Home

Nación

Artículo

"VOY A SER EL LIDER"

ENTREVISTA

17 de diciembre de 1990

CESAR GAVIRIA TRUJILLO
SEMANA: Señor Presidente, una pregunta hipotética para una respuesta concreta: ¿qué significado tendría que en la votación para la Constituyente, Navarro obtuviera 30 curules, los conservadores sumados 21 y los liberales 19, como indican algunas proyecciones?
César Gaviria: Yo prefiero no hablar de cifras, ni entrar a debatir proyecciones. Estoy seguro de que el liberalismo obtendrá, como partido de renovación que ha sido siempre, con figuras como López Pumarejo, Gaitán, Galán, una amplia representación en la Asamblea. Esa participación va a estar acompañada por la de otras fuerzas, principalmente las tres que están representadas en el Gobierno, y algunos representantes de las fuerzas sociales. Con aquellas y con éstos, no será difícil avanzar hacia un texto de reforma que interprete lo que el país quiere que sea su futuro constitucional. No me cabe duda de que la Asamblea va a contar, como debe contar, con una amplia base política y social, y con el liderazgo que el Gobierno tiene y tendrá en el proceso.
Lo importante para el Gobierno es que los elegidos representen los postulados de renovación y de cambio, promuevan la consagración de nuevos derechos en la Carta y la democracia participativa, trabajen por el fortalecimiento de las instituciones y estén convencidos de que la reforma debe servir como un gran tratado de paz.

S.: El ex ministro y candidato a la Constituyente Carlos Lemos ha hablado de la necesidad de replantear el gabinete si se dan cífras como las que se están proyectando. ¿Usted lo replantearía?
C. G.: La participación de otras fuerzas políticas en el gabinete no ha dependido ni va a depender en esta administración de conceptos de milimetría, porque una de las cosas que la gente quiere que cambie son esos viejos conceptos de manejo político y de manejo del Estado con base en reparticiones milimétricas. Además, al gabinete, en el que están representadas todas las fuerzas políticas importantes de la Nación, le está yendo muy bien, sus proyectos están avanzando en el Congreso, los ministros han acertado en sus decisiones y eso realmente es lo importante.

S.: Pero es que el concepto de constituyente primario no puede ser aplicado de manera discriminada. Si es el reflejo de la voluntad popular para traducirse en reformas a la Constitución, con mayor razón debería serlo para replantear el gabinete. ¿No primaría la elección del 9 de diciembre sobre la del 27 de mayo como término de referencia para esos efectos?
C.G.: No hay que olvidar que el 9 de diciembre, los electores van a decidir dos cosas: la primera, convocar una Asamblea Constituyente, y la segunda, su composición. Pero en la papeleta no se les está preguntando cómo quieren que sea el gabinete. Le repito que no creo que los colombianos deseen preservar conceptos de milimetría en las altas esferas del Estado. Lo que quieren es que allí estén los mejores, y que haya participación de las principales fuerzas políticas de la Nación.

