eucaristía campal que tendrá lugar en Medellín.

SEMANA: ¿Cómo conoció al papa Francisco?

Francisco de Roux: Lo conocí cuando era un compañero jesuita, en 1987, cuando los dos estuvimos en la congregación de procuradores, que es un tipo de reunión que hacemos los jesuitas en el mundo. Él fue elegido por Argentina y yo por Colombia. En ese momento él tenía las mismas preocupaciones de hoy, por los desfavorecidos, por las víctimas. Él aprendió a ser papa al interior de los jesuitas, porque entre nosotros las cosas se discuten, se analizan, se estudian y creo que su vida como jesuita en Argentina le enseñó mucho.

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SEMANA: ¿Cómo se puede leer esta visita del papa en el contexto actual colombiano?

F.D.R.: La venida del papa Francisco, como él lo ha dejado muy claro, tiene como propósito que nos encontremos como seres humanos, para que nos pongamos más allá de nuestras pequeñas rivalidades políticas, que superemos el dolor desde todos los lados. Hay que menguar los apetitos de venganza, porque sí hay sufrimientos muy profundos desde todos los lados y el papa los conoce muy bien, pero lo que él dice es que si realmente queremos ver a Colombia como una comunidad humana, si queremos que este país progrese, si queremos vivir como cristianos, independientemente de quien vaya a ser el próximo presidente de Colombia, tenemos que hacer a un lado los odios. Todos hemos sido víctimas y él nos invita a que tengamos el coraje de pedir perdón. Ayer él mismo pidió perdón. Hay que construir en la diversidad, pero no nos dejemos atrapar más en las cosas que no nos permite construirnos.

SEMANA: ¿Cómo se puede leer su encuentro con las víctimas?

F.D.R.: Él ha dicho que esto se hace poniéndose del lado del dolor, para esto no nos sirve nada discutir sobre posiciones filosóficas, políticas o teológicas. Lo que hizo ayer en Villavicencio fue muy impresionante, porque quiso tener a su lado a víctimas de la guerrilla y de los paramilitares, y quiso tener a paramilitares y guerrilleros a su alrededor para mostrar que todos somos víctimas. Él hace esto porque tiene una historia muy profunda, le tocó vivir la dictadura argentina, la división dentro de la Iglesia, las discusiones entre las comunidades de los jesuitas, que son muy fuertes porque es una comunidad muy bien formada. Él insiste en el ser humano como totalidad, que uno se encuentre con las personas en sus angustias, en su realidad. Aquí en Medellín el punto será muy interesante, porque él quiere ponerse en la identidad religiosa nuestra y más porque esta es la arquidiócesis que ha dado lugar a más vocaciones sacerdotales y religiosas en Colombia.

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SEMANA: ¿Hay algún tipo de mensaje con la beatificación del monseñor Jesús Emilio Jaramillo y del padre Pedro María Ramírez?

F.D.R.: Cuando la Iglesia declara a alguien santa o beata, porque los beatificó para ponerlos en camino al proceso de la santidad, no está diciendo que la persona haya sido perfecta, todos cometemos errores y más cuando estamos metidos en circunstancias como la colombiana, y la violencia colombiana de los años cincuenta, en el caso de Pedro María, o las contradicciones en Arauca, que le tocaron a monseñor Jaramillo Monsalve. Ellos fueron heroicos en la caridad y, sobre todo, en momentos límite, y en esos momentos límite estos dos señores perdonaron a sus victimarios y se entregaron al martirio.

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Por supuesto no hubieran podido llegar a esa decisión sino hubieran cultivado convicciones profundas. Son dos mártires del interior del drama colombiano y no se quiere con ellos tomar partido por ninguno de los lados de estas luchas en Colombia. Eran épocas salvajes donde se mataban por una bandera. En medio de esto, lo que la Iglesia quiere señalar ahí es que a pesar de estos dolores hay una lucha por ser buenos. Monseñor Jaramillo Monsalve fue muy generoso, entregado a los pobres, de una formación honda aquí en el Seminario de Yarumal y el ELN lo mató, lo mató por estas locuras, que porque le celebraba misa a los militares, pero también lo hacía a los pobres, a los niños, a los enfermos, les hubiera celebrado misa a los del ELN si se lo hubieran pedido. Y cuando se dio cuenta que lo iban a matar, se confesó con el sacerdote con el que iba en ese momento y perdonó a sus enemigos y se puso en manos de lo que Dios quisiera.

SEMANA: ¿Son muchos los religiosos asesinados en Colombia?

F.D.R.: Claro, hay muchos, otros mártires, como el padre Sergio Restrepo, asesinado por paramilitares en Tierralta; como Álvaro Ulcué, sacerdote indígena asesinado por la fuerzas de seguridad colombianas; el padre Fernández, asesinado en Buga por paramilitares, y son muchos los miembros de la Iglesia que han muerto en esta locura.