S.: Usted ha afirmado que no permitirá que la Constituyente actúe bajo presiones. El hecho es que ya las hay y son absolutamente concretas y muy graves ¿Es factible pensar en el aplazamiento de las elecciones? ¿De las sesiones? ¿Tiene los mecanismos legales para definir ese aplazamiento, teniendo en cuenta que la Asamblea es autónoma? ¿Puede hacer algo para evitar las presiones?
C.G.: Los colombianos han entendido que la Asamblea Constituyente va a servir para ponernos de acuerdo en un gran tratado de paz. De hecho, hemos acudido a este mecanismo de reforma por razones que, como lo reconoció la Corte Suprema en dos fallos sucesivos, están relacionadas con el orden público, con el restablecimiento de la tranquilidad y de la paz. Sería entonces ilógico interrumpir el proceso como resultado de hechos que alteran esa paz y que no difieren en mayor grado de otros hechos, incluso más graves, que caracterizaron la campaña electoral.
La cuestión no es si el Gobierno tiene o no los mecanismos para determinar un aplazamiento. El hecho es que los colombianos nos han dado un mandato que no podemos desconocer. Y nos lo dieron el 11 de marzo y el 27 de mayo, en momentos en que el país entero soportaba toda clase de presiones.
Estoy seguro de que la Asamblea será consecuente con esto y seguirá el ejemplo de los electores, respondiéndole a la violencia con el único antídoto que tenemos contra ella: más democracia.
El Gobierno no puede garantizar que no habrá hechos de violencia, amenazas o situaciones que puedan significar una presión. Pero se va a oponer enérgicamente a que los constituyentes tomen decisiones sobre determinados temas bajo la intimidación o la amenaza.
S.: ¿Estaría usted dispuesto a pedirle a la Asamblea que no comience a deliberar hasta tanto estén liberados los secuestrados?
C. G.: El inicio de las sesiones de la Asamblea no puede depender de que haya o no secuestrados. Le reitero que el Gobierno lo que va es a oponerse a que se traten temas objeto de amenazas e intimidaciones en ese ambiente.
S.:¿Cuál va a ser su papel en la Constituyente?
C.G.: Voy a llevar un proyecto de reforma a la Asamblea, en el que ya hemos venido trabajando, y a defenderlo personalmente en las sesiones de la Constituyente. No voy a ser un testigo mudo del proceso. Todo lo contrario: voy a ser un activo y permanente protagonista. Estoy dispuesto a ir a la Asamblea todos los días, si es necesario. Sé que los colombianos esperan que yo ejerza ese liderazgo y no voy a ser inferior a ese compromiso.
De hecho, en estos primeros cien días de Gobierno he participado personalmente y de manera constante en el proceso, en todos y cada uno de sus pasos, en cada decisión, en cada reunión para buscar un acuerdo, para redactar un documento. No sólo he estado involucrado, de manera personal, en todas y cada una de las decisiones políticas y gubernamentales que hicieron posible la convocatoria de la Asamblea, sino que he agitado el debate, he planteado temas e interrogantes. He pronunciado más de una docena de discursos destinados a plantear puntos de discusión sobre el contenido de la reforma y a sugerir caminos.
Ahora estamos dando a conocer un documento de fondo que contiene, de manera ordenada y sistemática, un largo cuestionario, con una introducción filosófica, que puede servir de guía para el debate, para que las mesas de trabajo y las comisiones y subcomisiones preparatorias cuenten con una brújula, con un norte que les indique las más importantes inquietudes que deben responder y sobre las cuales pueden plantear alternativas de reforma. Además, no se les olvide que a mí me encantan los temas constitucionales y que vengo trabajando en ellos desde hace varios años, desde cuando como Ministro de Gobierno presenté el proyecto de reforma del 88.

S.: A pesar de la ofensiva de la guerrilla en los últimos días y a pesar de declaraciones suyas en el sentido de que no habrá diálogo con quienes persistan en la violencia, usted ha dejado de todas maneras una puerta abierta. ¿Por qué insistir en el mismo círculo vicioso? Se habla de paz desde La Uribe, pero se hace la guerra en el resto del país.
C. G.: Eso que usted dice es verdad.
A esos grupos armados les ofrecimos aquellas cosas que se suponía habían pedido durante años para involucrarse, de manera decidida, a un proceso de paz. Les ofrecimos una Comisión de Notables que explorara caminos, una veeduría internacional para los eventuales acuerdos a que se llegara, la ratificación de unos protocolos internacionales, un informe anual sobre el estado de los derechos humanos y una presencia en la Constituyente para no desaprovechar la histórica oportunidad que tenemos para la paz. La respuesta fueron los ataques a instalaciones militares, asaltos ex poblaciones, voladuras de torres de energía y el criminal asesinato de seis niños policías. Una serie de acciones que de ningún modo se pueden calificar como defensivas.
Pero la puerta hay que dejarla abierta para ver si un día estos grupos se convencen de que están recorriendo un camino equivocado y obsoleto, de que el proyecto que están defendiendo con las armas y la violencia ya fracasó en el mundo, de que son unos verdaderos dinosaurios en vía de extinción.

Una cosa debe, eso sí, quedar clara. Esa puerta abierta no implica en modo alguno renunciar a que las Fuerzas Armadas hagan, como deben hacer, presencia en todo el territorio nacional y actos de soberanía allí donde ésta pueda ser cuestionada.

S.: Es que tanta puerta abierta no la entiende la opinión pública si al Gobierno le dan bofetadas. Esto sucedió con el decreto de rebaja de penas. Nadie de peso se ha acogido.
Por el contrario, la respuesta ha sido secuestros con asesinatos de choferes inocentes. ¿No será que en lugar de mantener el decreto e interpretarlo a favor de los delincuentes, lo lógico es derogarlo?
C.G.: Ese decreto lo que representa es el desarrollo de mecanismos de la Justicia, para hacerla más efectiva y eficiente, para facilitar su acción. No es una propuesta. Tampoco es un ensayo. Es una medida destinada a fortalecer a la Justicia.
S.: Vayamos a otro tema caliente. Con respecto a la polémica de los últimos días sobre el fallo de la Procuraduría para destituir al general Arias Cabrales, ¿está usted de acuerdo con la providencia?
C.G.: Tengo que abstenerme de hacer pronunciamientos de fondo sobre el tema, pues participo en un proceso que está en curso y no ha concluido, que es la solución de un recurso interpuesto por el general Arias Cabrales.
Envié una terna para designar Procurador ad hoc que decida sobre el recurso, y la Cámara no ha resuelto sobre ella. Sin embargo, déjeme decirle una cosa. En los años que siguieron a la tragedia del Palacio de Justicia, hubo tres procesos independientes que se desarrollaron y que están relacionados con las distintas responsabilidades que se pueden derivar de lo sucedido en el Palacio. Por un lado, la comisión de acusaciones de la Cámara absolvió a los altos funcionarios que intervinieron en los hechos. En segundo lugar, el Congreso indultó a los miembros del M-19, grupo señalado como el principal responsable. Y ahora la Procuraduría produce un fallo contra el general Arias Cabrales. A pesar de que éste pueda haber sido jurídico, no hay duda de que la combinación de estos tres procesos puede haber generado una situación de injusticia.

S.: A los pocos días de los sucesos del Palacio de Justicia, usted adelantó un debate, un juicio de responsabilidades al gobierno de Betancur. ¿Sigue pensando lo que pensaba entonces?
C.G.: Sí, sigo creyendo lo que dije entonces, que no fue otra cosa que un planteamiento sobre las responsabilidades de tipo político de los ministros y del Presidente, y no sobre las responsabilidades de los militares.
S.: ¿No es hora de acabar con la interinidad de la Procuraduría y en vez de enviar terna para Procurador ad hoc, enviar una para elegir Procurador en propiedad, teniendo en cuenta además que el actual Procurador fue acusado de presionar a su delegado para fallar en contra de Arias Cabrales?
C.G.: Yo envié una carta a la Cámara hace algunas semanas, en la que señalé las inconveniencias que veía en que se cambiara por quinta vez de Procurador en cuatro años, cuando además podrían venir nuevos cambios el próximo año, como resultado de las reformas que fuera a introducir la Constituyente en el régimen del Ministerio Público. Aunque no ha habido un pronunciamiento expreso de la Cámara, he dado por aceptados mis conceptos. Por lo pronto, esa corporación tiene una importante decisión en sus manos. Dejémosla tomar esa decisión sin presión alguna.
S.: Pero es la misma Cámara la que parece tener observaciones en contra de esa terna, pues asegura que dos de sus integrantes sobrepasan la edad y el tercero es funcionario del Gobierno.

C.G.: En ninguna ley se consagran requisitos para ser elegido Procurador ad hoc. Esas personas son de las más altas calidades. Pero les repito que lo mejor es dejar que la Cámara tome esa decisión en entera libertad.
S.: Pero volvamos a la reforma y a la Asamblea. ¿Por qué se ha demorado tanto el Gobierno en presentar su proyecto de reforma?
C.G.: Por ahora, el Gobierno está obligado a plantear orientaciones, a hacer reflexiones para el debate.
Quienes tienen en estos días la obligación de presentar propuestas son los candidatos. En cuanto al proyecto del Gobierno, lo interesante es que pueda interpretar a una amplia base social y política, para que pueda en verdad ser la iniciativa de base de los trabajos de la Asamblea. Para ello deberá recoger las más valiosas contribuciones que hagan las mesas de trabajo y las comisiones y subcomisiones preparatorias. Y la labor de éstas no ha concluido. Lo que sí garantizo es que el proyecto va a estar listo, redactado en su integridad antes de que se inicien las sesiones.

S.: Una Constituyente es, por principio, contestataria. Se establece no para defender el statuto, sino para cambiarlo. Y todo parece indicar que los resultados de las elecciones van a ser adversos al partido de gobierno y, en general, al llamado "establecimiento". Teniendo en cuenta esto y la responsabilidad que a usted le cabe en la crecida de Navarro y con él la del M-19, hay quienes sostienen que con la Constituyente lo que usted se va a dar es un autogolpe.
C. G.: Claro que una Constituyente es y debe ser contestataria. Lo que se debe promover es la renovación, el cambio. Pero ningún grupo político es depositario exclusivo de esos postulados. Hay que lograr que a la Asamblea lleguen los más preparados, los mejores, para sacar adelante esa transformación. El Partido Liberal tiene un papel principalísimo que jugar, pues ha sido siempre un líder en los procesos de cambio, un partido que ha reformado para pacificar.
S.: Algunas preguntas concretas sobre el proyecto de reforma. ¿Es usted partidario de la reelección presidencial?
C.G: No.
S.. ¿Piensa incluir la doble vuelta electoral para las elecciones presidenciales?
S.: Si se adopta ese mecanismo, habría que hacerlo sacrificando la consulta popular de los partidos, que ya probó sus bondades, pues de lo contrario habría que hacer tres elecciones en un solo semestre: la de la consulta, que iría con las de cuerpos colegiados, y las dos vueltas presidenciales. Por esa razón no estoy seguro de las posibilidades de la doble vuelta.

S.: ¿Reduciría el número de parlamentarios?
C.G.: Lo importante no es tanto el número como que verdaderamente sean representativos de todo el país, que el pais se sienta representado en ellos. Creo que al menos una parte de los parlamentarios debe ser elegida por circunscripción nacional.

S.: ¿Por qué no nos adelanta unas "chivitas" sobre ideas concretas del Presidente de la República para la reforma, más allá de los enunciados generales sobre reformas al Congreso y a la justicia?
C.G.: Lo más importante es entender que la gran prioridad de la reforma, lo que los colombianos quieren, son derechos y, sobre todo, mecanismos que garanticen su vigencia. La principal causa de, alzamiento, de inconformidad, de rebeldía en este país es que falta consagrar nuevos derechos en la Carta y garantizar que éstos y los que ya están consagrados se cumplan.
S.: ¿Cómo se va a impedir que el Congreso, en las dos vueltas legislativas que vendrán después de la Asamblea, no monte su contrarreforma para revocar lo que no le gusta?
C.G.: Las posibilidades de nuevas reformas, no sólo a través del Congreso, sino de otros mecanismos sobre los que yo creo que hay gran consenso, como el referendo y la Constituyente, deben quedar abiertas. No hay que echar las llaves al mar. Lo que pasa es que esta reforma debe ser tan completa y suficiente como sea posible, para que en el futuro, en los próximos años, apenas sean necesarios, si acaso, algunos ajustes y no una nueva reforma de fondo.
S.: Finalmente, Presidente, ¿usted si cree que la Asamblea y la reforma van a servir para la paz? ¿Cuál es la relación entre la Constituyente y la paz?
C. G.: Es enorme. No sólo por la posibilidad de que a través de ella, nuevos grupos guerrilleros se desarmen y se integren a la vida civil, sino por el hecho de que los alzados en armas que desaprovechen esta oportunidad histórica quedarán aislados y tendrán que enfrentar unas instituciones renovadas, fortalecidas y mucho más legítimas y representativas.

Pero además, la consagración de nuevos derechos en la Carta y de mecanismos que garanticen su vigencia es, como ya lo expliqué, un elemento sustancial de la reforma y de la paz, pues la mayoría de las veces, la gente se subleva porque sus derechos no se cumplen.
Adicionalmente, una justicia eficaz, con mayor capacidad de investigación y de sanción, a la cual el ciudadano pueda acceder más fácilmente, en fin, una justicia como la que pueda surgir de la reforma, contribuirá sin duda a imponer el orden y a controlar la impunidad que es una de las raíces de la violencia.
Finalmente, un mayor desarrollo del poder local a nivel administrativo, político y fiscal, que haga que en las regiones no se siga esperando un cheque de Bogotá para cada obra, para cada necesidad, sino que permita que las entidades territoriales y municipales cuenten con sus propias rentas, eliminará focos de insatisfacción y conflicto.